Filete: patrimonio cultural de la humanidad

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Memo Caviglia
Memo Caviglia
Un proyecto presentado ante la Unesco aspira a que el mítico filete porteño pueda ser distinguido como patrimonio cultural de la humanidad. A fin de año se podrá saber el veredicto final.





 

Memo Caviglia, fileteador.

El día empieza a despedirse en Timoteo Gordillo al 2400, una de las calles (tal vez) más porteñas del barrio de Mataderos. Su piso de empedrado, las casas bajas y coloniales de alrededor, y los murales plagados de espirales, flores, colores brillantes y efectos tridimensionales, resultan pequeños indicios de la cuadra que afianzan esta condición. Pero será un carro pintado de color rojo estridente, que remite a aquellos que utilizaban los inmigrantes entre fines del siglo XIX y principios del XX para transportar mercadería, lo que terminará por confirmar la impronta que reúne el lugar.

La llamativa decoración del objeto ubicado frente a un portón de hierro negro de grandes proporciones, antesala de un taller donde se practica desde hace años el arte del fileteado, invita a cruzar enseguida a la vereda de enfrente, golpear la puerta y encontrarse con su dueño, Fernando "Memo" Caviglia, y José Espinosa, Diego Prenollio, Silvia Dotta, Franco Fullone y Marcelo Sainz, entre otros tantos hacedores de esta antiquísima técnica, para conocer de su propia boca qué los llevó a reunirse, y descubrir cómo planean preservar uno de los emblemas iconográficos que mejor representan a Buenos Aires.

La conversación avanza circularmente con mate amargo de por medio. Sentados en bancos de madera verde gastada, entre pinceles de oreja de buey, carteles y frases, otro carro de estilo tradicionalista separado a un costado y un tango que se oye de fondo y acentúa el porteñismo del ambiente, los artistas explican el proyecto más ambicioso desde que conformaron la asociación: postular al filete ante la Unesco para que sea declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

"La iniciativa se presentó a mediados del año pasado junto con la Subsecretaría de Patrimonio Cultural, y desde entonces pasamos por distintas instancias. El trabajo de las antropólogas (Liliana Barela, Liliana Mazzettelle, Nelida Barber, Mercedes Bracco y Patricia Salatino) que nos convocaron fue impecable y, por ahora, seguimos en carrera. En noviembre, se conocerá el veredicto", relata Silvia Dotta, mientras imagina mentalmente la distinción y cruza los dedos a modo de cábala. "Memo" Caviglia completa satisfecho: "Se presentaron varios proyectos para competir en esta edición: el de los cafés (o bares notables) de Buenos Aires, que se rechazó, y también el de las milongas, que no prosperó. El único que se mantiene es el nuestro".

El 27 de abril de 2006, mediante la Ley N°1941, se declara al filete porteño "Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires".

En paralelo, los principales propulsores de esta movida explican en Filete y Patrimonio -una página web donde la Ciudad concentró el grueso de la tarea realizada antes de presentarla- que la postulación "se fundamenta en el reconocimiento de esta técnica pictórica como una expresión singular y representativa de Buenos Aires, y por extensión del país, que la convierte en referente de la identidad porteña y nacional".

No hay dudas. La posible y cercana venia de la Unesco respecto al oficio aglutina con altas expectativas al grupo que, lejos de marearse en esta espera, no se queda quieto y encara nuevas alternativas con el fin de mantener vivo y puro este arte popular argentino ante sus riesgos de extinción y deformación.

DEFENDER LO PROPIO, EL FIN ULTIMO

El camino de cuidado y difusión del filete comenzó, según reconocen, mucho antes de recibir la convocatoria para postularse ante la Unesco. Nació en el interior de cada uno, primero, y como equipo, después, frente a la necesidad de defender lo propio, para que no muriera ni mutara su esencia.

