Análisis: Un nuevo intento que puede terminar mal
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El BCRA intentará regular las tasas de préstamos personales una vez más. Después de numerosos intentos fracasados, ¿será esta vez diferente?
Regulador. Una vez más se intentarán regular las tasas de interés de préstamos.
Fuente: La Nación
Ayer se conocieron cuatro circulares del BCRA que pretenden regular las tasas de préstamos de consumo. En los últimos 30 años, o más allá, se ha intentado con efectos siempre adversos: se dio lugar al crecimiento de la marginalidad financiera, es decir, un empeoramiento en las condiciones para el tomador de créditos, merced a la informalización del mercado, ante el retiro de jugadores o el achicamiento de la oferta crediticia oficial.
¿Será esta vez diferente? Difícil, si bien no imposible. Cuando analizamos la historia financiera más reciente, la que comienza con la "refundación" ocurrida partir de los sucesos de 2001-2002, se destaca inmediatamente que una de las principales locomotoras de la reactivación ha sido el crecimiento del crédito para el consumo, fundamentalmente apoyado por la facilidad y disponibilidad con la que contamos prácticamente todos los individuos.
Ante la aparición de síntomas de enfriamiento de la actividad financiera, nos surge la inquietud de analizar aquellos hechos en la búsqueda de los motivos que impulsaron su crecimiento en el pasado, con el objetivo de tratar de repetirlos en la actualidad.
A primera vista, nos surge la constancia de que el crédito para consumo fue honrado por los deudores a pesar de la extendida crisis, donde los consumidores de los servicios financieros hicieron importantes esfuerzos para cumplir con sus obligaciones de acuerdo a las condiciones pactadas con los prestatarios, pese a haber tenido que batallar en muchos casos contra la merma de sus ingresos.
La oferta financiera dirigió rápidamente su vista hacia allí, proliferando nuevas oportunidades para financiar desde bienes durables hasta servicios, en montos crecientes y trámites cada vez más ágiles. Se incorporaron en los últimos años como usuarios de créditos para el consumo individuos de todas las clases sociales, aun de sectores pasivos y beneficiarios de planes sociales, como en ninguna otra época. Todo esto gracias a una mayor competencia de la oferta, estimulada a cubrir nuevos espacios y satisfacer a una mayor cantidad de consumidores.
Si en estos momentos recurrimos a medidas que limiten las tasas, tal vez se observe en el corto plazo una baja de tasas producida por el deseo de los prestadores de cumplimentar las regulaciones, pero en el mediano y largo plazo la oferta financiera, que es fungible y muy veloz para cambiar de dirección, se retirará del negocio y buscará nuevos horizontes.
De a poco veremos restringido el crédito para los consumidores, comenzará una proliferación de sistemas de financiación informal limítrofes con la ilegalidad, con tasas superiores a las hoy criticadas y financiadas con fondos desconocidos.
Por otra parte, al imponer una limitación en la tasa activa que se cobra, se soslaya el hecho de que, dentro de los costos del crédito, intervienen otros aspectos muy relevantes como los gastos de administración y de comercialización, que exigen un mayor valor por unidad colocada para un pequeño préstamo para adquirir indumentaria en un negocio del interior del país a un consumidor no bancarizado, que el otorgado por medios electrónicos a un consumidor bancarizado de alto poder adquisitivo de las grandes ciudades. Como consecuencia, ante una disminución de la oferta, los primeros serán discriminados en relación con los segundos, un efecto que creemos no es el deseado.
Hay dos problemas fundamentales en este nuevo intento: el timing de la norma, un tema de forma, pero que ya hoy ha comenzado a obstaculizar el funcionamiento del mercado. Al plantear la aplicación desde ahora mismo, esto produce una automática parálisis en el sistema. Otro de fondo, ya mencionado aquí. Es cierto que en muchos países hay regulaciones, topes, etc. Pero es en países donde las tasas pasivas son de un dígito, y bien cercano a cero. No es nuestra situación hoy.
