El rol del cine en las vísperas festivas, las películas en los hogares sanjuaninos

En San Juan, el cine vuelve a convertirse en un ritual navideño: una reciente encuesta en redes confirmó que los clásicos de siempre siguen dominando las pantallas familiares. Humor, nostalgia y tradición se mezclan en estas películas que, década tras década, mantienen vivo el espíritu de diciembre.

San Juan

Con la llegada de diciembre, el cine vuelve a ocupar un rol protagónico en las vísperas navideñas sanjuaninas. Para muchos, estas fechas no comienzan oficialmente hasta que se prende la pantalla y aparece alguno de esos títulos que se convirtieron en parte del ritual familiar. Más que simples películas, son acompañantes de reuniones, disparadores de recuerdos y símbolos de un clima festivo que se renueva año tras año.

Este año, una encuesta realizada en redes sociales dejó en claro que, aun con la enorme oferta de las plataformas, los sanjuaninos siguen eligiendo los mismos clásicos que marcaron generaciones. Los usuarios mencionaron de manera casi unánime a varias de las películas que integran esta lista, convirtiéndolas en verdaderos referentes culturales de diciembre.

Cuando se habla de cine navideño, la primera referencia que surge es “Mi Pobre Angelito” (1990), favorita absoluta en cientos de hogares. Su humor universal, las travesuras de Kevin y sus escenas icónicas la mantienen vigente, funcionando como un puente inmediato hacia la infancia para quienes la vuelven a ver cada año.

Otro infaltable es “El Grinch” (2000), recordado sobre todo por la interpretación de Jim Carrey. Su mensaje sobre el verdadero sentido de la Navidad y el contraste entre lo material y lo emocional la convirtieron en un clásico moderno que sigue sumando nuevas generaciones de seguidores.

Entre los títulos históricos aparece “Milagro en la Calle 34” (1947), una de las películas que mejor condensan el espíritu navideño tradicional. Su relato cálido, centrado en la fe, la inocencia y la bondad, continúa emocionando tanto a quienes la descubren como a quienes la repiten cada diciembre.

En un registro diferente, “El Extraño Mundo de Jack” (1993) ofrece una estética única y un cruce encantador entre Halloween y Navidad. La producción de Tim Burton y Henry Selick se ganó un lugar especial por su música, su estilo visual y su capacidad de atraer a públicos de todas las edades.

Ya a comienzos de los 2000 llegó “El Expreso Polar”, una propuesta que impactó por su animación innovadora y por un relato profundamente emotivo centrado en la idea de creer. Su atmósfera invernal y su tono familiar la instalaron rápidamente como un clásico.

Si se habla de tradición, “¡Qué Bello es Vivir!” (1946) es probablemente la obra más influyente del cine navideño. Su mirada sobre las segundas oportunidades, el valor de los vínculos y la importancia del impacto individual en la vida de otros la mantienen como un título imprescindible.

La comedia también dice presente con “El Regalo Prometido”, protagonizada por Arnold Schwarzenegger, que retrata la carrera frenética por conseguir el juguete más deseado. En el mismo tono aparece “Santa Cláusula” (1994), mezcla de humor y ternura muy recordada por quienes crecieron en los noventa.

El romanticismo de fin de año está representado por “Love Actually” (2003), conocida en español como “Realmente Amor”. Sus múltiples historias entrelazadas y su clima cálido la volvieron una película que muchos sanjuaninos confiesan ver “sí o sí” cada diciembre.

La nostalgia y el humor familiar regresan con “Un Padre en Apuros”, otra comedia ligera de espíritu festivo que mantiene su vigencia. Y entre los clásicos modernos, “El Duende” (2003), con Will Ferrell, se consolidó como una de las opciones más queridas por su mezcla de inocencia, energía y calidez.

Aunque cada año las plataformas suman nuevas producciones, estos títulos siguen encabezando las maratones navideñas locales. Entre recuerdos familiares, emociones compartidas y personajes inolvidables, el cine reafirma su papel como un ritual imprescindible en las vísperas de Navidad. Estas historias, que ya se sienten como parte del hogar, confirman que algunos clásicos no pierden su brillo, sino que se vuelven cada vez más nuestros.

 

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