Con el sanjuanino Giménez en cancha, Independiente le ganó a Boca

Independiente mostró convicción y coraje en un partido electrizante y dejó a Boca al borde del colapso futbolístico. En la Bombonera, el equipo de Tévez expuso su mejor versión y alimenta su ilusión de campeón.

San JuanDiario MóvilDiario Móvil
0FU6W1GdF_1290x760__1

Con un final dramático que incluyó a Marchesín como improvisado centrodelantero en los minutos de descuento, la escena se tornó casi épica. Independiente no solo venció a Boca en su casa: lo hizo con una identidad que parecía extraviada y ahora empieza a recuperar. La victoria, enorme por el contexto y por la jerarquía del rival, se tiñe de un halo histórico. El Rojo jugó con decisión, fiel a un plan y con jugadores que supieron llevarlo hasta las últimas consecuencias. La Bombonera fue testigo de un equipo que se animó, que no negoció su idea ni siquiera cuando la lógica pedía resguardarse, y que fue premiado con un triunfo resonante.

El golazo de Angulo, en una jugada en la que dejó atrás a media defensa xeneize, marcó el punto de quiebre del partido. Desde entonces, Boca se desmoronó. El equipo de Diego Martínez mostró voluntad, pero repitió errores que ya son rutina: desconexión ofensiva, malas decisiones en ataque y falta de contundencia. Tuvo sus chances, sobre todo explotando las espaldas del propio Angulo, pero las desperdició todas, entre apuros, malas definiciones y la figura de Rodrigo Rey, quien atraviesa un presente brillante.

MlZkYRWxz_720x0__1

La derrota vuelve a dejar a Boca frente a sus propios fantasmas. No fue el equipo inexpresivo que cayó frente a Lanús, es cierto, pero sigue careciendo de soluciones. Los cambios no funcionaron y la presencia de Cavani, Herrera o Zeballos no cambió el curso de los acontecimientos. Boca leyó bien el partido en su planteo inicial, pero nunca supo cómo doblegar a un Independiente compacto y convencido.

En las tribunas, la bronca fue acumulando presión y terminó por estallar. Por segundo encuentro consecutivo, los hinchas insultaron a Juan Román Riquelme. El aura del ídolo ya no alcanza para contener el malestar, que va mucho más allá del resultado puntual: se trata de una larga cadena de frustraciones deportivas y decisiones dirigenciales cuestionadas. La Bombonera no perdona, y esta vez lo dejó claro.

Independiente, en cambio, atraviesa un momento de ensueño. Con la calidad de Lomónaco como eje y un funcionamiento colectivo que gana solidez, el equipo de Carlos Tévez se anima a todo. Jugó un partido maduro, que supo cerrar con temple incluso después de haber perdonado el tercero. La imagen de los once jugadores defendiendo con uñas y dientes en el final, no es la de un equipo sometido, sino la de uno que sabe lo que quiere. Y hoy, lo que quiere es el campeonato.

Te puede interesar
Lo más visto