San Martín logró un triunfo histórico ante Boca y sueña con quedarse en Primera
Deportes
Forestello confía plenamente en sus jugadores
El verdinegro le hizo 6 goles a Boca en Concepción para el delirio de los sanjuaninos. Ahora renueva su ilusión por mantener la máxima categoría del fútbol argentino.
El jugador de Boca se lamenta ante uno de los seis festejos de los sanjuaninos.
Pelota llovida sobre el área, se eleva Penco y gana una vez más. Todos se agarran la cabeza. Afuera del campo ocurre lo mismo, porque nadie lo puede creer. Ni los locales ni los visitantes. Hasta el delantero del equipo sanjuanino lo grita con desenfreno en su carrera loca para buscar el abrazo. En Boca nadie se ríe, pero San Martín es una fiesta que se baila al ritmo de Osorio Botello (tres goles), Landa, Penco y Luna. Porque el verdinegro del Pueblo Viejo llevaba 16 fechas sin ganar y triunfar así, en medio de la pelea por mantener la categoría, levanta el ánimo hasta el cielo y más allá. El Xeneize no encuentra razones ni excusas: un equipo con mayoría de titulares, con Carlos Bianchi en el banco, sin fallos polémicos que discutir.
San Martín golpeó primero, a los dos minutos. Osorio Botello anotó el primero de los seis goles y de los tres propios. Así, de esta manera, San Martín supo aprovechar el desconcierto de su visita: tras dos buenas atajadas de Ustari, Luna la tiró por arriba, el guardameta de Boca, quizá encandilado por el sol, perdió de vista la pelota y llegó el 2-0.
En el mejor momento de Boca, cuando Colazo había estrellado un tiro en el palo y el Burrito Martínez se había perdido el descuento, Silva cambió por gol el penal que cobró el árbitro Lousteau tras una dudosa falta a Lautaro Acosta pero, rápidamente, todos perdieron la concentración y, de golpe, un tiro libre, un cabezazo certero de Lucas Landa y el 3-1. Lo mismo pasó en el final del primer tiempo: cuando los jugadores de Boca pensaban en irse ya al vestuario, el colombiano Osorio Botello, de partido inolvidable, metió el 4-1 antes del descanso.
Los cambios de Carlos Bianchi no dieron resultado en el entretiempo: afuera Caruzzo y Clemente Rodríguez, adentro Escalante y Magallán que no pudieron cambiar la historia ni solidificar una defensa que hacía agua en todas sus líneas. Tampoco pudo Palacios, que ingresó con la carga del resultado y su juventud a cuestas.
Boca nunca pudo recuperarse, los golpes parecen dolerle demasiado y, mientras sus jugadores se lamentan, los demás se aprovechan. San Martín hizo todo bien, fue inteligente para darse cuenta de las debilidades del rival y le faltó el respeto cuantas veces quiso. El sueño de San Martín está intacto y más vivo que nunca. Jugando de esta manera, salvarse del descenso no es una utopía. El camino de trabajo y humildad, más el trabajo encarado por el nuevo técnico Rubén Forestello, de a poco está mostrando sus resultados.
El jugador de Boca se lamenta ante uno de los seis festejos de los sanjuaninos.
Pelota llovida sobre el área, se eleva Penco y gana una vez más. Todos se agarran la cabeza. Afuera del campo ocurre lo mismo, porque nadie lo puede creer. Ni los locales ni los visitantes. Hasta el delantero del equipo sanjuanino lo grita con desenfreno en su carrera loca para buscar el abrazo. En Boca nadie se ríe, pero San Martín es una fiesta que se baila al ritmo de Osorio Botello (tres goles), Landa, Penco y Luna. Porque el verdinegro del Pueblo Viejo llevaba 16 fechas sin ganar y triunfar así, en medio de la pelea por mantener la categoría, levanta el ánimo hasta el cielo y más allá. El Xeneize no encuentra razones ni excusas: un equipo con mayoría de titulares, con Carlos Bianchi en el banco, sin fallos polémicos que discutir.
San Martín golpeó primero, a los dos minutos. Osorio Botello anotó el primero de los seis goles y de los tres propios. Así, de esta manera, San Martín supo aprovechar el desconcierto de su visita: tras dos buenas atajadas de Ustari, Luna la tiró por arriba, el guardameta de Boca, quizá encandilado por el sol, perdió de vista la pelota y llegó el 2-0.
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Boca nunca pudo recuperarse, los golpes parecen dolerle demasiado y, mientras sus jugadores se lamentan, los demás se aprovechan. San Martín hizo todo bien, fue inteligente para darse cuenta de las debilidades del rival y le faltó el respeto cuantas veces quiso. El sueño de San Martín está intacto y más vivo que nunca. Jugando de esta manera, salvarse del descenso no es una utopía. El camino de trabajo y humildad, más el trabajo encarado por el nuevo técnico Rubén Forestello, de a poco está mostrando sus resultados.
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