Recibió los dos pulmones y volvió a nacer

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Cuando tenía 2 años y medio, los papás de Bryan recibieron una triste noticia: Al bebé le diagnosticaron Fibrosis Quística de Páncreas, una compleja enfermedad que solo lleva al deterioro orgánico.

Desde aquel diagnóstico la vida para esta familia fue una constante lucha, de tratamiento en tratamiento buscando soluciones para la enfermedad de su hijo. Hoy, con 15 años, a Bryan le cambió completamente la vida. Cómo él mismo asegura: “volví a nacer”.




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Un trasplante bipulmonar en febrero de este año, después de un largo tiempo de espera en la lista de espera de órganos, le devolvió los años de padecimiento, en los que su vida se reducía a caminar, hablar y dormir detrás de un tubo de oxígeno.

Su mamá, Mariela Guardia, relató en breves palabras la experiencia desde aquel diagnóstico.

“A Bryan a los dos años y medio le diagnosticaron fibrosis quística del páncreas. La verdad que peligró su vida, los médicos nos dijeron que era incurable y muy peligrosa.Con un tratamiento él podía andar bien y así fue hasta el trasplante”, expresó con una sonrisa la mamá.

El tratamiento del joven empezó a los 2 años en el Hospital Rawson, pero luego lo derivaron a Mendoza con especialistas en fibrosis. “Nos explicaron e inmediatamente empezó su tratamiento hasta los 6 años. Lo derivaron nuevamente a San Juan porque ya había un nueumonólogo en el Marcial Quiroga. Siguió acá el tratamiento hasta los 12 años y volvimos a Mendoza porque empezó a empeorar. Lo recibieron de nuevo los médicos de allá y siguió con otro tratamiento nuevo que no conocíamos”.

Después de tantas idas y venidas, el doctor de Mendoza les sugirió a la familia que Bryan necesitaba un trasplante cardio pulmonar. “Pero ¿por qué? preguntábamos. Nos explicó que necesitaba el corazón también porque lo estaba exigiendo mucho y se estaba dañando. Vinieron especialistas de la fundación Favaloro a Mendoza y el Jefe de Neumonología les presentó el caso de Bryan; ellos lo tomaron”.

Así fue que debieron viajar a Buenos Aires para esperar el trasplante. Bryan era el primero en la lista de espera por la delicadeza de su situación. Allí los médicos le aseguraron que el niño tenía un corazón sano y en perfectas condiciones, por lo que no era necesario un trasplante de esta índole.

“Estábamos un día de febrero en casa. Le llaman a mi papá de la Fundación diciendo que tenían un operativo en Córdoba y podía servirme. `Estese atento porque en cualquier momento le llamamos para que se venga a la Fundación´, le dijeron. A las 20 le llamaron diciendo `que vayamos porque el órgano tuvo compatibilidad con él y está camino a Buenos Aires. Preséntense antes de la medianoche para hacer los trámites´, contó Bryan.

Así fue que los pulmones llegaron desde Córdoba y a las 3.30 am Bryan entraba al quirófano, para someterse a una operación que duró hasta las 10.30 horas.

“Ya venía preparado desde que llegué a Buenos Aires la primera vez. Me explicaron y estaba tranquilo, si me ponía nervioso iba a ser peor. Salí al rato, me desperté y estaba con ganas de hablar porque ya no tenía oxígeno. Tranquilo me decían, estás bien. No me quería dormir”.

Las palabras de Bryan muestran a un  pibe prácticamente sabio respecto de su experiencia. La templanza y las ganas de vivir caracterizan su tono.

“A Bryan le cambió la vida totalmente, ahora él puede disfrutar de su vida más allá de que se perdió tantas cosas lindas. Ahora él lo disfruta bien, puede salir tranquilo sin oxígeno, puede hacer una vida normal. Él dormía con oxígeno para oxigenar bien de noche”, comenta su mamá y recuerda que el chico quiere seguir los estudios.

“Me siento con más ganas de vivir, de hacer lo que no pude hacer antes. Con ganas. Estudiar lo principal, salir adelante, con el estudio ser alguien cuando sea grande, vivir bien, ir viendo como se presenta la situación. Hasta ahora lo más importante es estudiar. De chiquito soñé con ser piloto de avión, así que tengo ganas de estudiar para llegar a ese momento. También me gusta tocar la guitarra. En Buenos Aires aprendí porque no pude ir al colegio”, cuenta Bryan, que además es de River.

Recuerda la emoción de sus amigos al regresar en el aeropuerto, la sorpresa de verlo llegar sin oxígeno, de jugar con él a la pelota.

“Ahora duermo sin nada. No me quejo para dormir. No me falta el aire. Juego a la pelota. Corro tranquilamente.  Antes cuando estaba con oxígeno no podía hacer prácticamente nada. Fatigarme, nada. Correr no me favorecía. Tenía que estar sentado, si hablaba era poquito y despacito. No podía rabiar. El oxígeno ya no me hacía efecto prácticamente”, recuerda el joven y asegura que ahora cumple años dos veces al año: el 4 de septiembre cuando nación, y el 11 de febrero cuando “volvió a nacer”.
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