Tesoro de Osorio, una leyenda sanjuanina que atrapó el interés durante siglos

San Juan
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El tesoro de Osorio es una leyenda sanjuanina que tiene como protagonista al capitán español Francisco de Paula Soria, que vivió en la provincia de San Juan. La narración cuenta que Soria encontró una veta de oro puro en la cordillera y escondió un tesoro valioso. Desde hace varios siglos muchos aventureros emprendieron la búsqueda de este tesoro sin poder encontrar nada.






San Juan a lo largo de su historia ha cosechado distintas leyendas populares, como los enamorados de Talacasto, el Barreal Blanco o la leyenda del Camino del Inca. Pero, entre estas, hay una que ha llevado que distintas personas hayan emprendido largos recorridos y años de su vida para corroborar su veracidad. Se trata del tesoro de Osorio, una fortuna escondida entre montañas sanjuaninas que a muchos aventureros ha tentado.

Esta leyenda tiene como protagonista a Francisco de Paula Soria, un capitán español que vivió en la provincia de San Juan en el Siglo XVI. Él, con la guía de un aborigen, encontró una veta de oro puro en la cordillera sanjuanina y lo extraía con nativos del lugar. Si bien hay registros documentales de la existencia de este capitán en suelo sanjuanino, no de que haya escondido un tesoro.

Según cuenta el relato popular, Soria habría escondido parte de su tesoro recolectado en la provincia para para evitar que durante su ausencia alguien se quedara con su fortuna, pues este debía de viajar rápidamente a Chuquisaca, en Bolivia. Antes de partir, despidió a los mineros indígenas y enterró siete cogotes de guanaco llenos de oro puro en las cercanías de Angualasto, más precisamente en la serranía de Colanguil.

El capital español tomó la decisión de resguardar su tesoro con la idea de regresar prontamente por él, pero enfermó y murió en este departamento boliviano. No obstante, antes de sucumbir y sin poder enviar a alguien por su oro, dejó en confesión a un sacerdote jesuita el supuesto derrotero para llegar al tesoro.

El texto era el siguiente: "Saldréis del pueblo de Calingasta y tomando al poniente por el camino de los indios bajaréis a un arroyo y tomaréis arroyo arriba hasta encontrar un cerro derrumbado en ambas partes, por donde pasa el agua por debajo de unos puentes de piedra y en poca distancia encontraréis un arroyuelo a mano derecha. Tomaréis por él hasta su remate... También te encargo que busques con alguna prolijidad una piedra verde de estatura de un hombre que está parada a cuyas inmediaciones se halla, y encontrada que sea la voltearéis y escavaréis: Allí dejé tapados millones de oro y plata. Igualmente buscaréis en las cercanías una casa que se dice blanca que tiene la puerta al sol en donde tiene una gran lápida verde tapada. Lee con alguna detención este formulario y el pitipiés que tengo honor de acompañarte por el cual seréis feliz y no desconfíen vuestros descendientes de este mi razonar así. Dado en la ciudad de Chuquisaca y marzo 25 año 17... (Roto). Francisco de Paula Soria".

A esta confesión se la conoce como “El derrotero de Soria”. Hoy es considerado como casi una leyenda debido a que en el convento Santo Domingo, en donde se señaló durante mucho tiempo que estaba guardado el derrotero, aseguran que dicho documento no existe o al menos no se encuentra allí.




En búsqueda de la veracidad de la leyenda  

Más allá de que puede ser o no solo un mito popular el tesoro escondido de Francisco de Paula Soria, hay ciertos indicios de que la mina existió y que muy probablemente el derrotero para llegar al oro enterrado también.

Es por esto que a lo largo de la historia varias personalidades de la provincia se dedicaron a investigar sobre el tema. Uno de ellos fue el escritor y periodista Rogelio Díaz Costa, quien aseguró en varias de sus publicaciones que él mismo vio el derrotero.

El escritor y periodista aseguraba que en el convento de Santo Domingo existía incluso otro documento que hablaba del tesoro. Se trata de una hoja suelta sin fecha ni firma que estaba dentro de una carpeta caratulada: "Escrituras antiguas y Capitanías". No obstante, pese a esta aseveración no hay un documento fotográfico en la actualidad o de otro tipo que respalde el escrito de la confesión.

“En efecto, corre en San Juan una antigua leyenda minera que situaría en el pueblo de Calingasta unos yacimientos auríferos de inmenso valor, que en la época de la colonia habrían sido explotados por un capitán español llamado Francisco de Paula Soria. La clave para encontrar estos yacimientos estaría en unas lomas situadas en las cabeceras del distrito de Angualasto, al norte de la provincia, desde las cuales podrían verse durante la noche los fuegos encendidos por los mineros indígenas”, detalló Díaz Costa, en su libro “El pueblo de Calingasta”.

Además, en esta publicación, Díaz Costa señala que Desiderio Aguiar y Salvador Debenedetti conocieron la leyenda en cuestión. “Ahora bien, tales minas existían. Las conoció el Cabildo de San Juan y el de Mendoza en 1789 y lo confirman dos ‘derroteros’ existentes en poder de los señores Juan Antonio Dávila y Juan José Fonseca y en el Archivo del Convento de Santo Domingo de San Juan, perteneciendo este último a losJesuitas”, especificó Díaz Costa.

Por su parte, el historiador R. Díaz López, padre de Rogelio Díaz Costa, encontró un documento existente en el Archivo de Santiago que muestra que, en 1536, en Calingasta se trabajaban minas o aventaderos. Estas eran conocidas por entonces como "Labranzas de Soria", cuya denominación trascendió en el tiempo y que hay documentación que la respalda, y pertenecían precisamente a Francisco de Paula Soria.

En cuanto al lugar del escondite del tesoro de Paula Soria, en una investigación de Díaz Costa publicada en 1944 en los Anales del Instituto de Etnografía Americana, se señala que no corresponde en la actualidad al departamento Calingasta como se menciona en la confesión, puesto que este lugar hoy pertenece a un territorio del departamento de Iglesia.

 

En la búsqueda del tesoro de Osorio 

Una vez teniendo datos precisos que pueden aseverar una posible existencia del tesoro en cuestión, se realizó una expedición en 1954 para encontrar restos de la antigua comunidad minera en la zona cordillerana del norte de San Juan, en la que participó Rogelio Díaz Costa.

Si bien no hallaron la ciudad, pero sí construcciones o pircas precolombinas sobre el río Frío, afluente del Valle del Cura al pie del cerro Las Tórtolas. Allí había trozos de cerámica indígena. En este sentido, se comenzó a correr la creencia de que el tesoro de Paula Soria existió y que hay posibilidades de que estuviera escondido en este sitio.

No obstante, para Díaz Costa, antes de fallecer, descartó que el tesoro de Osorio estuviera en las ruinas de Río Frío como se sostuvo durante mucho tiempo por incongruencias que presentaban las ruinas con las descripciones del derrotero. Además, si estuviera en otro lugar este ya no se encontraría, pues “debió haber sido extraído por los jesuitas que fueron conocedores del mismo, o por alguno de los muchos buscadores que desde hace cuatro siglos se encuentran empeñados en descubrirlo", concluyó.
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