Desde su círculo cercano rechazaron las fake news sobre su deceso.
Fin de fiesta literaria: ya no es lo que era
NacionalesCon señales de agotamiento de sus principales actores, crecimiento moderado de ventas y grandes esfuerzos de las pequeñas editoriales por ganar terreno, la maratón de la Feria del Libro de Buenos Aires llega esta noche a su fin.
La 41a edición del encuentro editorial argentino por excelencia logró atraer al público joven, al menos durante dos días, y a un centenar de escritores extranjeros. Pero no todos tuvieron el mismo poder de convocatoria. Las presentaciones masivas que llenaron las dos grandes salas de La Rural, de 1300 y 1100 butacas cada una, se limitaron a los fenómenos editoriales esperables. Fue el caso de escritores de renombre, como Florencia Bonelli, Facundo Manes, Arturo Pérez-Reverte, Jorge Fernández Díaz, Anna Todd, Cielo Latini o, ayer mismo, los booktubers internacionales Fátima Orozco y Javier Ruescas, que dedicaron horas a firmar ejemplares a sus seguidores.
Al resto de las 1500 actividades que ofrece tradicionalmente el programa de la Feria asistió muy poco público -menos de 30 personas- según una tendencia que se venía registrando en los últimos años. Esta vez ese fenómeno se vio agravado por las falencias en la organización, cuyos programas impresos y digitales no coincidían en horario y lugar de una presentación. Empleados y directivos de varias editoriales admitieron que llegan al día de hoy "agotadísimos" y se quejan de su extensión porque, recuerdan, no hay otra Feria de estas características en el mundo que dure 21 días.
En atención a estos hechos y a la "bibliodiversidad" -término de moda-, ¿se podría pensar en un modelo distinto para la Feria? "No lo estamos pensando porque la sociedad argentina responde", respondió ayer el director de la Feria del Libro, Oche Califa. "¿Por qué deberíamos cambiar, sólo para trabajar menos nosotros? Además, al ser de 21 días se da la posibilidad para que todos puedan participar, los que llenan salas grandes y lo que tienen sus pequeños nichos de mercado", añadió.
No obstante el aluvión de jóvenes de este fin de semana, la participación de público no habría superado de manera contundente la de años anteriores. Fue notable la facilidad con la se podía circular por los pasillos en las dos primeras semanas y también la retracción de público durante el primer domingo de Feria, que este año coincidió con la realización de las PASO en la ciudad de Buenos Aires. Habrá que esperar, entonces, los resultados definitivos.
Por el momento, Califa estima que, con respecto a 2014, se estaría frente a un "empate técnico". Si esa percepción es realista y también lo es la encuesta realizada en la edición pasada por la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires (Dgeyc) y la Fundación El Libro (FEL), implicaría que 1.200.000 personas transitaron en las últimas tres semanas por La Rural.
¿Las ventas? Como la asistencia a las presentaciones. Muy dispares. El Grupo Planeta informó que sus sellos vendieron un 15% más de ejemplares que el año pasado. Penguin Random House dijo haber completado sólo un 5% más.
La disparidad se mantiene entre las pequeñas editoriales. En sus filas, hay propietarios que, sin arriesgar porcentajes, esbozan sonrisas, y los que, por el contrario, prefieren enfatizar el valor de la Feria como vidriera más que como lugar de ventas voluminosas.
Durante las Jornadas de Profesionales, realizadas los tres días previos a la apertura al público, participaron 12.000 editores, libreros, bibliotecarios y propietarios de derechos de autor. Según informó Gabriel Walthuter, presidente de la Comisión de Profesionales de la Fundación El Libro, 54 empresas argentinas participaron de la ronda de negocios del programa ProArgentina, del Ministerio de Economía de la Nación. El informe final de esa ronda da cuenta de "72 solicitudes de muestras, 97 pedidos de cotización y 9 compras" de derechos de obras argentinas por parte de editores extranjeros que van desde los US$15.000 a los US$200.000.
La conjunción de los editores, libreros y bibliotecarios en torno de los stands de los grupos Planeta y Penguin Random House hizo evidente, durante esas jornadas, la concentración del mercado editorial de la que habló el presidente de la Fundación El Libro, Martín Gremmelspacher, en el inicio de la Feria. Ambos grupos concentran el 50% de la plaza argentina.
La otra mitad está compuesta por pequeños sellos que consolidaron este año la buena costumbre de aunar esfuerzos comerciales, ofrecer productos de calidad y presentarse en stands colectivos. Muchos de ellos han recibido este año premios internacionales y nacionales.
Entre los títulos más vendidos se imponen las preferencias: la novela romántica Almanegra, de Florencia Bonelli (Penguin Random House), y Usar el cerebro (Grupo Planeta), del neurólogo Facundo Manes, que sostuvo su éxito del año pasado y encabezó los best sellers de esa editorial.
El sostenido interés por el libro del rector de la Universidad Favaloro sorprendió a propios y extraños. Editado en 2014, se hizo un relanzamiento. Vendió cerca de 1000 ejemplares en la Feria y su presentación fue de las pocas que conquistaron más de 1000 personas.
Caminando los pasillos de los pabellones que esta noche volverán a ser los sencillos galpones de La Rural se notó el crecimiento de otra tendencia: la de stands que no se dedican a la literatura, sino a peluches, plantines, inventos, juguetes y hasta ofrecen la posibilidad de inscribirse en clubes de fútbol.
Fuente: La Nacion.-
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