La autopsia reveló que el casero de Rawson no falleció por causas naturales

El hallazgo del cuerpo junto a una bicicleta había hecho pensar en una descompensación, pero la autopsia reveló lesiones internas severas. La Justicia mantiene abiertas varias hipótesis.

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El caso de Roberto Carlos Peña Fernández, el casero de una finca en Rawson que fue hallado sin vida el martes por la noche, dio un giro inesperado. En un principio, todo apuntaba a que había sufrido una descompensación mientras se desplazaba en bicicleta hacia su lugar de trabajo. Sin embargo, el resultado de la autopsia derrumbó esa hipótesis y confirmó que se trató de una muerte violenta.

El cuerpo fue descubierto por el dueño de la finca, quien había intentado comunicarse telefónicamente con Peña sin éxito. Preocupado por la falta de respuesta, se dirigió personalmente al establecimiento y, a unos 200 metros de la casa del trabajador, lo encontró tendido boca abajo en un callejón de tierra, junto a su bicicleta. El finquero, impactado por la escena, se contactó con su abogado antes de dar aviso a la Policía.

La primera inspección ocular no mostró signos visibles de violencia, por lo que los investigadores de la UFI Delitos Especiales, encabezados por el fiscal coordinador Iván Grassi y el ayudante fiscal Pablo Orellano, manejaron inicialmente la posibilidad de un deceso por causas naturales. Sin embargo, el informe forense reveló dos fuertes golpes en el tórax, una costilla rota, el estallido del bazo y daños severos en el corazón, lo que llevó a descartar por completo la teoría inicial.

Con este nuevo escenario, la fiscalía ordenó una segunda inspección detallada en el lugar del hallazgo. El procedimiento, realizado al mediodía del miércoles, incluyó una búsqueda exhaustiva de huellas, rastros y cualquier otro elemento que pueda contribuir al esclarecimiento del hecho.

Una de las líneas de investigación que se analiza es la posibilidad de que las lesiones hayan sido provocadas por una patada de caballo, dado que el cuerpo no presentaba otros signos de agresión y el entorno rural facilita ese tipo de situaciones. Sin embargo, las autoridades no descartan otras alternativas y aseguran que continuarán explorando todas las hipótesis hasta conocer con certeza cómo se produjo la muerte.

Peña, de entre 45 y 50 años, vivía solo en la finca ubicada en la zona de Calle 10 y Oratorio. No tenía familiares cercanos y, según las primeras averiguaciones, no había denunciado amenazas ni conflictos previos. La investigación sigue en curso y por el momento no hay detenidos ni testigos presenciales del hecho.

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