Relato de una víctima de acoso cibernético: ¿Qué harán las autoridades?

San Juan
FaCSo
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Mientras a nivel legislativo se definen nuevos patrones para regularizar el acoso cibernético, crecen los casos en la Provincia. Una estudiante de Abogacía de la Facultad de Ciencias Sociales, de 25 años, denunció su experiencia en La Red, que denotó además de la desesperante situación, la falta de contención de las autoridades pertinentes: Policía, Justicia y autoridades de la Facultad.

Mientras un estudiante se encarga de acosar a sus compañeras, todo sigue igual.

 

Todo empezó cuando la víctima tenía 23 años y entabló una relación meramente facultativa con el victimario, de alrededor de 33 años: Préstamo de apuntes de la carrera, libros, una que otra consulta.

“Un día que hicimos un grupo cometí el error de invitarlo a integrarse porque siempre estaba aislado. Desde ahí me empieza a hablar, me agrega a Face, y las conversaciones cada vez me empiezan a parecer más raras, su actitud cada vez más pesada y densa”, expresó la estudiante.

Así fue que comenzó a recibir mensajes del tipo “yo con vos quiero conquistar el país”, “yo con vos quiero ser el mejor abogado del mundo”, “vas a ser mi Evita Perón”, mínimo, comparado con las agresiones y amenazas que recibiría hasta hoy con evidente saña.

Este caso no fue el único que involucraba al “susodicho”, sino que alrededor de 10 chicas más de la misma y diferentes facultades recibieron agravios, persecución y amenazas, tanto hacia ellas como hacia familiares y amigos.

La situación de acoso llegó a tal punto que la joven realizó la denuncia en abril del año pasado, trámite que resultó complicadísimo.

“Las autoridades policiales las tomaban como simples amenazas, cuando me está volviendo loca. Agrupaciones estudiantiles de la Facultad me comunicaron con la Secretaría de la Mujer, que llamó a la comisaría. En la comisaría no me querían tomar la denuncia”, aseguró. De allí, enviaron a la estudiante a la Comisaría Central de la Policía donde la Secretaría de la Mujer instó a que finalmente tomaran la denuncia como amenaza.

En la sede policial permaneció un mes entero el teléfono celular de la denunciante, con motivo de realizar las pericias correspondientes. No solo costó la devolución del móvil, sino que nunca citaron a la joven para realizar algún tipo de declaración.

“Hace un mes atrás fui a averiguar y me mandaron al Segundo Juzgado Correccional. Fui y me dijeron que iban a llamarme para que ratifique la denuncia. No me citaron. Me decían que me pague un abogado particular. Soy estudiante, de zona alejada. No cuento con los recursos”, señaló.

La Comisaría 13 fue la que no tomó la denuncia de la joven. Aparentemente y a pesar de la insistencia, la Justicia no se moviliza hasta que ocurren desenlaces irreversibles. Existen amenazas y persecución, pero nadie se hace cargo.

“Yo tuve que cambiar  mi número de teléfono. Es un punto en el que los otros dicen ignóralo y punto, llevo más de un año ignorándolo y no se cansa. Mandó amenazas a mis amigos y familiares. Incluso a una amiga le dijo que sabía a qué escuela iba su hermanita y el horario de salida”, dijo.

¿Qué rol cumple el Decano de la Facultad? Las chicas conversaron al menos 2 veces con él, y a pesar de haberles prometido tomar cartas en el asunto y hasta hablar con el “victimario”, todo sigue igual. Las estudiantes deben asistir a la facultad para continuar sus estudios, encontrárselo cada día y soportar su acoso las 24 horas del día vía redes sociales. La respuesta del Decano fue que “no existe un régimen disciplinario para alumnos”.

“Yo salgo de la facultad en la noche y lo he visto perseguirme, mirar para atrás y que se me esté burlando. Ha pasado que me tiran piedras a la ventana de mi casa”, agregó la denunciante. Desde la Comisaría, mientras tanto, le recomendaron que “ampliara la denuncia” y de nuevo la promesa de la citación falló.

Sumado al fastidio, temor, bronca e impotencia que este personaje, ya bien conocido en el ámbito de la Facultad por sus acosos, genera en su contexto, no tuvo mejor idea que crear una página de Facebook llamada “No a la violencia en San Juan”, en la que apuntó directamente a la víctima y un amigo, publicando sus fotos y acusándolos de “violentos”. Psicópata.

“La verdad vivo con temor, no sé hasta donde pretende llegar, hace más de un año que me molesta y molesta a mis amigos, familiares, con amenazas, insultos”, concluyó la estudiante.

Vivimos escuchando desenlaces horribles derivados de la violencia de género. Desde mujeres golpeadas brutalmente hasta femicidios.  Las autoridades responsables se llenan la boca diciendo que “las mujeres deben animarse” a denunciar para poder accionar, pero ante la insistencia desesperada de una joven que lleva más de un año de acoso, hacen ABSOLUTAMENTE NADA.

Cada hora que pasa para una persona que sufre de acoso, es un dejo de daño a su psiquis y una herida física en potencia. Locos como estos no encuentran límites e irónicamente, siempre se salen con la suya. ¿Quién nos protege? ¿Quién se hace cargo?

 

 
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