Después de la asunión, qué comunicaron los gestos de Macri

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Un análisis de la comunicación no verbal del Presidente, Juliana Awada y Antonia.




 





Un duro sensibilizado

Postura erguida, los ojos bien abiertos para no perderse nada. Cara seria y solo de a ratos sonriente. La asunción presidencial, cargada de emociones, "tensionó" a Mauricio Macri casi tanto como lo hizo el ajustado saco que vistió. Por eso el resoplido al entrar al Congreso: para liberar nervios. Una gran diferencia con respecto a su primera asunción como jefe de Gobierno de la Ciudad. En aquel momento estuve con Macri en el Club Argentino de Tenis, donde jugó un partido con sus amigos antes de ir a la ceremonia. Estaba totalmente relajado. Casi sin emoción.
Hoy, la comunicación no verbal que transmitió con su familia fue poderosísima. Su mujer, Juliana Awada, y su hijita Antonia, impactaron por su ternura.

Estilo Kennedy

El brazo del Presidente, envolviendo todo el tiempo la espalda de la Primera Dama, destacó durante la jornada. Por otro lado, no fue casual la foto de Macri con su hija Antonia armando el árbol de Navidad, costumbre de gran parte del pueblo argentino cada ocho de diciembre. Recuerda al estilo del presidente norteamericano John Kennedy, cuando jugaba con sus pequeños hijos, y a su foto más famosa, con John John, debajo de la mesa de la oficina oval en la Casa Blanca. Jackie, su glamorosa esposa, había redecorado la mítica residencia presidencial. Así, la familia funciona también como una fuerte forma de comunicar valores. El baile en el balcón de hoy demostró no sólo alegría, sino juventud y vitalidad. También estuvo la deliciosa imagen de la pequeña Antonia, en brazos de su papá.
Así, el estilo de los Macri sigue en parte al del clan Kennedy, para quienes el deporte, la competencia, y la imagen familiar, eran pilares que los hacía fuertes y admirados para el pueblo norteamericano.


Mauricio Macri


Desde el Balcón

Con la voz algo quebrada por la emoción, prometió siempre ser sincero. Mano en batuta al marcar el énfasis de cada palabra: "Esta Argentina la construímos todos juntos". Como gesto de empoderamiento, de darle su poder a la gente, puso el micrófono para que se escuche a la multitud: "Ole, ole, ole olé ola, si este no es el pueblo, el pueblo dónde está". "Estoy complicado para bailar con la banda", dijo, y se sacó la banda presidencial para dársela en custodia a su mujer. "Estoy acá porque creo en ustedes", agregó. Luego cantó acompañando con su cuerpo: "Ooooohh oooh estoy con vos". Bailó haciendo un breve pasito. Y se movió más cuando la vicepresidenta, Gabriela Michetti, se puso a cantar, bastante afinada, la canción "No me arrepiento de este amor", de Gilda. En el balcón, agarrando la mano de su mujer, subiéndola y bajándola, dijo estar feliz porque "se pueda hablar en libertad en la República Argentina". "Tenemos un gran equipo", dijo, pero la mano fue para un lado y su mirada para otro, lo que significó una sorpresiva incongruencia comunicacional.

La toma de los atributos
Macri mostró sus manos entrelazadas detrás de la espalda, una actitud solvente y de gran autoconfianza.

Mientras, Federico Pinedo las tenía entrelazadas por delante, dando la sensación que estaba algo estresado, por tener que poner la banda presidencial de la manera adecuada. A las 13.20 se concretó el traspaso sin novedad. Macri agarró del brazo a Federico Pinedo, y luego le puso la mano en el hombro demostrando afecto, y que confía en sus colaboradores.

En el nombre del padre

Al finalizar el traspaso en la Casa Rosada, Mauricio tuvo otro tipo de reunión cumbre. Puso la mano encima del hombro de su padre, Franco Macri, y le dió un pequeño cachetazo en la cara, como gesto de cariño, pero también cerrando un largo ciclo de distancia con su poderoso padre, con el que ahora la relación de fuerzas se invirtió.

Discurso en el Congreso Nacional

Estilo británico, afirmando con la cabeza casi sin utilizar las manos. Ojos bien abiertos para ver y vivenciar cada momento. Y, como en los debates presidenciales, la presión se le veía en la tensión de la comisura de los labios. "Para que haya pobreza cero", dijo, y se ladeó, demostrando incomodidad ante una situación que le costará revertir durante su administración.

Contra la droga y el narcotráfico

Al mencionar el "paco" y la droga hizo un gesto de desprecio con la boca, apretando los labios. Al decir: "Suma de visiones", levantó las cejas y párpados para agudizar la vista. Totalmente congruentes sus palabras con sus gestos. Luego repitió con intensidad emotiva, dos veces, que "no habrá jueces militantes de ningún partido". "El fanatismo nos lleva a la falta de amor", dijo, y tomó agua para fluir con el sentimiento, que casi le lleva la voz. "Para trabajar juntos no hace falta que estemos todos de acuerdo", agregó, congruente con el asentimiento de su cabeza. Luego dijo: "Este gobierno va a combatir la corrupción", e hizo silencio para el aplauso. "Voy a hacer implacable con los que no cumplan la ley", aseguró, y al cambiar de tema, hizo un movimiento pendular con su cuerpo, como anticipando que no será una tarea fácil. Mantuvo un ritmo y cadencia más lento para su manera habitual de hablar. Y se notó.

