Se rescataron más de 1200 víctimas de trata en Córdoba

Destacados
trata-de-personas
trata-de-personas
Este dato surge desde el año 2012 hasta la actualidad. El 68% eran sometidas a explotación sexual y pasaron al menos un año privadas de su libertad.




 

Más de 1200 víctimas de trata fueron rescatadas en Córdoba desde 2012.

Por su posición geográfica, esta provincia es zona de paso y explotación de víctimas de trata sexual y laboral. Desde 2012, la Secretaría de Asistencia y Prevención de la Trata de Personas asistió a 1280 víctimas; el 68% de ellas, explotadas sexualmente. Ocho de cada diez tienen entre 18 y 60 años y, en promedio, pasaron un año privadas de su libertad.

En el nivel nacional, desde la sanción de la ley 26.364, de prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a sus víctimas, en abril de 2008 fueron rescatadas 9355 víctimas de trata; el 52%, por explotación sexual. Sólo en septiembre pasado fueron 330, según consta en los registros del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las personas damnificadas por el delito de trata, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.

La ley de lucha contra la trata rige en esta provincia desde 2012. Entre otros aspectos, incluye el cierre de whiskerías, prostíbulos y toda clase de locales nocturnos públicos donde se ejerza la prostitución. En ese lapso se clausuraron unos 150. La norma aún genera polémica. Hace diez días el Concejo Deliberante de Esquel, en Chubut, aprobó una ordenanza similar; en esa ocasión, se recordó que la trata de personas es el tercer delito a nivel transnacional, detrás del tráfico de armas y del de drogas.

Eugenia Aravena, titular de la Asociación de Mujeres Meretrices (Ammar), señaló que ya existían los instrumentos necesarios para combatir el proxenetismo: "Por detrás hay un concepto ideológico contra el ejercicio de la prostitución, que en el país es una actividad lícita. Las redes de trata existen por connivencia con la policía".

Susana Trimarco, madre de Marita Verón (capturada por una red de trata en Tucumán), trabaja aquí con su fundación, María de los Ángeles. Cree que el cierre de los prostíbulos "pone un freno, pero las redes se las ingenian y buscan alternativas". En las ciudades grandes son departamentos y en el interior, casas donde las mujeres son obligadas a trabajar.


trata-de-personas
Estuvo en La Rioja y declaró en un juicio que vio a Marita Verón.

La secretaria de Asistencia y Prevención de la Trata, Patricia Messio, coincidió en que la modalidad va cambiando, pero insiste en que el cierre de los locales apunta a terminar con lugares que "eventualmente pueden albergar a explotadores". Agregó: "No ataca la libertad sexual. Es un atenuante para un delito que debe ser perseguido por leyes nacionales".

Nueve de cada diez víctimas de trata sexual en esta provincia son argentinas (72%, cordobeses; 8%, de Santa Fe; 6%, de Buenos Aires, y2%, de Santiago del Estero, Chaco, Tucumán, Corrientes, Salta y Misiones). En cambio, en cuanto a la explotación laboral, los extranjeros representan el 69% del total.

La monja Martha Pelloni -referente en la lucha contra este flagelo, que cuestionó al gobernador José Manuel de la Sota en un programa de Mirtha Legrand cuando hablaba sobre trata- reiteró que no alcanza con el cierre de burdeles porque es "una mafia como la de la droga, organizada y desplegada en todo el país". Todos los consultados coinciden en que droga y explotación sexual, en general, van de la mano.

Recuperar la dignidad

Equipos de la Secretaría de Asistencia y Prevención de la Trata participan de todos los operativos contra la trata que se hacen aquí. Hacen un primer contacto con las víctimas, que pueden, si quieren, realizar su proceso de recuperación en un refugio en el que reciben asistencia psicológica, médica, hacen actividades recreativas y encaran emprendimientos.

"Se busca la reparación de sus derechos con una tarea de persona a persona. Hay que llevar adelante un proceso sociocultural sostenido", explicó Messio. Desde la Fundación María de los Ángeles, la trabajadora social Denise Paz planteó que "se le corrompió su dignidad". Comentan casos dolorosos, como el de una chica de 14 años a la que su madre cambió por un televisor en San Juan y terminó explotada en Córdoba, o el de mujeres obligadas a protagonizar riñas como las de gallos. Son historias interminables y desgarradoras.

Paz señala que si bien la vulnerabilidad económica empuja a creer en promesas de mejores oportunidades, la carencia afectiva es otro ingrediente crucial. "Suelen provenir de familias entregadoras y no contenedoras", resumió. Messio opinó que el fenómeno delictivo involucra diversos factores, aunque entiende que el económico no es el preponderante: "Hay un menoscabo de la personalidad que tiene su origen en la falta de contención afectiva, cultural, o en discriminación racial o religiosa, que tornan a la persona permeable a caer en redes".

