Cómo preparar los clásicos alfajores de dulce de leche, con y sin tacc

La cocina es una ciencia, y los “científicos” de la materia brindan una serie de pasos a seguir para lograr realizar alfajores clásicos como los que hacían nuestras abuelas.

San Juan

Para los amantes de la repostería y lo dulce no hay postre más emblemático en la mesa argentina que el alfajor. Su mezcla perfecta de dulzura y suavidad lo convierte en un ícono nacional, presente en meriendas, cumpleaños y todo tipo de reuniones. Hacerlos en casa no solo garantiza un sabor más auténtico, sino también la satisfacción de recrear una tradición que atraviesa generaciones, es por ello que ahora repasaremos el correcto proceso del mismo, además de una versión sin tacc, asesorados por cocineros y pasteleras locales, quienes remarcan que este producto también es conocido como “maicenitas rellenas”.

La receta clásica de los alfajores tiene como protagonista al dulce de leche es sencilla y requiere otros pocos ingredientes para prepararla: manteca, azúcar impalpable, yemas, esencia de vainilla, harina, fécula de maíz, polvo de hornear, sal y, por supuesto, un buen dulce de leche repostero. Este último es fundamental, ya que su textura más firme evita que el relleno se escurra y permite que el alfajor mantenga su forma perfecta.

El proceso comienza batiendo la manteca con el azúcar impalpable hasta obtener una crema suave. Luego se incorporan las yemas y la esencia de vainilla. En otro recipiente se mezclan la harina, la maicena, el polvo de hornear y la sal, y se integran con la preparación anterior, pero sin amasar demasiado, solo hasta lograr una masa homogénea, bien uniforme. Es importante dejarla reposar en la heladera durante media hora antes de estirarla. Después se cortan los discos, lo ideal es que sean de unos cinco centímetros de diámetro, que luego se hornearán a 180 grados durante ocho a diez minutos, hasta que apenas tomen color.

Una vez fríos, los discos se unen con una generosa capa de dulce de leche. Los bordes pueden pasarse por coco rallado, como dicta la tradición, o bien bañarse con chocolate templado para una versión más golosa, aunque eso queda a decisión del cocinero y los agasajados. Un detalle a tener en cuenta en este paso es no sobrehornear las tapas, pues es importante que conserven su textura tierna y desmenuzable. Los expertos incluso recomiendan, para quienes busquen un toque distinto, añadir a la masa una pizca de ralladura de limón o unas gotas de coñac, que realzan el sabor sin alterar la esencia del clásico.

A la hora de conservarlos, se recomienda guardarlos en un recipiente hermético para mantener la humedad y evitar que se sequen. Pueden refrigerarse y duran aproximadamente una semana, aunque lo cierto es que rara vez sobreviven tanto tiempo intactos. Su fragilidad es parte de su encanto, así que conviene manipularlos con cuidado al rellenar y decorar.

Para quienes no pueden consumir gluten, existe una versión sin TACC, cuyos resultados en sabor son idénticos. Solo hay que reemplazar la harina común por harina de arroz o una mezcla sin gluten para repostería, asegurarse de que la maicena y el polvo de hornear sean certificados sin TACC, y utilizar dulce de leche apto. El procedimiento es idéntico, y el resultado conserva la misma suavidad y el sabor característico del alfajor tradicional.

Hacer alfajores caseros es mucho más que seguir una receta, los profesionales cuentan que “es un ritual que une pasado y presente, es volver a la cocina de la abuela, a los recreos de la infancia”. Con o sin TACC, bañados o al natural, el alfajor argentino sigue siendo pieza clave la cultura gastronómica nacional.

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