"Con Brad somos una pareja imperfecta"

Cultura
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Junto a su esposo, como actriz, directora y guionista, Angelina Jolie encarna a la mujer de un matrimonio en crisis en "Frente al mar", oelícula que llegará el 10 de diciembre a los cines argentinos.




 





 

Durante el rodaje de Frente al mar, en el que Angelina Jolie interpreta a una ex bailarina deprimida y Brad Pitt a su esposo, un escritor que sufre del síndrome de la "página en blanco", ambos actores recurrían a una técnica que infaliblemente lograba levantar el ánimo, a menudo sombrío, que reinaba en el set. "Bromeábamos todo el tiempo diciendo que después de ver la película, ya nadie querría ser vecino nuestro", dice la señora Jolie, en referencia a la costumbre que tienen ambos personajes de espiar por un orificio a sus vecinos de hotel, dos amantes que suelen encontrarse en la habitación de al lado.

Por primera vez desde 2005, cuando interpretaron a una pareja de espías en el thriller Señor y Señora Smith, el señor y la señora Pitt vuelven a compartir la pantalla en Frente al mar, la nueva película escrita, producida y dirigida por Angelina, que se estrenará el jueves 10 de diciembre en la Argentina. Más allá de las dificultades obvias de dirigir a quien es su propio cónyuge en la vida real, el tema mismo de la película planteaba otros desafíos. Ambientada en una tranquila localidad costera de Francia e inspirada en el ritmo deliberadamente cansino del cine europeo de autor de los años 60 y 70, cualquiera podría especular que Frente al mar narra la historia de la implosión de un matrimonio norteamericano.

El último trabajo de Jolie como directora había sido Inquebrantable (2014), la historia de un sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial. Ahora, a los 40 años de edad, Jolie nos recibe en su habitación del hotel Four Seasons de Beverly Hills muy confiada y segura de su trabajo, no sólo por las asociaciones entre ficción y realidad que la película pueda suscitar, sino también por las posibles críticas que tal vez reciba por sus "audaces decisiones" como directora. "Algunos la van a odiar, y a otros les gustará. Pero para mí era importante volver a sentirme artista", agrega Jolie.

En la muñeca derecha lleva una pulsera tejida que trajo de un reciente viaje a Camboya, y en su hombro izquierdo, bajo la manga del vestido plisado color beige, asoma un tatuaje de símbolos rúnicos. Con total franqueza y sin esquivar ningún tema, Jolie habla del cable a tierra que significó tener a sus seis hijos junto a ella durante el rodaje, y de las largas horas que Pitt dedicaba a practicar su francés.
"Se quejaba y me decía que le parecía raro que él tuviera diez veces más texto en francés que yo, y yo le contestaba que esos son los beneficios de ser la guionista", dice riendo a carcajadas.

-Sus primeras películas como directora le insumieron mucho trabajo de investigación. ¿Cómo se preparó para este drama conyugal ambientado en la década de 1970?

-Ayudó mucho que la acción transcurra en Francia, porque pudimos concentranos en una cultura y momento histórico determinados. Pero en realidad arranqué de cero, porque la película es como un estudio de algo sobre mi propio dolor, de algo sobre mí, como persona, que ni yo misma entendía. Fue una experiencia muy rara y que no tengo demasiada intención de repetir. [Se ríe] Menos mal que me casé justo antes: tal vez esa haya sido la forma de estudiarme.

-Al momento de casarse, ya llevaban 9 años juntos con Brad. ¿Firmar los papeles los cambió en algo?

-Fue algo lindo y nada más. Para mí, el momento crucial fue cuando firmamos los papeles de adopción compartida de Maddox y Zahara. Esa sí fue una decisión importante: comprometernos juntos a ser padres y aceptar ser parte de la vida del otro para siempre. Al lado de eso, casarse es una nada. Fue todo muy informal.

-¿Informal?

-Sí, porque si bien la ceremonia fue en Francia, los papeles legales había que firmarlos en California. Un día que yo estaba en la sala de edición y Brad andaba por ahí haciendo algo, entró uno de los asistentes y nos dijo que teníamos que volvernos a firmar unos papeles. Entonces volvimos a California, y entre reunión y reunión, alguien nos acercó la libreta y nos dijo: "Afuera está el juez esperando". Recién ahí nos dimos cuenta. "¿Cómo que el juez está esperando?" Entró el juez, un hombre encantador, y Brad le preguntó si no correspondía que nos pusiésemos de pie, pero él contestó que no hacía falta. Y así fue: casi sin darnos cuenta, estábamos casados, sin ninguna formalidad.

-Y pocos días después se fueron a Malta a filmar una película sobre una relación en crisis. ¿Qué clase de luna de miel fue ésa?

-Técnicamente hablando fue una luna de miel. Pero apenas arrancamos con el rodaje, me empezó a parecer que había sido una pésima idea. Pensé que nos iba a destruir. Y eso que ni siquiera habíamos estrenado la vida de casados. Para cuando la película estuvo terminada, habíamos discutido, peleado, nos habíamos desilusionado, ya habíamos pasado días buenos, malos y de los peores. Pudimos aprender del otro y encontrar nuevas formas de trabajar juntos. Y hasta empezó a gustarnos la idea de que por feas que se pongan las cosas, uno logra recomponerlas.

-Cuando releyó el guión de esa película que al principio no tenía intenciones de protagonizar, ¿qué sintió al darse cuenta de que la actriz que iba a tener que transitar por esa montaña rusa emocional era usted misma?

