El ejemplo de Noruega, de la crisis al desarrollo

Internacionales
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Hace 50 años era una de las economías más pobres de Europa y pasó a ser la más desarrollada e igualitaria del mundo. El rol del petróleo y el ahorro para el futuro.








Los periodistas económicos suelen repetir que Yngve Slyngstad probablemente sea uno de los tipos más listos de su país. No luce como un tradicional ejecutivo de finanzas, se arremanga la camisa para hablar, bebe café en un vaso de plástico y maneja 800.125 millones de dólares, una suma que equivale casi al doble de la economía argentina.

Slyngstad es el jefe del Banco Noruego de Manejo de Inversiones (NBIM, por su sigla en inglés) y gestiona el mayor fondo del mundo, donde Noruega inyecta casi toda la renta petrolera que recibe del Estado. Con el horizonte puesto en el largo plazo, es la mayor reserva del mundo destinada a pensiones (161.000 dólares por habitante).

Todos los funcionarios del Gobierno hablan del NBIM, al punto que al llegar al país creí que este hombre era, cuanto menos, una figura popular. No fue así. Si camina por el microcentro de Oslo y detiene a diez personas al azar -tal como hizo este cronista-, todas conocen y pueden explicar a grandes rasgos qué es el "fondo del petróleo", pero muy pocas (sólo tres) responden con certeza quién es Yngve Slyngstad.

El experimento retrata la idiosincrasia de la economía noruega. A comienzos de la década del '70 el país se puso de acuerdo en qué tipo de sociedad quería y los ciudadanos confían en la estabilidad de su economía sin estar pendientes todo el tiempo de quién está administrando cada área del Estado.

Noruega logró los niveles más altos del mundo en calidad de vida e igualdad de oportunidades para su población. La educación es pública, gratuita y bilingüe. Es difícil encontrar a personas de menos de 50 años que no hablen inglés fluidamente. Todos poseen cobertura de salud; la esperanza de vida al nacer es de 81 años; la brecha salarial entre varones y mujeres es casi inexistente; no hay pobreza ni desocupación y la renta por habitante -57.300 dólares- es la cuarta más elevada del planeta.

En medio siglo se convirtió en uno de esos países con excelente reputación internacional, aunque de bajo perfil político, a los que los argentinos suelen llamar con algo de envidia "el primer mundo más desarrollado".


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El Fondo Global de Pensiones el Gobierno (FBPG) -su nombre actual- fue creado en 1990 por el parlamento para contrarrestar la merma futura de ingresos, aislar la volatilidad del precio del barril de crudo y, por supuesto, pagar jubilaciones futuras [no actuales].

Al Fondo van a parar los miles de millones de dólares que recauda el Estado a través de: impuestos al sector petrolero, regalías por yacimientos y dividendos por su participación mayoritaria en Statoil, la petrolera noruega que a su vez es la mayor operadora de offshore en el mundo.

La reglas de administración son claras: toda la renta petrolera se nuclea allí. El 96% de las ganancias e intereses se reinvierte fuera del país (para que no puedan ser utilizados políticamente) y el 4% se puede girar al Tesoro para financiar gasto público. A nivel global, los 800.125 millones en activos financieros se distribuyen: 60% en acciones de empresas, 35 a 40% en bonos y hasta un 5% en inmuebles.

Por otra parte, el FBPG le sirve al país para esterilizar su moneda. Los administradores explican que si volcaran ese volumen de dinero a una economía con sólo 5 millones de habitantes existiría un nivel sideral de inflación.


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Noruega, sin embargo, está en la lista de los países con costo de vida más alto del mundo. El día a día es caro, aunque salir a comer afuera mucho más. Una taza de café o una lata de Coca Cola cuesta 25 coronas (31 pesos para un argentino que paga con tarjeta de crédito) o un menú Big Mac de Mc Donald's, 89,5 coronas ($108).

La embajadora Else Berit Eikeland, principal asesora de la Cancillería en asuntos del Ártico, recuerda que cuando ella era niña, en la década del '60, el país se caracterizaba por ser muy modesto. Apunta que en el temperamento de los noruegos "está el ideario de que son una nación pequeña, donde hay que trabajar duro y que depende de un océano sano".

Medio siglo atrás Noruega no sabía que su mar alberga una de las diez reservas de petróleo más grandes del planeta. Por entonces, antes de que se convirtiera en una nación petrolera, era una de las economías pobres de Europa, cuando la dieta más común en el interior del país era a base de zanahoria, papa y pescado. Para Eikeland el progreso petrolero ha traído aparejados cambios sociales que representan nuevos problemas y desafíos para el Gobierno. Uno de estos es poblar y viabilizar el extremo norte, donde vive sólo el 10% de la población en casi un tercio del territorio.

