San Juan le rinde honor a la Medalla Milagrosa en su día

La conmemoración del 27 de noviembre vuelve a reunir a cientos de fieles en distintos templos de la provincia, donde se preparan jornadas extendidas de oración y celebraciones litúrgicas dedicadas a esta advocación mariana.

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La devoción a la Medalla Milagrosa volvió a tomar protagonismo en San Juan, donde parroquias y capillas organizaron un amplio cronograma para este 27 de noviembre. La fecha se recuerda en todo el mundo por el testimonio de Santa Catalina Labouré, quien en 1830 aseguró haber recibido la revelación del diseño que luego se transformaría en una de las medallas más difundidas del catolicismo.

Las crónicas de la época registran que Catalina, integrante de las Hijas de la Caridad, relató que la Virgen le solicitó la creación de un diseño específico prometiendo que quienes lo llevaran recibirían “grandes gracias”. A partir de ese pedido, el orfebre Adrien Vachette elaboró la pieza que incluía símbolos detallados por la vidente: un globo que representaba al mundo, haces de luz que simbolizaban las gracias derramadas y la inscripción “María sin pecado concebida, ruega por nosotros que acudimos a ti”. Con el tiempo, la difusión masiva y los testimonios de favores recibidos llevaron a que los fieles comenzaran a llamarla “Medalla Milagrosa”.

En San Juan, las actividades comenzaron temprano en el Barrio Bancario. La comunidad parroquial María, la Esperanza que Transforma dispuso una jornada continua que inició a las 6:30 con el Rosario de la Aurora, seguida de la Santa Misa a las 7, otra celebración a las 17 y la procesión con misa final a las 20.

En Santa Lucía, el templo Medalla Milagrosa —dependiente de la parroquia San Juan María Vianney— preparó una agenda igualmente cargada. Allí se dispuso la apertura de la jornada con misas a las 00:15, 7:00, 8:30 y 10:00, además de confesiones disponibles durante el día. Por la noche se concentrará el tramo central de la celebración: misa a las 20, seguida de la procesión solemne a las 21 y una actividad comunitaria para cerrar la fiesta.

La figura de Catalina Labouré, cuya vida religiosa permaneció marcada por la contemplación y la caridad, continúa siendo referencia para la expansión de esta advocación. Su testimonio fue clave para que la Iglesia validara la simbología y la difusión de la medalla, cuyo uso se extendió rápidamente primero en Francia y luego en distintos continentes.

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