River lo empató sobre la hora y ahora sueña con la clasificación

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Rodrigo Mora
Rodrigo Mora
River logró un empate 2-2 en México contra Tigres con sabor a victoria, porque lo perdía 2 a 0 y lo emparejó sobre la hora.




 



La presión provoca dos reacciones naturales: un equipo saca lo mejor de sí, se rebela y llega al objetivo con una naturaleza que sorprende. O, simplemente, se pierde en una pasmosa confusión, da por sentado que ya poco y nada queda por hacer. Esa situación límite atravesó anoche River, cuya continuidad en la Copa Libertadores pendía de un hilo por las propias fallas frente a rivales de menor jerarquía. No Tigres, precisamente, el adversario con mejor credenciales y cómodo líder del Grupo 6. Si estaba complicado antes, qué decir cuando el partido estaba 0-2. Pero River reaccionó y, al menos, el empate le permite otra soltura, si bien sigue complicado y depende de terceros. En limpio, los millonarios pasarán directamente si, en Núñez, vencen a San José por dos goles y si Juan Aurich no derrota a Tigres que, probablemente, jugará con una formación alternativa.

River sabía que era un trabajo difícil conseguir algún punto. Mucho más una victoria que lo hubiera reposicionado para lanzarse en busca de la clasificación en la fecha final. Pero lo impulsaba su ilusión. También el repunte en el campeonato local. Y, aunque no se sentía con la misma fuerza que en el semestre pasado, la confianza seguía intacta.

Hubo dos golpes anímicos bastante seguidos para River. El primero fue el gol de Tigres, una aparición ofensiva del uruguayo Arévalo Ríos, que remató desde lejos y que puso la pelota al lado del palo izquierdo de Barovero, de débil reacción. El arquero tocó la pelota, pero no con la fuerza necesaria para desviarla. El segundo impacto fue la lesión de Ponzio, que dejó la cancha a los 12 minutos. Todo mal para un equipo que le agregó nerviosismo a su juego y que se sintió acorralado en el desarrollo y en las posiciones.


Tigres


Se vio aturdimiento, con algún que otro forcejeo. Se adivinó la impotencia, entre alguna pierna fuerte sin demasiado sentido. Pisculichi casi nunca asumió la conducción. Y Sánchez y Rojas parecieron perdidos. De todos modos, Mora, el jugador más decisivo de los últimos partidos, se las ingenió y tuvo su gran oportunidad: Guzmán voló para sacarle un cabezazo. Claro que Barovero también debió esforzarse frente a un intento de Esqueda, también de cabeza.

Gallardo buscó una reacción con dos cambios tras el descanso. Pity Martínez y Mayada entraron por Pisculichi y Rojas. Se vio otro entusiasmo en el comienzo de la segunda etapa. Tigres se replegó por primera vez. El efecto no duró demasiado. Alcanzó con que los mexicanos hicieran pie otra vez para que estiraran la ventaja. Fue una réplica en la que, en superioridad numérica, Álvarez definió con un toque corto luego de un rebote que dio Barovero. La fe se mantuvo con una réplica de Mora, el rebote de Guzmán y el toque a la red de Teo. Ni que decir con el bombazo de Mora, tras un centro de Gutiérrez, cuyo grito se escuchó hasta Núñez. Todo en tres minutos.

Después del suceso internacional que River tuvo con la llegada de Gallardo, que ganó la Copa Sudamericana y la Recopa, la Copa Libertadores aparecía en el horizonte como el gran desafío. Una sonrisa se había dibujado con el sorteo del grupo, pero claro que la teoría nada tuvo que ver lo que se vio en la práctica. Ahora, contra las cuerdas, los millonarios dependen de terceros. Tienen que ganar sí o sí y esperar el resultado entre Tigres y Juan Aurich. Claro que el peor rival de River es... el propio River, que se mantiene a flote en la Copa sin haber ganado ningún partido.

 

Fuente: La Nación.-
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