Mónica Sosa y el trabajo de proteger la vida silvestre de los parques nacionales

Sanjuanina por adopción que se enamoró del parque nacional El Leoncito y lo eligió para cuidarlo y protegerlo, Mónica Sosa comparte años de experiencia como línea defensiva de la naturaleza local.

San Juan
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Argentina celebra este 9 de octubre el trabajo de los guardaparques nacionales a largo y ancho del país, reconociendo el esfuerzo de hombres y mujeres por preservar la naturaleza protegida. Flora y fauna habitan ecosistemas enteros que muestran las bellezas de nuestro territorio, y que los guardaparques han jurado proteger, con todos los desafíos que tal tarea conlleva. Mónica Sosa es la jefa de guardaparques del Parque Nacional El Leoncito, sanjuanina por adopción que se enamoró del rinconcito de Calingasta tanto como de su trabajo.

Llegar al rol de guardaparque no es sencillo, Mónica lleva 27 años como protectora de estos espacios, y para llegar a ello debió recorrer el país y alejarse de su Buenos Aires natal “me he criado en el campo y es como que siempre tuve esta relación directa con el campo y la naturaleza, entré a la carrera en 1996 e hice varios voluntariados en parques nacionales, en ese entonces nos pedían tener carreras universitarias relacionadas con la temática, fui a estudiar a La Plata, luego hice la tecnicatura en Administración de Áreas Protegidas con una beca en la Universidad Nacional de Tucumán, e hice un curso donde solo quedamos 20 de 1200 que éramos”.

Mónica recorrió varias provincias más, pero reconoce que el esfuerzo lo vale, y cuando la vida la trajo a San Juan quedó enamorada “de estar recorriendo toda la Argentina, elegí cual sería mi lugar en el mundo, uno va haciendo lazos y la familia siempre la terminas teniendo lejos, pero conocí a mi esposo y me quedé en la provincia” y el deber instalarse en el parque de Barreal y adaptarse es un desafío para todos “él hacía 150 kilómetros para ir a la clase a Calingasta, a mi hijo lo bajábamos todos los días al jardín, todo un movimiento familiar que tenía su costo”.

El amor por la naturaleza es un factor común en todo guardaparques, Mónica lo vive profundamente a su manera “yo no cambio despertarme con el ruido de perros ladrando en el patio de mi casa, el sonido de las aves a la mañana temprano, el agua corriendo en la sequía, levantarme y tener la cordillera, la precordillera como primer vista, como saludándome, eso para mí es impagable, lo mismo que ir a una parte de un valle y encontrarte un grupo de guanaco de, no sé, 400 animales con las crías al pie, ver la fauna así son cosas que no tienen precio, no lo puedo describir” contó Sosa.

El trabajo de la profesional también se extiende a prevención y educación “trabajamos mucho en educación ambiental, y los chicos terminan diciendo ´gracias por lo que hacen, yo me comprometo a que no voy a tirar residuos, le voy a decir a mi familia que hay que cuidar el otro ser vivo´, eso para mí es un mimo al alma”. Además, toman riesgos para proteger los espacios naturales “hay caza o pesca furtiva, o cuando vos tenés un encontronazo con furtivos no te van a preguntar quién sos, te tiran directamente, hay muchos peligros hoy en día” subrayó Sosa.

Mónica disfruta del trabajo que ama y que eligió con gusto “disfrutar de lo que uno quiere, eso tiene que ver con la pasión, y si uno hace las cosas eligiéndolas, el sentido de la vida, para mí, pasa por ahí”.

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