Argentinos imparables

"Si los argentinos nos animamos a unirnos seremos imparables" dijo acomodando las hojas de su discurso para darle más importancia. Buscó con la mirada a su audiencia cuando dijo que "esconder la realidad es algo que nos hizo mucho, mucho daño". "Mi total apoyo a la justicia independiente" dijo y dejó espacio para el aplauso. "No habrá justicia macrista". "No puede haber jueces militantes de ningún partido" agregó intensificando el registro de su voz para darle elocuencia a su discurso. "Resolver conflictos." dijo tartamudeando y dejó la sensación que sabe que tendrá muchos conflictos difíciles por resolver. "Quiero ser el presidente que los acompañe en su crecimiento". Aquí hubo una semi-sonrisa de alegría. Al hablar de una América Latina "sin prejuicios", miró a los presidentes latinoamericanos que se encontraban, y que durante gran parte del discurso lo escucharon con los brazos cruzados, demostrando con esas posturas cierta distancia del presidente entrante.

"Quiero saludar a los candidatos Daniel Scioli, Sergio Massa (aquí tardó en sonreír cuando lo enfocó la cámara), Margarita Stolbizer, el Adolfo Rodríguez Saá (mantuvo su boca tapada con la mano, que significa que tiene algo para decir), y Nicolás del Caño". Citando al ex presidente Arturo Frondizi, quien fuera considerado un gran estadista por John Kennedy, mencionó "El arte del acuerdo", y dobló la boca, que significa incongruencia con la creencia de lo que está diciendo, tal vez con la mente todavía algo anclada en las dificultades que vivió en las últimas 72 horas con el traspaso. Utilizó nuevamente el gesto en batuta para acompasar: "la aventura del crecimiento que es extraordinaria".

Sin leer

"Siempre voy a ser sincero con ustedes. Los problemas que tenemos son enormes", dijo, y con la mano hizo el gesto de "corto" con los dedos pulgar e índice. Esto anticipó congruencia comunicacional en su próxima frase, que habló de hacerlo en el menor tiempo posible. "Cuanto uno más hace, más se equivoca", dijo y al agregar que el hacer lo lleva a un estado de kinestesia, nuevamente se movió en el sillón, como anticipando que será un hombre que respaldará sus dichos con acción. "¡Vamos Argentina! ¡Vamos Argentina!" dijo levantando el tono de voz. Al salir cerró el puño (gesto de fortaleza) y chequeó el botón de su saco gris acerado. Todo muy planificado y en horario.

Besos sobre ruedas

Hubo más de seis besos con su mujer, sentados sobre el techo del auto híbrido, color blanco, como adolescentes audaces. Le pasó el brazo por la espalada todo el tiempo a su mujer. Incómodo con el saco, se tocaba el cuello: signo de molestia. Macri levantó reiteradamente los brazos, que son mensajes no verbales de victoria. El grito "Sí se puede" lo acompañó con su puño cerrado en alto que es un gesto de "detentar poder". Se bajó del auto para saludar a la gente, modelando al estilo de Papa Francisco.

Primera Dama: como Jackie Kennedy

Juliana guarda siempre un estilo de humildad, de segundo plano, como si hubiera nacido para desenvolver el rol de Primera Dama, de la misma manera que lo parecía Jackie Kennedy.
Sus gestos son suaves y medidos, y acompañan conceptos claros y contundentes: "Yo apoyo a mi marido". Juliana también se tocaba el corazón al saludar a la gente.

Los dos parados en los asientos y asomados por el auto también rememoraron a las mejores épocas del mítico matrimonio norteamericano. El decano jefe de fotografía de presidencia, Víctor Bugge, les hizo la primera foto en Casa de Gobierno, y ofició de primer guía en la entrada a la Rosada.


mauricio-macri-presidente en el balcón


El besamanos

En la cancillería, en el Palacio San Martín, Macri aceleró con los saludos y le dejó varios dignatarios atrás a Juliana, que escuchaba con paciencia a todos quienes le hablaban. El saludo a los representantes extranjeros fue cordial y formal. "¿Cómo andás?" le dijo, tomándolo del brazo, al diplomático de Trinidad y Tobago, como si se tratara de un viejo amigo, lo que lo muestra muy empático. Muy informal y aun afectuoso fue el saludo con el embajador Estados Unidos y su señora. El presidente Macri a veces se tocaba la oreja ante algunas traducciones, que no "le sonaban", tal vez no por la calidad del intérprete sino por el contenido de los saludos, ya que a veces son largos. Se sabe que la paciencia en actos protocolares no es una de las facetas más fuertes del flamante presidente. Rafael Correa, se tropezó e hizo un chiste, diciendo que casi lo tira a Macri, y Mauricio contestó con la mano en el hombro del presidente ecuatoriano. Lo mismo hizo con Evo Morales y con Horacio Cartes, presidente de Paraguay, mostrando que se siente, siendo local, con más poder que los visitantes. El presidente Macri, con la boca abierta, luego tomó aire en el maratónico protocolo. Al finalizar el besamanos se "desplomó" casi agotado abriendo el botón del saco y tocándose la boca. Desde la cocina: foto con los cocineros del Palacio San Martín, al estilo de Nelson Mandela o el Papa Francisco , a quienes caracteriza el ser siempre empáticos con la gente con menor poder.

Hijos de este tiempo

Lo remarcó el presidente Macri al recordarles a los presidentes latinoamericanos que Argentina avanzará tanto con Latinoamérica como con el mundo, sin rencores y sin prejuicios. También recordó a John Kennedy en su discurso de asunción cuando dijo: "La antorcha pasa a una nueva generación". Al menos el bastón pasó de mando, lo que constituye, desde lo gestual, el símbolo de un cambio de época. A las 15.53 horas comió el primer canapé, con la naturalidad que tendría en el entretiempo de un partido en la Bombonera.

 

Fuente: La Nación.-

(El autor es periodista y consultor en comunicación, con programación neurolingüísitca y comunicación no verbal)
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