¿Se unificará la CGT con el próximo Gobierno?

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Sindicalistas limaron asperezas y alientan una CGT única con la futura gestión. En una reunión, los dirigentes tanto kirchneristas como los de la oposición delinearon planteos y condiciones para reunificar la central.




 

El hotel Castelar albergó una cumbre de gremialistas, de la que participaron Hugo Moyano y Gerardo Martínez, entre otros.

En un encuentro en el que las ausencias pudieron contarse con los dedos de una mano, la mayoría de las organizaciones sindicales dieron esta tarde un paso decisivo hacia la conformación de una CGT única. Tras dos horas largas de reunión en el primer piso del Hotel Castelar, las distintas tribus del sindicalismo peronista produjeron un documento comprometiéndose en la búsqueda de la unificación, que recién se vería plasmada el año próximo.

En un texto titulado "El Camino de la Unidad para garantizar la Producción y el Trabajo", los gremios eludieron cualquier pronunciamiento electoral, pero se ocuparon de aclarar expresamente que, con el próximo Gobierno, cualquiera sea, resultará esencial sostener y afianzar el modelo de sindicatos nacionales por actividad; mantener la negociación colectiva por rama de actividad y la convocatoria anual al Consejo Nacional del Salario Mínimo para "garantizar la redistribución del ingreso".

Una manera de marcarle la cancha al Gobierno que venga. Los gremios quieren dos cosas a futuro: recuperar protagonismo y que se mantenga sí o sí el modelo sindical propio de la ortodoxia peronista.

También se dijo con todas las letras que la administración que suceda a la de Cristina Kirchner deberá asegurar el financiamiento del sistema de salud como factor determinante de la inclusión social, resguardando el sistema de obras sociales sindicales.

El cónclave, desarrollado en un amplio salón en el primer piso del Hotel Castelar, contó con la presencia de 24 dirigentes de las organizaciones de mayor peso específico: estuvieron entre otros el titular de la CGT opositora, Hugo Moyano y su mano derecha Abel Frutos (panaderos); los "gordos" Armando Cavalieri (Comercio) y Carlos West Ocampo (Sanidad); los "independientes" Gerardo Martínez (Uocra), Andrés Rodríguez (Upcn) y José Luis Lingeri; referentes de los gremios del transporte como el marítimo Juan Carlos Schmid, el ferroviario Omar Maturano y el aeronáutico Juan Pablo Brey; el macrista Gerónimo Venegas y Víctor Santamaría (encargados de edificios), entre otros.

Los que pegaron el faltazo fueron el metalúrgico y jefe de la CGT kirchnerista Antonio Caló, el mecánico Ricardo Pignanelli (Smata) y el taxista Omar Viviani. También le quitó el cuerpo Guillermo Moser, de Luz y Fuerza. Pero éstas fueron en rigor ausencias "cantadas", pese a que hasta ayer a la noche recibieron múltiples llamados para que fueran de la partida. Habían prometido considerarlo, aunque finalmente no se dejaron ver.

Caló fue consecuente con su pensamiento: el líder de la UOM, además de no creer en la unidad, siente que ha hecho los méritos suficientes para monopolizar la relación con Scioli, si es que efectivamente el candidato del peronismo logra alzarse con la Presidencia. Por otra parte, Caló bien sabe que no hay lugar para él en lo más alto de una hipotética CGT unificada.

Tampoco asistió por Castelar el gastronómico Luis Barrionuevo; en su caso, prolijamente excluido de esta convocatoria por temor a que sus declaraciones sin anestesia terminaran fastidiando este proceso de unidad sindical, según confió a Infobae un participante del encuentro. Sobre el final, se dijo a la prensa que los gremialistas ayer ausentes participarán en próximos encuentros.

Respecto de cómo sigue este proceso, se resolvió que antes de fin de año se realizará un plenario en un escenario todavía a resolver.

Andrés Rodríguez, que ofició de vocero al fin del encuentro, destacaría ante los medios acreditados que todo había transcurrido en un clima de mucha cordialidad. Distintos testimonios indican que efectivamente fue así. No hubo reproches ni pases de factura entre los dirigentes que atravesaron la era kirchnerista en veredas opuestas.

Más, encontraron maneras de aproximar posiciones: por ejemplo, todo el mundo estuvo de acuerdo en que el trato del Gobierno k hacia el sindicalismo fue una cosa mientras vivió Néstor Kirchner, y otra muy diferente a partir de su muerte, ya con Cristina con el bastón de mando. "La Presidenta desconsideró al movimiento obrero", se quejaron sin excepciones.

También se coincidió en que la unidad sindical será imprescindible para contener el descontento social que derivará del ajuste económico que consideran inevitable, tendrá que hacer la próxima administración, tras tantos años de inflación acumulada y gasto público en exceso, por mencionar sólo algunas de las materias económicas en déficit.

"Pese al crecimiento económico y al importante gasto social realizado durante años, debemos trabajar para atenuar la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen", escribieron en el documento firmado por todos. "Llevemos a nuestra Nación al camino del crecimiento con inclusión social para garantizar una comunidad organizada", concluye un párrafo con prosa peronista.

Fuente: Infobae
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