“La única ayuda que necesito es que me compren”: la vendedora de 83 años que conmovió a San Juan

En el Parque de Mayo, una mujer jubilada sigue trabajando cada día para sobrevivir. Su historia fue compartida por un vendedor ambulante y generó una ola de empatía en redes sociales.

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Ana tiene 83 años, un problema en el corazón, un pase por discapacidad y una fuerza que emociona. Desde hace años recorre el Parque de Mayo con su pequeño emprendimiento: cuadernitos hechos con sus propias manos. Lo hace porque su jubilación no alcanza para cubrir sus medicamentos, ni mucho menos para llegar a fin de mes.

“No necesito tu ayuda, necesito que me compren mi pequeño trabajo que hago con mis propias manos”, dice, con dignidad y sin reclamos, mientras cuenta su historia acompañada por Walter, un vendedor ambulante conocido en San Juan como “el cantante callejero”, quien la entrevistó y compartió su testimonio en redes.

Ana se define como una luchadora. Empezó a trabajar por necesidad cuando enviudó, y desde entonces se sostiene con lo que logra vender. “Esto lo hago con cariño, con amor. A veces me falta para el papel, a veces me falta para el corrochito este, pero así sigo luchando”, explica con serenidad. Y agrega: “Uno me compra, el otro no puede... pero no le puedo exigir a la gente que me compre. No es exigible. A mí me da gracia que no me compren. Bendiciones a todos los que puedan ayudar comprándome mis ardeñitas”.

Su historia se viralizó rápidamente en San Juan. No hubo que agregarle dramatismo ni adornos: la imagen de una mujer mayor, sentada con sus cuadernitos, agradeciendo a quienes se acercan a comprarle, fue suficiente para tocar fibras profundas en una comunidad golpeada por la crisis.

Walter, quien la grabó y la presentó como “Anita, una vendedora ambulante con un corazón enorme”, también quedó conmovido: “Me marcó su frase. Dijo: ‘La única ayuda que necesito es que me compren’. Nada más. Y sentí que debía subirlo”.

La voz de Ana se suma a la de miles de adultos mayores que, a pesar de haber trabajado toda su vida, hoy no pueden afrontar sus gastos básicos. Pero su historia también es la de alguien que elige seguir de pie, con dignidad y creatividad, apelando a la solidaridad de quienes todavía creen en el valor del trabajo. Y en la posibilidad de ayudar simplemente comprando un cuaderno.

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