Lolas más grandes, por un día y sin cirugía

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La magia dura 24 horas y cuesta unos $4000. Se puede pasar de un busto de 85 a 100 en apenas 30 minutos.








 

La Cenicienta ya no existe en el imaginario de estos tiempos. O si existe no es la misma. No le alcanza con ponerse un zapato para transformarse en una princesa hermosa y conquistar al hombre inalcanzable de sus sueños. Ahora todo pasa por otro lado, la imagen domina y es la clave cruel que gobierna este mundo que no es de cuentos.

Sencillo y polémico. La práctica es furor en Nueva York y llegó a la Argentina de la mano del cirujano plástico Augusto Pontón. En pocas palabras la cosa pasa por la aplicación de solución fisiológica en las lolas. Aguja, anestesia local, camisolín y cofia, todo dura 30 minutos más o menos. Te acostás en la camilla del doctor Pontón con unas lolas de 85 y te levantás con otras de 100. Eso sí: la magia dura 24 horas y cuesta unos $4000.

El doctor Pontón sostiene que el procedimiento no duele ni causa ninguna consecuencia. Que se lo puede hacer cualquier mujer a cualquier edad siempre que no sufra problemas mamarios o de coagulación y que no esté amamantando. Pontón asegura que la solución fisiológica es como agua que termina diluyéndose en el cuerpo sin efectos nocivos de ningún tipo. Otros cirujanos plásticos dicen que no es tan así. Sostienen que es un “blef comercial” que puede perjudicar a las mujeres que se lo hacen. Y que la inflamación temporal de las lolas es riesgosa y que incluso puede terminar en cáncer. No hay estudios científicos que por ahora confirmen una u otra postura.

En Nueva York, el cirujano pionero es el doctor Norman Rowe. Le dicen el padre del Instabreast (pecho instantáneo) y en sus notas cuenta que las norteamericanas se ponen "Lolas por un día" para ir a una fiesta o a una cita. Acá, según Pontón (que estuvo con Rowe), en su mayoría lo hacen para probar cómo les queda y, si el efecto les cierra a la vista, avanzan con un implante de siliconas para siempre. Elecciones en definitiva de la vida moderna. Otro cuento que lamentablemente mutó con el tiempo: ahora lo esencial tiene que ser visible a los ojos.

 

Fuente: TN.-
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