-Y, de pronto había un montón de escenas que quería modificar o directamente cortar. Fue duro darme cuenta de que la que iba a estar desnuda en ese baño era yo. Pero decidí dejar todo como estaba. No se puede cambiar o recortar una escena simplemente porque una tiene la cicatriz de una mastectomía, o porque Brad y yo estamos casados y la gente se va a poner a analizar esto o aquello. Eso sería hacer trampa.

-¿Cuáles son los desafíos de ser actriz y directora a la vez?

-Como directora tenía que transmitir mucha seguridad, tomar decisiones claras y no perder el eje. Pero mi personaje es todo lo contrario: no puede dirigir ni el tránsito. Su vida es un desastre. La dualidad de ser la directora y, al mismo tiempo, interpretar a una persona tan vulnerable es muy difícil de manejar. Son tantas las escenas en las que estoy actuando y de pronto grito "¡corten!" que podrían ocupar un rollo entero de película. Si las viera un psiquiatra, ya me hubieran medicado. Estoy llorando como una loca y de pronto grito "¡corten!"... o en medio de una escena de sexo vuelvo a gritar lo mismo, montada encima de Brad Pitt. Era todo tan bizarro que daba risa.

-Son tan pocas las mujeres que dirigen en Hollywood, que hace un tiempo el gobierno decidió investigar si en la industria cinematográfica hay discriminación de género. Sin embargo, por lo general usted se niega a entrar en ese debate y a hacer comentarios sobre lo que significa ser parte de ese pequeño grupo de directoras.

-Lo que pasa es que a veces en Hollywood se fijan demasiado en eso de si pertenecés o no a alguna minoría. Yo no quiero que se planteen si hay que contratar a una mujer, lo que quiero es que contraten al mejor director posible para cada película. Pero lo cierto es que esta es la primera vez que a Brad lo dirige una mujer. Si te ponés a pensar, eso está mal.

-Estamos de acuerdo.

-El sexismo existe en todas las industrias y negocios, y debe ser combatido. Pero yo siempre trato de enfocarme en lo que puedo aportar de positivo. Quiero que las mujeres tengan oportunidades, porque yo he tenido muchas, realmente. Como directora trato de hacer mi trabajo lo mejor posible, y de paso aprovecho para generar interés por muchas otras directoras y guionistas. Ahora estoy produciendo The Breadwinner (2017), una película de animación sobre Afganistán, dirigida por Nora Twomey.

-¿Cómo cree que lo pasó Brad en su primera experiencia con una directora?

-Además de ser mujer, soy la guionista y la directora. Y también somos esposos. Me parece que fue doblemente difícil. Él y yo nos conocemos. Al principio, la situación era bastante incómoda. Hay que andar con cuidado, para no apretar botones que una sabe que lo mejor es no apretar. Pero después él me dijo que sintió que podía abrirse enteramente a la actuación, porque sabía que yo estaba genuinamente ahí para ayudarlo a dar lo mejor.

-Y en medio de todo eso, hay que seguir atendiendo a los chicos, acostarlos de noche, y uno de ellos, Maddox, que ya es un adolescente, trabajó de cadete en el rodaje del film, que no es precisamente apto para todo público...

-Estaba presente cuando rodábamos las escenas más livianas o divertidas, pero obviamente había escenas en las que tenía vedado el acceso, y no podía entrar. Me acuerdo que un día yo estaba en el set, todavía en bata, con una mascarilla en la cara y los ruleros puestos, y nos cruzamos en un pasillo. Él me miró como negando con la cabeza y me dijo: "¡Guau, ma! ¡Qué cuadro!" Yo crecí en este negocio, así que la verdad, casi preferiría que a mis hijos no les interese. Pero lo peor es que a Maddox le encantó.

-Hablemos un poco de esos mails hackeados de la Sony el año pasado. ¿La sorprendió enterarse de las ásperas discusiones sobre su persona entre la ex presidenta de la Sony Amy Pascal y el productor Scott Rudin?

-Directamente no los leí.

-¿Pero alguien le habrá contado?

-Me contaron. Hay cosas que me molestan y hay cosas que no. Estoy tan acostumbrada a los ataques personales. Francamente, mi primer impulso fue preocuparme por Amy. Pedí que la llamaran y me dijeron que estaba bien. Y no porque yo sea una santa, sino porque creo que siempre hay que mirar el cuadro entero. Amy tiene hijos. Sabía que para ella podía ser devastador.

-Volviendo a las películas, ¿no sueña de vez en cuando con volcarse a temas menos serios, algo así como una comedia romántica?
-Me encanta la comedia, pero nunca me proponen nada que se acerque siquiera a reírme de mí misma. Cuando era más joven intenté hacer comedia, pero no funcionó. Me parece que no sirvo para hacer reír.

-En Frente al mar hay gritos, lágrimas, alcohol y, en determinado momento, una patada. ¿La preocupa que el público vea la película y saque conclusiones?

-¿Conclusiones cómo cuáles? ¿Que piensen que en realidad somos así? ¿Que lo piensen? Si creen que nuestros problemas puntuales son esos, se equivocan. Ahora bien, si lo que piensan es que tenemos peleas terribles, que somos imperfectos, inseguros, que nos deprimimos y que lloramos, eso es todo verdad. Tenemos problemas, nos peleamos. Los dos somos personas con fallas muy humanas. Y si eso es lo que le mostramos a la gente, entonces está más que bien.

 

Fuente: La Nación.-
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