Una pareja de policía ayuda a las personas en situación de calle

Lourdes y Rodrigo son pareja, padres y policías de la Comisaría 32 de San Rafael. Reparten abrigo y alimentos a las personas en situación de calle.

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Rodrigo y Lourdes
Rodrigo y Lourdes

La historia de Lourdes Villar y Rodrigo Vizcaya es digna de ser contada. Ambos son pareja, padres de un niño y, a la vez, policías compañeros de trabajo en la Comisaría 32 de San Rafael. Su vocación por ayudar a las personas más necesitadas los llevó a implementar un gesto solidario que se convirtió en un ejemplo.

Básicamente, un día pensaron que era buena idea repartir abrigos y comida caliente entre las personas en situación de calle, en medio de un invierno que no los perdona. Esa idea inicial fue ganando adeptos y conformando un red de asistencia que sigue en crecimiento.

La emotiva historia de los policías solidarios

Su historia fue recogida por el portal del Gobierno de Mendoza, que publicó una serie de declaraciones de los jóvenes policías, quienes contaron entre otras cosas cómo surgió la idea. Fue durante una cena bajo la nieve, cuando su hijo Benjamín, de ocho años, se preguntó cómo ayudar a las personas que están afuera. Que viven afuera.

Inmediatamente y como respuesta, los jóvenes policías comenzaron a organizar una colecta de alimentos no perecederos, cocinaron guisos, cargaron termos con chocolate caliente y salieron a repartir viandas y abrigo a quienes duermen en la calle.

“No lo hacemos en nombre de la policía”, aclara Rodrigo. “Esto es personal. Lo hacemos como ciudadanos, como personas”, aclararon.

La comunidad respondió a este gesto solidario con atención y aportó su cuota de generosidad. A las primeras ollas se sumaron frazadas, colchones, abrigos y utensilios. Las viandas pasaron de unas pocas a cincuenta por día. Los puntos de entrega se expandieron.

"Nos dimos cuenta de que no es solo el plato lo que se entrega", dijo Lourdes. "Muchas veces es la palabra, el gesto, el saber que hay alguien que te ve, que te reconoce, que te trata con respeto". La idea, asegura ella, es simple: ser empáticos no es repetir una consigna. Es actuar. “Ese valor esencial del ser humano, si no se practica, se muere”, dice. “Por eso queríamos contagiarlo”.

Un trabajo familiar y colectivo

Es así como durante sus días francos, Lourdes y Rodrigo se levantan temprano, cocinan en su casa y organizan el reparto. El resto del tiempo trabajan como cualquier efectivo, cumpliendo con su servicio en la comisaría. En los ratos libres, responden mensajes, coordinan entregas y reciben donaciones. "No siempre se puede hacer todo, a veces el trabajo o la vida personal nos condiciona, pero cuando podemos, salimos", explicaron.

De esta manera, lo que empezó como una idea de colaboración como proyecto familiar salpicó a toda la comunidad. "Hay mucha gente que quiere ayudar, pero no sabe cómo", dice Rodrigo. "Por eso hicimos esta colecta: para mostrar que se puede", agrega.

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