Derrame en Veladero: la ONU reveló que hay “impactos físicos y químicos”
DestacadosPor Graciela Marcet
Después de los anuncios y desmentidas que hubo en torno al esperado informe de los organismos de la ONU que monitorean la mina Veladero, finalmente fueron presentados los primeros resultados del análisis. La Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que fueron contratados por el Gobierno de San Juan para llevar adelante el “Programa de fortalecimiento de las capacidades de gestión y control ambiental” concluyeron las actividades de muestreo y monitoreo previstas por el “Estudio sobre la calidad de los cuerpos de agua en el área de influencia de mina Veladero, posterior al incidente ambiental del 13/09/15”, que había sido encomendado tras la fuga de solución cianurada.
A pocos días del derrame, el Gobierno de la Provincia se apresuró a comunicar los resultados “favorables” del estudio que habían realizado ambos organismos y aseguró que no se había detectado ninguna anormalidad. Sin embargo, esta semana UNOPS y PNUMA presentaron el verdadero informe y concluyeron que si bien no hay valores anómalos en las zonas más alejadas del punto de descarga, sí llamaron la atención sobre el impacto en las zonas O y 1, las más cercanas al lugar en que se produjo el derrame.
El estudio fue realizado entre el 5 de octubre y el 1 de noviembre e implicó la toma de 165 muestras de aguas superficiales y subterráneas, sedimentos y limnología para 63 parámetros, incluyéndose algunas muestras adicionales de suelo. El trabajo realizado clasificó los 200 kilómetros de vías fluviales comprendidas entre el punto de descarga y la desembocadura del embalse Cuesta del Viento en cinco (5) zonas -siendo la zona 0 la más cercana al punto de descarga y la 4, el punto más distante.
Con base en las determinaciones analíticas disponibles a la fecha, los organismos no registraron evidencias de anomalías asociadas al incidente ambiental sobre las zonas 4, 3 y 2. En la zona 3, que comprende las aguas del río Blanco y las tomas de agua de las localidades de El Chinguillo, Malimán y Angualasto, tampoco fueron registradas evidencias de variaciones en la calidad de las aguas ni la presencia de cianuro. Sin embargo, sí advirtieron impactos asociados al incidente ambiental en las zonas 0 (comprendida por el río Potrerillos, desde aguas abajo de la pileta de emergencia hasta la desembocadura del río Potrerillos al río de Las Taguas) y 1 (comprendida por el tramo del río de Las Taguas, desde aguas arriba de la confluencia del río Potrerillos hasta aguas arriba de su confluencia con el río Turbio).
Según el estudio, los impactos son de naturaleza física, asociados a la presencia de una significativa cantidad de sedimentos en la zona 0 (aproximadamente 1000 m3), así como de naturaleza química en cuanto a la presencia de trazas de cianuro y sus productos de degradación (cianatos y tiocianatos), y también de ciertos metales (aluminio, arsénico, cadmio, cobre, hierro, manganeso, plomo y cinc).
En referencia a la zona 0, el informe indica que en relación al análisis del agua superficial “se han determinado valores anómalos de cianuros totales que se encuentran por encima de los niveles guía para preservación de la vida acuática en agua dulce, pero se mantienen por debajo del valor guía de agua para bebida humana”. “Asimismo, se han presentado valores anómalos de metales (aluminio, arsénico, cadmio, cobre, hierro, manganeso, plomo y cinc)” dice la investigación, que también aclara que “las anomalías geoquímicas detectadas, y particularmente el gran incremento de la turbidez de la columna líquida por el aporte de sedimento, representan un impacto sobre la vida acuática, el cual a partir de los resultados de los estudios limnológicos se encuentra en un proceso de recuperación”.
Por estos motivos, los organismos efectúan diversas recomendaciones al Ministerio de Minería tendientes a evitar la dispersión de contaminantes, que incluyen acciones como el confinamiento de aguas superficiales y subterráneas, la construcción de un dique de tierra para evitar el transporte hídrico de sedimentos, la remoción y disposición en el sistema de lixiviación de los sedimentos identificados, así como el desarrollo de un programa de recuperación de vegas sobre las áreas afectadas, todo ello en cumplimiento del principio precautorio.
El informe es claro en la necesidad de concretar estas medidas con la mayor brevedad posible porque “considera que la demora en adoptar estas acciones puede resultar en situaciones de dispersión de contaminantes aguas abajo del área de influencia del incidente ambiental”.
Asimismo, recomienda la extensión en el tiempo de los estudios de monitoreo sobre aguas superficiales y subterráneas “durante un término de doce (12) meses a fin de contar con la data que permita su evaluación durante, al menos, un (1) ciclo hidrológico”.
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