Se perdió en un estadio de fútbol y apareció 11 años después

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Rudolf Bantle era uno más en la numerosa comitiva de hinchas del Basilea que ingresó al estadio Giuseppe Meazza, en Milan, para asistir al partido de su equipo contra el Inter, por la Champions League. Eso ocurrió hace más de once años, el 24 de agosto de 2004. Desde entonces, nunca más se supo de él. Hasta ahora.





 

Esa noche, en el Basilea fueron titulares tres argentinos: Matías Delgado, Julio Rossi y Christian Giménez. El equipo italiano, en el que jugaban Javier Zanetti y Juan Sebastián Verón, terminó goleando 4-1 a su visita, pero Bantle, que entonces tenía 60 años, tomó minutos antes una decisión que tendría profundas consecuencias en su vida. A cinco minutos del final del encuentro, cuando el técnico suizo Christian Gross decidió reemplazar a Giménez con el cordobés César Carignano, Bantle decidió ir hasta el baño.

Cuando regresó a la tribuna, sus amigos ya no estaban. Salió del estadio, pero no recordaba dónde habían estacionado el auto. Con apenas 20 euros en el bolsillo, sin un celular, sin recordar el número telefónico de su domicilio, Bantle quedó desamparado en Milán.
Allí vivió durante los últimos años, durmiendo en la calle y manteniéndose a flote gracias a la solidaridad de los vecinos del barrio de Baggio.

Sus amigos regresaron a Basilea sin noticias del hincha perdido. Sin familia, sin hijos o hermanos que lo reclamasen, su suerte pronto cayó en el olvido. La policía suiza colocó a Bantle en la lista de personas desaparecidas y, sin tener noticias adicionales, dio el caso por cerrado en 2011. Unas 4000 personas por año se reportan desaparecidas en Suiza.

"Era una leyenda en la zona. La historia (de que se perdió en el Estadio) de San Siro circulaba, pero no sabíamos si era verdad o no", aseguró un comerciante del barrio, al diario Schweiz am Sonntag. "Nunca le gustó hablar de sí mismo. Todo el mundo lo quería. La gente le compraba comida y ropa y él ayudaba a la gente cuando podía".

Bantle no quiso volver a Basilea. Se sentía más libre en las calles de Milan. Se duchaba una vez por semana en unos baños públicos y pasaba horas en una biblioteca. Inclusive, como buen hincha de fútbol, después de la goleada que el Inter le propinó a su equipo, se hizo hincha del Milan, y miraba los partidos en algunas agencias de apuestas deportivas.

Pero en setiembre pasado sufrió un accidente, se rompió un fémur y, al no poseer seguro médico ni domicilio en Milan, intervino el consulado helvético, que lo repatrió al Hospital Universitario de Basilea. El hincha perdido declaró que el consumo de cerveza le ayudó a mantenerse "caliente" y recordó que "un tipo me dio un saco de dormir y eso me salvó la vida".

Ahora, en Basilea, vive en un asilo y un subsidio de 300 euros al mes. "Cada noche, me permiten tomarme un par de latas de cerveza", asegura. A los 71 años, retornar al estadio no figura entre sus prioridades.

 

Fuente: La Nación.-
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