Es de esperar que el BCRA vaya adecuando esta normativa, de forma tal que al menos tengamos una oportunidad que funcione. ¿Será esta vez?
Regulador. Una vez más se intentarán regular las tasas de interés de préstamos.
Fuente: La Nación
Ayer se conocieron cuatro circulares del BCRA que pretenden regular las tasas de préstamos de consumo. En los últimos 30 años, o más allá, se ha intentado con efectos siempre adversos: se dio lugar al crecimiento de la marginalidad financiera, es decir, un empeoramiento en las condiciones para el tomador de créditos, merced a la informalización del mercado, ante el retiro de jugadores o el achicamiento de la oferta crediticia oficial.
¿Será esta vez diferente? Difícil, si bien no imposible. Cuando analizamos la historia financiera más reciente, la que comienza con la "refundación" ocurrida partir de los sucesos de 2001-2002, se destaca inmediatamente que una de las principales locomotoras de la reactivación ha sido el crecimiento del crédito para el consumo, fundamentalmente apoyado por la facilidad y disponibilidad con la que contamos prácticamente todos los individuos.
Ante la aparición de síntomas de enfriamiento de la actividad financiera, nos surge la inquietud de analizar aquellos hechos en la búsqueda de los motivos que impulsaron su crecimiento en el pasado, con el objetivo de tratar de repetirlos en la actualidad.
A primera vista, nos surge la constancia de que el crédito para consumo fue honrado por los deudores a pesar de la extendida crisis, donde los consumidores de los servicios financieros hicieron importantes esfuerzos para cumplir con sus obligaciones de acuerdo a las condiciones pactadas con los prestatarios, pese a haber tenido que batallar en muchos casos contra la merma de sus ingresos.
La oferta financiera dirigió rápidamente su vista hacia allí, proliferando nuevas oportunidades para financiar desde bienes durables hasta servicios, en montos crecientes y trámites cada vez más ágiles. Se incorporaron en los últimos años como usuarios de créditos para el consumo individuos de todas las clases sociales, aun de sectores pasivos y beneficiarios de planes sociales, como en ninguna otra época. Todo esto gracias a una mayor competencia de la oferta, estimulada a cubrir nuevos espacios y satisfacer a una mayor cantidad de consumidores.
Si en estos momentos recurrimos a medidas que limiten las tasas, tal vez se observe en el corto plazo una baja de tasas producida por el deseo de los prestadores de cumplimentar las regulaciones, pero en el mediano y largo plazo la oferta financiera, que es fungible y muy veloz para cambiar de dirección, se retirará del negocio y buscará nuevos horizontes.
De a poco veremos restringido el crédito para los consumidores, comenzará una proliferación de sistemas de financiación informal limítrofes con la ilegalidad, con tasas superiores a las hoy criticadas y financiadas con fondos desconocidos.
Por otra parte, al imponer una limitación en la tasa activa que se cobra, se soslaya el hecho de que, dentro de los costos del crédito, intervienen otros aspectos muy relevantes como los gastos de administración y de comercialización, que exigen un mayor valor por unidad colocada para un pequeño préstamo para adquirir indumentaria en un negocio del interior del país a un consumidor no bancarizado, que el otorgado por medios electrónicos a un consumidor bancarizado de alto poder adquisitivo de las grandes ciudades. Como consecuencia, ante una disminución de la oferta, los primeros serán discriminados en relación con los segundos, un efecto que creemos no es el deseado.
Hay dos problemas fundamentales en este nuevo intento: el timing de la norma, un tema de forma, pero que ya hoy ha comenzado a obstaculizar el funcionamiento del mercado. Al plantear la aplicación desde ahora mismo, esto produce una automática parálisis en el sistema. Otro de fondo, ya mencionado aquí. Es cierto que en muchos países hay regulaciones, topes, etc. Pero es en países donde las tasas pasivas son de un dígito, y bien cercano a cero. No es nuestra situación hoy.
Es de esperar que el BCRA vaya adecuando esta normativa, de forma tal que al menos tengamos una oportunidad que funcione. ¿Será esta vez?
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