Boca lo grita: ¡somos campeones otra vez!

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Carlos Tevez
Carlos Tevez
La fiesta de Boca, desde adentro. Desde el campo de juego y el vestuario: así fue la fiesta íntima de Boca campeón. Un retrato de la inolvidable celebración xeneize, tras el 27° título de la era profesional.








Carlos Tevez se ríe. Canta y baila junto a sus compañeros sentado sobre el travesaño del arco que da a la Casa Amarilla, justo arriba del ángulo derecho. Mira fijo a la tribuna popular, como si no pudiera creer que su sueño se hizo realidad en apenas tres meses y medio.

"¿Me atajan?", le pregunta a un puñado de hinchas y periodistas que lo miran desde abajo. Tras la ocurrencia, se ríe a carcajadas y se baja solo, para desde abajo arengar al resto del plantel a que vaya a hacer lo mismo sobre el otro arco. Ni siquiera le importa que le hayan bañado la espalda con nieve artificial. Esta noche todo vale.

Sobre el césped de la Bombonera se suceden postales eternas. Porque a la de Carlitos se le acopla la alegría desbordante de Fabián Monzón, el autor del gol del campeonato. Su mujer lo mira con ternura, mientras le acomoda la medalla para que salga prolijo en una de las miles de selfies que le tomaron esta noche. El número 3 es uno de los últimos en irse al vestuario, junto a Gino Peruzzi y a Alexis Rolín. El uruguayo celebra con sus familiares, que llegaron especialmente desde Montevideo para esta celebración.

Sebastián Palacios no puede creer lo que vive. A comienzos de año se quedó en el plantel por una lesión de Cristian Pavón, y terminó siendo uno de los goleadores del equipo. "Tengo una gran felicidad por poder cumplir este sueño", confiesa.
Los jugadores celebran, los hinchas festejan a lo grande. Risas, cánticos, lágrimas, referencias a River, el rival de toda la vida.

Arriba y abajo: Boca es uno solo. Agustín Orion , más verborrágico que de costumbre, habla con todos los medios. Y a todos les deja en claro que el grupo está unido. Que "son inventos lo que se dice". Y agrega: "Boca es uno de los clubes más grandes del mundo, y es normal que se hable todo el tiempo de este club". Lo hace abrazado a su hijo, que mira sorprendido por la cantidad de micrófonos que atrae su papá. Uno de los pocos sobrevivientes del título logrado en el Apertura 2011 luce una camiseta especial, en donde se lee aquella frase que dijo Tevez tras la victoria ante River en el Monumental: "Todo volvió a la normalidad."

Con una sonrisa de oreja a oreja, Rodolfo Arruabarrena finalmente puede decir que su equipo es el campeón. Se ríe. Tevez habla con todos, en diferentes sectores de la cancha. Se lo nota exhausto al Apache, que sabe que le queda muy poco para iniciar sus primeras vacaciones en 18 meses. Campeón de Italia con Juventus y de la Argentina con Boca en el mismo año.



No todo fue alegría en esta jornada de celebración xeneize. Cientos de socios y abonados se quedaron afuera. La decisión de permitir el ingreso a todos los asociados sin establecer ningún tipo de política de prioridad con aquellos que dijeron presente todo el año quizás haya sido un guiño político para algunos sectores, pero en el exterior, en las afueras, todo fue un caos en todas las puertas de acceso, que acabó con cuatro policías hospitalizados.

Los festejos bajan en intensidad en la cancha de Boca. Después de más de una hora de celebración, el público desaloja el estadio con un destino común: el Obelisco, cita habitual después de cada estrella. El jolgorio y el exceso juegan su otro partido. En el campo, uno de los últimos en irse al vestuario es Nicolás Lodeiro , que se saca fotos con sus familiares debajo del arco que reemplazó al que le regalaron a Martín Palermo en 2011. El uruguayo tiene la copa y no quiere soltarla. Pide que se la dejen, se queja de que los futbolistas no puedan llevarse una réplica en miniatura del trofeo.

La fiesta siguió en el vestuario, con familiares y amigos de los futbolistas. La relajación es evidente, aunque los protagonistas aseguran que no pueden desconcentrarse porque el miércoles quieren ganar la Copa Argentina. Luego de cuatro años, Boca es otra vez campeón del fútbol argentino. Germinó la semilla que Arruabarrena pedía sembrar.

 

Fuente: La Nación.-
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