Policías sanjuaninos despedían el año con una cena y terminaron a las trompadas

El lunes pasado, lo que pretendía ser una velada de distensión para el personal de la Subcomisaría Cipolletti en un domicilio del barrio Vista del Este, se transformó en un episodio dantesco que dejó al desnudo las internas más crudas de la fuerza. En medio de un brindis que buscaba reforzar los lazos de compañerismo, el consumo de alcohol actuó como catalizador de viejos rencores acumulados durante las extenuantes jornadas laborales. Lo que comenzó con intercambios verbales subidos de tono escaló rápidamente hasta que el profesionalismo fue reemplazado por una lluvia de golpes de puño que alarmó a todo el vecindario.

El descontrol fue de tal magnitud que una patrulla de la Unidad Operativa Alto de Sierra tuvo que irrumpir en la escena para frenar la violencia entre sus propios colegas. En medio del alboroto, el agente Hernando Malla fue trasladado como demorado a la Comisaría 5ª de Santa Lucía, acusado inicialmente por el desorden generado. Sin embargo, el caso tomó un tinte mucho más grave cuando Malla, con lesiones visibles en su rostro, decidió denunciar penalmente a sus superiores. El agente señaló al oficial principal Luis Páez y al oficial ayudante Ezequiel Esteo como los responsables de haberlo atacado a golpes de manera salvaje dentro de la vivienda, transformando una falta contravencional en una investigación por lesiones.

Actualmente, el escándalo ha desatado una tormenta judicial y administrativa para los involucrados. Mientras la UFI Genérica analiza las pruebas y testimonios para determinar la responsabilidad penal de Páez y Esteo por la supuesta golpiza, el Juzgado de Faltas tramita la causa por los disturbios. En paralelo, la Subsecretaría de Control de Gestión ya tomó cartas en el asunto iniciando un sumario administrativo que podría derivar en sanciones ejemplares, en un intento por mitigar el daño institucional que este enfrentamiento fratricida ha causado a la imagen de la Policía de San Juan.