Biblioteca Franklin, la primera biblioteca popular de Sudamérica

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La historia de la tradicional e icono cultural de San Juan, la Biblioteca Franklin, fue creada en 1866, convirtiéndose en la primera biblioteca del país y de Sudamérica. Durante las décadas sucesivas atravesó momentos de glorias y de catástrofes. La bibliotecas prácticamente fue desprotegida por el Estado, fue devastada por un incendio en 1892 y destruida por el terremoto de 1944, entre otros altercados. No obstante, la necesidad de tener el conocimiento al alcance de los ciudadanos y el reconocimiento del aporte cultural de la institución a la provincia, hizo que cada vez renaciera, literalmente, luego de cada incidente.




Sobre el año 1866 el país se encontraba sumido en la guerra con el Paraguay y en la provincia de San Juan crecía cada vez con más fuerza la idea de crear una biblioteca pública que completara otras medidas en favor de la educación y la cultura impulsadas durante el Gobierno Provincial de Sarmiento, por entonces ministro plenipotenciario argentino en los Estados Unidos.


El ese entonces, el primer mandatario de la provincia, Camilo Rojo, se hizo eco de la iniciativa y creó, el 2 de mayo de 1866, una comisión compuesta por los doctores Isidoro Albarracín, Luis Tamini y José Benjamín de la Vega, con el fin de promover la constitución de una entidad sustentada en la suscripción popular. Con el ánimo de ayudar a su sostenimiento, el decreto disponía que se acompañara una propuesta de los empleados y útiles necesarios para la instalación. Ocho días más tarde, Tamini era nombrado bibliotecario.


Después de diversas reuniones, el 17 de junio de 1866 -hace 152 años- nació la institución más antigua en su género existente en América del Sur. Se trata de la Biblioteca Franklin, un icono cultural de los sanjuaninos.


El nombre elegido, correspondiente a uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, quien era conocido y admirado en San Juan a través de los escritos de Sarmiento. También se eligió este nombre porque así se llamaba el destacado pintor sanjuanino Benjamín Franklin Rawson, quien en aquel momento residía en Buenos Aires y era el hermano mayor del entonces ministro del Interior, Guillermo Rawson.


El entusiasmo con que se recibió la construcción de aquel nuevo centro de saber hizo que pronto se llenaran sus anaqueles. El primero en donar sus libros fue el sacerdote Gil Oliva. Después llegaron varios cajones con obras de diversa índole enviadas por Sarmiento desde Nueva York. En poco tiempo se reunieron 3500 volúmenes, que comenzaron a usar los alumnos del Colegio Nacional y de la Escuela Normal.


Así se abría una línea de apoyo a la educación que sigue siendo una constante. Actualmente, la Biblioteca Franklin dispone de un edificio en pleno centro de la ciudad de San Juan de aproximadamente 2.200 metros cuadrados distribuidos en cuatro plantas. La cantidad de volúmenes conservados y administrados por la biblioteca supera los 70.000. Tiene aproximadamente 40 títulos entre diarios y revistas y cuenta con colecciones únicas de diarios locales y nacionales desde 1880 en adelante, muchas de ellas microfilmadas, accesibles a investigadores y público en general a través de lectoras de microfilm ubicadas en la sala principal.


Se ha convertido en una de las depositarias más importante de la prensa escrita desde sus albores en la región. La valiosa colección de diarios y periódicos de San Juan provincia, con ejemplares únicos de fines del siglo XIX y primera mitad de siglo XX, que aunque no son colecciones completas representan parte del patrimonio cultural e histórico de la provincia.


Primero la Biblioteca Franklin, luego cientos más


Luego de crearse y establecerse la Biblioteca Franklin como tal, hubo una iniciativa de Sarmiento, basada en sus experiencias en América del Norte impulsada dos años después de asumir la presidencia de la Nación, con la ley de bibliotecas populares que se sancionó el 23 de septiembre de 1870, permitió que de inmediato florecieran más de cien establecimientos en todo el país, a los que se enviaron grandes cantidades de libros para nutrirlos. Fueron la base de muchos otros más, unidos en una acción que mantiene plena vigencia. Dentro de ese movimiento, la entidad sanjuanina se constituyó en un ejemplo digno de imitar.


Sin embargo, hubo períodos de franca declinación. Contribuyó a revitalizarla Sarmiento durante la visita que hizo a su tierra natal en 1884, luego de muchos años de ausencia. Ya gravemente enfermo, el prócer, que se había negado a que se quitara a la institución el nombre fundacional para poner el suyo, escribió en su testamento: "Los libros, cuadros, bronces y mapas serían remitidos con sus estantes a la Biblioteca Franklin de San Juan".


A lo largo de más siglo y medio, la institución sufrió momentos difíciles, incendios y otras calamidades, pero la devoción de sus sucesivos dirigentes, convirtió la biblioteca en un gran centro de cultura, con edificio propio dotado de los más modernos medios para servir a los centenares de lectores que concurren diariamente.


Una historia marcada por momentos difíciles


En 1889 la biblioteca obtiene un subsidio de la Legislatura Provincial para adquirir un edificio donde funcionar. Pero mientras se gestionaba la adquisición del inmueble, el 7 de julio de 1892 sufre un incendio que destruye la totalidad del patrimonio bibliográfico. El 18 de diciembre de 1893, la biblioteca adquiere el edificio ubicado en la esquina de General Acha y Laprida y desde ese momento se instala definitivamente en el lugar que hoy ocupa. Comprando una casa contigua, en 1906 la biblioteca logra disponer de más superficie.


Las construcciones de ambas propiedades eran antiguas y disfuncionales, por lo que en 1919 los directivos decidieron desocupar el lugar para iniciar las obras del nuevo edificio que sería diseñado especialmente para albergar una biblioteca por lo cual durante un tiempo la biblioteca funcionó transitoriamente en una escuela. La construcción del edificio se demoró, no se conseguían los recursos necesarios y el tiempo transcurría.


Hacia finales de 1927, por razones políticas, fue desalojada de la escuela y debió mudarse por unos meses a la casa del prestigioso historiador local, Horacio Videla. No obstante, ya principios de 1928 comienza a ocupar un local alquilado donde permanece trece años hasta que el 9 de julio de 1941 durante la celebración de los 75 años de la institución puede inaugurar su edificio propio sobre la calle Laprida. El edificio estaba inconcluso pero brindaba todas las comodidades para prestar el servicio cultural al que estaba destinado.


Sin embargo, esta coqueta construcción que tanto tiempo había demandado su realización, permaneció en pie menos de tres años. El 15 de enero de 1944 el gran terremoto que destruyó la ciudad de San Juan y produjo miles de muertos, también derribó el reciente edificio y las extraordinarias y torrenciales lluvias que siguieron a ese día terminaron por hacer desaparecer casi en su totalidad el patrimonio cultural que albergaba la Franklin.


Al cabo de un par de meses se removieron los escombros y en una sala que había quedado en pie siguió funcionando la biblioteca, con nuevas donaciones y recursos que los socios inmediatamente comenzaron a aportar. La biblioteca, felizmente, fue incluida en el ambicioso proyecto de reconstrucción de la ciudad lanzado por el Gobierno Nacional y que movilizó a todo el país en auxilio de la sufrida comunidad sanjuanina.



Fuente: Archivo Histórico Provincial.

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