¿Qué pasó con la punta del Obelisco?

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Se trata de una intervención del artista argentino Leandro Erlich. La obra se llama "La democracia del símbolo" y utiliza la ilusión óptica para transmitir el mensaje de que todavía hay cosas "por descubrir, pensar e inventar".





 

El Obelisco, uno de los símbolos de la Ciudad de Buenos Aires, amaneció sin su punta. Ante la sorpresa de las miles de personas que circulan por la Avenida 9 de Julio, las redes sociales se llenaron de fotos y cuestionamientos. La explicación: el monumento no fue cortado, se trata de una intervención artística.
La obra se llama "La democracia del símbolo".

A través de paneles espejados, Erlich creó la ilusión de que ya no está la punta del Obelisco. En una entrevista, contó por qué utilizó este monumento y qué quiere transmitir a partir de la ilusión óptica. "Toma como eje al Obelisco, un icono que tiene la particularidad de ser muy misterioso en muchos aspectos. Los argentinos no conocemos su interior porque no fue pensado para ser visitado, a diferencia de muchos monumentos que hoy forman incluso parte de un circuito turístico de las ciudades, en una especie de representatividad. Han tenido orígenes polémicos, la gente no los quería cuando se fueron haciendo y hoy son logos. Parto de esa idea", aseguró el artista, de 42 años.

Leandro Erlich es uno de los artistas argentinos con mayor proyección internacional. Su recorrido incluye exhibiciones en Sydney, Tokio, Abu Dabi, Lugano, el Whitney Museum y varios rincones de los Estados Unidos y de Francia, además de bienales en Singapur, Shanghai y Venecia. Saltó a la fama en 2001, cuando mostró en la Bienal de Venecia una piscina por la que se podía caminar.
"No es magia, ni tampoco es ilusión, es arte".

En una entrevista se habló sobre el método que tanto llama la atención en todo el mundo. "La ilusión óptica es un punto de partida, una forma de involucrar al espectador en una experiencia dentro de la historia de la obra. Esa sorpresa, ese pequeño descubrimiento de algo que no era como pensábamos, genera algo muy positivo. No provoca una confusión angustiante del estilo "me engañaron otra vez", sino que despierta esa sensación de que puede ser de otra manera".

Además, resaltó: "Es como abrir una ventana donde no la hay. Son situaciones que a mí me generan una cierta ilusión: demuestran que todavía hay cosas por descubrir, por pensar, por inventar. Creo que lo cotidiano y la alienación te llevan del otro lado, a la vereda de enfrente, ahí donde todo está determinado, donde las cosas no van a ser diferentes, y eso es bastante triste".

 

Fuente: La Nación.-
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