La funcionaria toma un mapa y señala toda la superficie más septentrional, próxima a Rusia y al fin del mundo, y explica que existe una tendencia a que los hombres se queden trabajando en las ciudades de esa zona, mientras que las mujeres migran hacia el sur, rumbo a Oslo, en busca de mejor formación. De este modo, la matrícula femenina copa las universidades y accede a niveles educativos muy superiores a los de los varones de sus pueblos natales.

Además de la historia, también es necesario prestar atención a su mecanismo de organización. No es un hecho menor que sea una "nación petrolera": por lo general, la aparición de un factor tan extraordinario de renta, como los hidrocarburos, desata fuertes luchas de poder y graves asimetrías en la distribución del ingreso.

Noruega es la nación más igualitaria del mundo y su principal factor de riqueza es el subsuelo. La afirmación es una rareza en el concierto internacional. Al hacer una simple mirada sobre los principales productores de crudo de la Organización de Países Petroleros (OPEP), Arabia Saudita, Irak, Venezuela, Nigeria y Argelia, el hallazgo de este recurso en sus economías sólo exacerbó la brecha entre los más ricos y los más pobres.

Nigeria extrae unos 2,4 millones de barriles de crudo día y la actividad comenzó hace unos cincuenta años (una realidad muy similar a la de Noruega). Sin embargo, el mayor productor petrolero de África tiene una renta por habitante de sólo 2400 dólares y la mitad de la población vive sumida en la pobreza, de acuerdo a las estadísticas del Banco Mundial.


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La razón de ser del "fondo del petróleo" es la intensa presencia del Estado en la economía. Si bien Statoil está participada mayoritariamente por el sector público, el Gobierno no forma parte de su conducción (delegada a un directorio privado) y abre el juego al ingreso de más petroleras para asegurar una máxima eficiencia. Cincuenta y tres empresas, entre locales y extranjeras, compiten con la estatal con las mismas reglas de juego de modo tal que gane más dinero el que mejor haga las cosas.

El Estado abre el juego a petroleras privadas para que la competencia mejore el desempeño de las locales. Operan todas con las mismas reglas.

Svein Sundsbø, asesor político del Ministerio de Petróleo y Energía, lo explica más claramente: "el Estado trata de generar la máxima competencia para asegurarse que sólo operen las mejores". El funcionario se esfuerza por ser lo más pedagógico posible para aclarar que su Gobierno ni la oposición jamás harían politiquería con un asunto tan nacional como la renta petrolera.

¿De qué vivirá el país cuando se acabe el gas y el petróleo? Sundsbø habla del Fondo y de la fuerte apuesta a otras industrias, como la pesquera o las nuevas tecnologías. "El debate está presente, aunque hoy Noruega tiene 100 años de reservas en gas y 50 en petróleo. Lo cierto, también, es que en los últimos yacimientos que se descubrieron sólo se esperaba sacar el 17% de lo que actualmente se extrae", dice.

Este hombre es un profundo conocedor de su ecosistema político, sabe que está hablando con un periodista extranjero, pero no oculta su sinceridad: "su pregunta es la más incómoda de responder para cualquier político". En efecto, el parlamento del país muestra que Noruega es hoy el segundo exportador mundial de gas y el séptimo de crudo.

Impuestos altos, resultados óptimos

Los impuestos son la principal fuente de contribución para el Fondo. La cuestión es muy sencilla: en la estructura impositiva deben pagar proporcionalmente más impuestos los que más ganan, esta es la base del progresismo del sistema. El Estado grava la producción petrolera con una alícuota del 78% sobre sus ganancias netas. El crudo fluye con tanta fuerza desde el subsuelo marino que los altos impuestos no conspiran contra la rentabilidad. Sin necesidad de leyes de expropiación, a través de sus tributos Noruega se asegura que gran parte de la producción de los privados vaya hacia el fisco.

En perspectiva, el petróleo es el gran motor de la economía de este país nórdico. El sector presenta al 26% de su PBI, el 51% de sus exportaciones, el 24% de la inversión y 36% de los ingresos que administra el Gobierno. En este último grupo de ingresos pesa el 67% de la propiedad de Statoil. Opera en 36 países (Brasil es el único de Sudamérica) y tiene una valuación de mercado de 80.000 millones de dólares.

Sin impuestos no existe el Estado: en Noruega son altos y, en consecuencia, el Estado está muy presente en todos los aspectos de la vida pública. Un noruego promedio entrega al Estado en torno al 60% de sus ganancias para que este lo reinvierta en mejorar las condiciones de vida de la población. La educación es pública y gratuita desde el preescolar hasta la universidad, sin discriminar nativos de inmigrantes, y, al mismo tiempo, se encuentra en el club de los países con los más altos niveles de excelencia educativa del mundo.

La cobertura de salud es óptima para todos los habitantes del territorio y no es necesario pagar ningún tipo de seguro ni obra social adicional. Nada tiene que envidiarle un hospital público a las mejores clínicas privadas de Estados Unidos y Europa.

 

Fuente: La Nación.-
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