Sintieron que era el momento de reunir a las distintas generaciones, y lo que surgió espontáneamente como un mero contacto o intercambio en Facebook, tomó forma, y dio paso a lo que hoy constituye la primera Asociación de Fileteadores de la Argentina; una especie de tributo a la pareja de Nicolás Rubió y Esther Barugel, quienes en la década del 70 recopilaron minuciosamente registros históricos y testimonios para plasmarlos en Los maestros fileteadores de Buenos Aires, una obra insignia dentro del sector.

La idea de un ente que los representara cobró impulso tras algunos improvisados asados en el taller de "Memo" y encuentros con exponentes, y la premisa de trabajar para que el filete no sea olvidado por estas tierras bastó para unirse. "La intención es que seamos cada vez más. Queremos que cada uno le aporte al filete en sí desde sí, por eso decimos que trasciende lo individual. Forma parte de algo que es emblema y que nos une a todos, nos hermana como pares, más allá de las diferencias", apunta Dotta.

Quienes integran este equipo insisten en destacar que la técnica de filetear es única, aunque sus integrantes cultiven maneras distintas de ponerla en práctica. Así lo explica Franco Fullone: "Los elementos son siempre los mismos, los mismos palotes. Cada uno tiene su personalidad y así nos conocemos, por lo que es muy difícil no identificar el trabajo de otro. Lo que cada uno hace, no lo hace nadie. Se puede copiar, o como decimos en nuestra jerga, puede haber alguna influencia, pero cada uno conserva su propio sello".

UN ARTE MULTIPRESENCIAL

En la actualidad, las diversas expresiones que asume el filete conviven con los riesgos de confundir cualquier pincelada estilizada o firulete con manifestaciones que distan de serlo.

Desde la asociación recuerdan casi al unísono que este arte irrumpió en Buenos Aires de la mano de los carros de trabajo que entraban y salían de los mercados, que más tarde se trasladó a los ploteados de camiones y colectivos, y tiempo después acaparó también la cartelería de comercios ubicados en los barrios tradicionales de la Capital. Es en esta última acepción donde encuentran las mayores dificultades, especialmente cuando se imprimen réplicas que amenazan con teñir el legado original sólo por seguir una especie de "moda pasajera".

El 14 de septiembre de 1970 se realizó la 1era. Exposición de Filete Porteño. Por ese motivo, a partir de entonces, ese día se conmemora el Día del Fileteador.

"Apuntamos a unificar criterios para evitar que cualquiera pueda decir que lo que hace es filetear y que el arte se deforme. Nuestro oficio está librado a la suerte y se forman mitos, por eso buscamos hacer una historia y una versión oficial de lo que es y somos", sostiene Memo al hablar de las ramificaciones y los peligros a los que se enfrentan a diario.

DESDE ADENTRO HACIA AFUERA

Por todo esto y con la apuesta de promover su pasión en el exterior, la asociación busca dejar de ser un sector para unos pocos para "generar un espacio desde adentro hacia afuera", y traer a "este mundo con sus propias reglas" a quienes deseen involucrarse. Todos los años, alrededor del 14 de septiembre (Día del Fileteador) organizan un encuentro abierto a la comunidad ligada al arte. Allí, exponen trabajos; organizan charlas y seminarios, muestras colectivas, foros y debates; hacen pintura participativa; y hasta distinguen a referentes consagrados. Es su carta de presentación y una forma de salir del nicho, más allá de que no renieguen de pertenecer a él.

En un punto, ademas de rescatar la tradición, actualizarla y protegerla, intentan contagiar a los porteños del espíritu alegre y positivo que encierra el filete, un emblema que identifica a los vecinos como al pueblo. "No vas a encontrar un solo cuadro que transmita tristeza", asegura Fullone. Dotta remata: "Como decía Ricardo Gómez, maestro de muchos de nosotros, si para Discépolo el tango es un sentimiento que se baila, el filete es un pensamiento que se pinta".

 

 

Fuente: La Nación
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