Compartir tiene sus límites, incluso para ellos
TecnoUna demanda contra Mark Zuckerberg de Facebook ha aclarado un poco cómo son los acuerdos de confidencialidad en el ámbito residencial.
Las actividades que lleva a cabo la gente que remodela los hogares de los titanes de la tecnología en Silicon Valley son de todo tipo, desde colocar madera reciclada en el piso, instalar baldosas aún más delgadas en el baño hasta conectar la red.
De acuerdo con agentes de bienes raíces, arquitectos y contratistas, a cualquiera que se vincule con los hogares de un pequeño pero creciente número de ejecutivos de la tecnología se le pide firmar estos poderosos documentos, que exigen la más absoluta confidencialidad. Algunas veces los inmuebles se compran a través de fideicomisos o empresas para que los nombres de los propietarios no aparezcan en los títulos de propiedad.
Se sabe que muchas veces las celebridades buscan que no se den a conocer datos sobre sus residencias. Pero ahora, en el caso de los acuerdos de confidencialidad, la gente que solicita que se firmen no siempre es una estrella, sino que trabaja para reconocidas empresas de tecnología: Facebook, Google, Twitter.
"Hay gente de la que nunca has oído hablar", expresó un contratista que pidió que no se diera a conocer su nombre debido a que ha firmado unos 10 acuerdos de confidencialidad durante los últimos tres años en distintos trabajos de remodelación. En la acaudalada Bay Area en el norte de California este tipo de trabajos se han vuelto "bastante comunes" entre los hogares de los que están en el rubro de la tecnología.
"Algunas veces, ni siquiera sabemos quién es el cliente. Otras, nos enteramos de su identidad mientras hacemos el trabajo", dijo el contratista.
Debido a que la gente firma documentos jurídicos en los que se compromete a no divulgar información alguna, resulta casi imposible saber quiénes y cuántas personas celebran este tipo de acuerdos.
Sin embargo, una reciente demanda en la que una de las partes era uno de los nombres más importantes de todos los tiempos, Mark Zuckerberg, ha aclarado un poco cómo son los acuerdos de confidencialidad en el ámbito residencial, así como el tipo de privacidad a la que se obligan quienes los suscriben. Los documentos que se anexan a la demanda, incluidos aquellos que se anexaron en fechas recientes, demuestran que Zuckerberg y sus representantes solicitan la firma de acuerdos de confidencialidad. En un correo electrónico que agregó como anexo a la causa, el abogado de Zuckerberg le escribe al abogado de la otra parte que "como su cliente sabe, Zuckerberg no escatima esfuerzos en lo que respecta a proteger la privacidad de su vida personal".
Zuckerberg no escatima esfuerzos en lo que respecta a proteger la privacidad de su vida personal, dijo el abogado del director de Facebook sobre los acuerdos de confidencialidad
Esto da un giro inesperado al caso: Algunas de las personas que exigen acuerdos de confidencialidad son las mismas que han construido una industria haciendo lo contrario, recabando información personal.
Neil Richards, catedrático y experto en temas de privacidad de la Facultad de Derecho de la Universidad de Washington en St. Louis, comentó que los acuerdos de confidencialidad generan criterios sobre "lo que sí y lo que no se debe hacer tratándose de información".
Resulta comprensible que los nuevos millonarios de la tecnología quieran ocultar su riqueza en tiempos en los que crece la animadversión hacia los que trabajan en este rubro y que están encareciendo el Bay Area; llamémosle consumo no conspicuo.
Por lo tanto, no nos vamos a enterar de gran cosa sobre el trabajo que se está llevando a cabo en 21st Street cerca de Dolores en San Francisco por boca de los trabajadores que han pasado la mayor parte de estos dos últimos años trabajando ahí.
Hace poco, me acerqué una tarde a un hombre que estaba parado en la calle, me presenté como reportero de The New York Times y le pregunté en qué estaba trabajando.
"Estoy trabajando en una casa", dijo y le dio un sorbo a su gaseosa de Burger King y continuó fumando su cigarrillo; agregó que era un electricista en su hora de comida y no le saqué mucho más.
Era evidente en qué casa estaba trabajando; una multitud de trabajadores entraban y salían, media docena de camiones estaban estacionados en la calle, una orquesta de serruchos, andamios y escaleras esperaba su turno en la calle.
"¿En qué casa?", pregunté.
"La que está al final de la calle". Su respuesta era imprecisa.
"¿Te refieres a la casa de Zuckerberg?", pregunté. Se ha informado por todos lados que ésta es su propiedad, aunque el registro público dice que el propietario es SFRP L.L.C.
"No podría decir de quién es ni de quién no es", dijo el electricista.
¿Habría firmado un acuerdo de confidencialidad?
"Todos los trabajadores lo hacen", admitió. Fin de la conversación.
Fuente: La Nación.-
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