El Argentino que pintó el mural más grande del mundo

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Junto a un grupo de muralistas argentinos y paraguayos, Alejandro Condorí tuvo el desafío de pintar 4.000 metros cuadrados en el límite que divide a los dos países. El objetivo, además de romper el récord, es mostrar la hermandad entre ambas naciones. Precisamente Alejandro guarda una historia detrás de su obra en donde a través de sus imágenes ha logrado expresar la búsqueda ancestral del ser humano con su propia identidad.






Un grupo integrado por 30 artistas argentinos y paraguayos pintaron el mural más grande del mundo en la Costanera de Posadas, en el límite que divide a nuestro país con el guaraní. Hasta ahora el mural más grande se encuentra en Brasil y se titula “Etnias". Mide más de 3.000 metros cuadrados y está situado en el Boulevard Olímpico, en la zona portuaria de Río de Janeiro. De esta manera, la obra realizada en Misiones obtuvo el récord Guiness al pintar 4000 metros cuadrados.

La propuesta fue impulsada por la Entidad Binacional Yacyretá, que reunió a pintores de todo el país para llevar a cabo el mural que reflejará la hermandad entre ambas naciones. El proyecto tiene el propósito de realzar el devenir de las culturas de Argentina y Paraguay tratando aspectos como la historia, la actividad social y económica, los pueblos originarios y la hermandad entre ambos países, como así también las manifestaciones culturales compartidas, entre algunas de ellas se pueden mencionar el mate, el chamamé o las tradiciones religiosas.

Entre los artistas participantes se encuentra el jujeño Alejandro Condorí, quien guarda una conmovedora historia que a través de sus imágenes ha logrado expresar con una búsqueda ancestral: la del ser humano tras su propia identidad. Vive y crea arte en el ámbito jujeño pero también ha representado a la Argentina internacionalmente.

Nació en 1983 y supo de niño que el arte era lo suyo. Fue en su floreciente adolescencia cuando pidió a sus padres comenzar a estudiar dibujo, materia de la que recibió el título de maestro con solo 17 años. Actualmente es docente de Artes Plásticas en las escuelas y alienta a sus alumnos para encontrar en los trazos un medio de expresión.

El artista es autor de muchos de los magníficos murales que se despliegan en edificios de la ciudad de Jujuy, como el de La Tejedora, La Juguetería, Buscando la Niñez Perdida, entre otros. Por su talento para trabajar en grandes dimensiones, suele ser convocado para representar a Argentina en distintos encuentros internacionales de muralismo. El trazo, el color y la expresión en los rostros que pinta son los que dicen que en su arte vive la cultura ancestral que mamó desde muy pequeño y que quiere que lo trascienda.

Como docente, maneja proyectos de murales para la comunidad vinculando en ellos a sus alumnos. Para ello, junto a sus alumnos participa en intervenciones artísticas en centros vecinales, centros educativos y demás.

“A los 17 años, con la escuela que cursaba, pinté el primer mural como parte de una competencia intercolegial y fui premiado. Me gustó mucho la experiencia de hacer algo que no queda sólo para mí, para la persona que lo cuelga en su casa o en una galería, que veo como un círculo cerrado. Los murales son populares y se convierten en parte de la comunidad donde se pintan”, cuenta Alejandro. “A partir de ahí me pidieron que pintara uno, después otro y así comenzaron a convocarme para pintar murales. Lo bueno, a todo esto, fue que al terminar el profesorado ingresé como docente en una escuela que me dejó al frente de un área que manejaba proyectos de murales para la comunidad. Con los chicos íbamos a centros vecinales y recibíamos cartas para pintar otros”.

En el mural más grande del mundo, cada artista pintó una pared de 5 metros de alto por 50 metros de ancho, aproximadamente. En el caso de Alejando unió tres ideas. "Un niño jugando con un barrilete, el reloj representativo de la ciudad y en otra parte incluí a los comechingones, el pueblo originario de la provincia", resume.

En cuanto a los temas que busca representar a través de sus murales, el joven artista expresa que le gusta expresarse a través de los rostros y de las manos de pintura. “Intento hacer algo cultural y volver a las raíces. Tomo la intervención urbana y juego con la arquitectura del lugar ¡y juego! Los murales que se veían antes en Jujuy estaban limitados en un cuadrado y no llamaban mucho la atención. En cambio, al jugar con el espacio, con los postes de luz, los cables, con todo lo que está en el lujar el trabajo se convierte en algo llamativo porque se integra a la obra. Me gusta que haya interacción con el espectador”.

En este sentido, en su obra busca interactuar con el espectador, por lo que hace un estudio de la visión y distintas apreciaciones, aprovechando las características del lugar para situar al espectador justo donde se quiere. Así, Alejandro se destaca en la búsqueda de un conocimiento antropológico plasmado en la pintura.

“Retomar la identidad y el sentido de pertenencia. Esa sería la idea. Con una búsqueda personal en donde voy experimentando con materiales e ideas”, concluye.

Cuando el paso del tiempo y el clima hacen efecto, Alejandro —quien perdió la cuenta de la cantidad de obras que dejó en las paredes de Jujuy, Santiago del Estero, México, Buenos Aires, Córdoba y pronto Posadas—pide permiso para retocarlos. Sin embargo no siempre lo consigue.

Fuente: Diario de Cultura.
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