Selección Argentina: la transición necesaria para el recambio

Deportes
El futuro de varios jugadores de la Selección es una incógnita. Se abre una nueva oportunidad para algunos; pero también surgen muchos interrogantes rumbo a las eliminatorias.




 



Eran los últimos instantes de la dura derrota en la final con Chile. Justo en el momento que caminaban dentro del túnel, con las miradas perdidas, buscando respuestas. Biglia lloraba, abrazado con Banega. Desconsolado estaba Javier Mascherano, casi sin entender absolutamente nada. Y Lionel Messi iba sin querer mirar a nadie. En ese momento se escuchan unas pocas palabras que actúan como combustible sobre la bronca. "La p.. que lo p... Siempre lo mismo, no puedo más... No puedo más." Todos identificaron la voz y ninguno se dio vuelta. Una muestra de que esas frustraciones ocultas que van por dentro calaron hondo en la intimidad de una generación que quedó sumamente golpeada.

Cada integrante de este plantel que se conoce hace tiempo y que viene de compartir varios momentos como grupo, se había propuesto en la Copa América cerrar algunas historias cargadas de frustraciones y condecorar sus largas trayectorias con una coronación que, como viene pasando hace 22 años, se postergó. El futuro de estos jugadores en la selección es uno de los interrogantes planteados en el escenario que dejó la derrota por penales frente a Chile. Las frases contundentes dichas por algunos referentes así lo certifican. "No le encuentro explicación, quizá sea yo, esto se convirtió en una tortura", dijo nada menos que Javier Mascherano.
"Para muchos jugadores no habrá otra chance de ganar algo importante", sentenció Ezequiel Lavezzi.

Mascherano abrió su pensamiento, se puso en un lugar de alta responsabilidad por lo que pasó y se refirió a una posible salida del equipo. "Yo no puedo pensar en el futuro. No es momento de decir nada. Nos tenemos que ir de vacaciones y dejar que la cicatriz vaya cerrando y en su momento veremos qué es lo que pasa. Son golpes demasiados duros. Venimos haciendo las cosas medianamente bien como para que nos pase algo así. Son golpes y en la cabeza te da vuelta: doy un paso al costado y que venga otro. Pero no es momento de tomar una decisión. Hay que sufrir y después habrá tiempo para pensar", confiesa un Mascherano de 31 años, que integra esa porción del actual plantel al que le juega en contra el calendario junto con Martín Demichelis (34 años), Pocho Lavezzi (30), Zabaleta (30) y Andújar (31).

Los momentos para olvidar en una final le vuelven a jugar una mala pasada a Messi. Se entusiasmó y entusiasmó a todos que ésta podía ser la oportunidad para soltar los deseos maniatados, pero no pudo. No lo consiguió anteayer frente a Chile. Una vez más, en su reclusión familiar en Rosario, no puede entender lo que vuelve a padecer con la camiseta del seleccionado. Él, el más autoexigente del mundo, el que se enfada y desenfada sólo, no puede con sus pensamientos. El Tata Martino tendrá un trabajo arduo para intentar levantarle el ánimo a quien ya una vez, en las eliminatorias traumáticas de la mano de Diego Maradona, se sintió la razón de los problemas del seleccionado. Pocos saben qué sensaciones están pasando por la cabeza del rosarino en estas horas, pero sin duda, por la manera en que se dieron las cosas en la final, se viene un tiempo de mucha introspección por lo que pasó.
Si el jugador que más se ha encargado de cultivar en sus compañeros un sentido de pertenencia con el seleccionado se muestra devastado, qué quedará para el resto.

Para la Argentina se trataba la oportunidad "de saldar un poco la deuda" de Brasil 2014. De hacer más sencillo el tiempo de transición que se viene, ese que tendrá apellidos como Lamela, Orban y Nicolás Gaitán, entre otros. La herida debía cerrarse en Santiago, porque ahora se iniciará una nueva aventura, otro desafío, con las eliminatorias por delante, la posibilidad de que en un año se juegue la Copa América del Centenario de la Conmebol en los Estados Unidos y el laboratorio de los Juegos Olímpicos de Río 2016 para proyectar jugadores para Rusia 2018. Es el comienzo de un ciclo, con el peso de dos finales perdidas en menos de un año. Una exigencia de un altísimo peso sobre la espalda de un grupo de jugadores que dejó pasar la oportunidad que se había planteado.
Lo que pasó en la Copa América expone a los protagonistas y pone a la luz interrogantes que inquietan en lo profundo de este seleccionado.

 

Fuente: La Nación.-
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