En esta provincia se dictaron, en 2014, ocho sentencias condenatorias y dos absolutorias por casos de trata. Tanto Messio como las referentes de las ONG entienden que la Justicia tiene una mirada "suave" sobre el delito, para el que la ley prevé entre cuatro y 10 años de prisión.

Rodrigo Altamira, defensor oficial de la justicia federal cordobesa, explica que hay que acreditar que existe una limitación de la libertad, "que no necesariamente es una restricción de movimiento, con el objeto de la explotación. En los organismos suele darse la confusión de que cualquier tipo de explotación es trata y no es así".

Florencia: "Mucha gente va a entender por qué la peleo tanto"


Florencia, explotada sexualmente en Barcelona.
Florencia, explotada sexualmente en Barcelona.

Florencia decidió que ésta era la oportunidad de expulsar los últimos demonios de su memoria. "Que se vea mi cara, que se sepa mi nombre. Fui víctima, no tengo nada que esconder. Ahora mucha gente entenderá por qué la peleo tanto", dice. Sonríe, es enérgica y efusiva, pero recordar también le arranca lágrimas.

A los 19 años, hace 26, una pareja que conoció en una casa de familia le propuso ir a Barcelona como lavaplatos. Habló con sus padres -que le firmaron la autorización para salir del país-, les confió a su hijo y pensó que en unos meses regresaría con algo más de dinero a Río Cuarto. Con esa idea voló desde Ezeiza.

"A los dos días estaba en una casa con 60 chicas más; la única menor de edad era yo. Fue un calvario, me negaba a prostituirme, me pegaban. Lloraba todo el día, extrañaba, no podía comunicarme con mi familia. No quería atender hombres, me sentía sucia, violada", recuerda. Un año estuvo cautiva. Cada tanto las trasladaban a otros lugares. Un día le pegaron tanto que quedó desfigurada. El dueño del local les dijo a los tratantes que "o la dejaban en libertad o los denunciaba". "Regresé. Estaba destruida. No hice la denuncia. Hablé con mi mamá. Ella y mi marido supieron toda la historia. Pasé una depresión muy grande hasta que un día dije que no podía seguir así: la lucho, no bajo los brazos", se dijo.

Se acercó a la Secretaría de Prevención contra la Trata de Córdoba y pidió ayuda. Hizo talleres y hoy vende sus artesanías y cría a otros tres hijos, a los que les dice que "hay que tener voluntad y poner fuerza".

Cree que las chicas más jóvenes atraviesan muchos riesgos y que su historia debe conocerse: "No se entusiasmen con promesas, que no crean todo lo que les dicen. Que tomen precauciones. A todos nos pasa de confiar y nos pueden engañar".

"Estela": "Era el infierno mismo; me salvó pensar en mi hijo"

A Estela (no es su nombre real, que se preserva por su seguridad) la contrataron para bailar un fin de semana en La Rioja. Iba a viajar con otras chicas desde Río Cuarto, pero terminó yendo sola en ómnibus porque se demoró en coordinar quién cuidaría a su hijo de 2 años. "Era la posibilidad de un ingreso extra en un fin de semana. Entré al lugar y me dio un escalofrío, pero hice el show, y cuando estaba por volver empezó el problema", cuenta en la casa que ocupa desde hace pocos meses en Córdoba.

No la dejaron. Quedó atrapada y obligada a prostituirse con otras 45 chicas. A las 18 las sacaban para bañarse. Si hablaban entre ellas, las multaban; si querían telefonear, las multaban: "Por todo una multa, así que nunca podríamos pagar el precio que le habían puesto a nuestra libertad". Ella fue una de las testigos del juicio a los explotadores del prostíbulo de Marita Verón. La vio y habló con ella; lo contó frente a un tribunal y ante la mirada y las amenazas de sus explotadores. Pasó en el local unos cuatro meses, período en el cual "sedujo" a un encargado para que le sacara el candado al teléfono. "Me descubrieron cuando estaba por llamar; a él no sé lo que le pasó", señala, con su sexta hija en brazos.

"Era el infierno mismo. Hacían macumbas, nos asustaban con brujerías. Las chicas gritaban. Me salvó pensar en mi hijo y rezar." El milagro se produjo cuando un operativo policial allanó el lugar en busca de Marita: "A muchas chicas las hicieron salir por atrás; yo me demoraba, me quedé. Preguntaron quién estaba ahí contra su voluntad. Miraba a todos porque había algunos que venían al lugar seguido, pero me animé a hablar. Pensé que me mataban ahí o después y que si no, era la salida". Piensa escribir un libro "para contar que hay salida, que hay esperanza".

"Leonor": "El horror termina por adormecer los sentidos"

Tiene 25 años y vivió ocho en el horror. "Leonor" tiene dos hijos: la nena está con ella y comparte su recuperación. Santafecina, violada de niña, con una familia biológica "complicada", estuvo hasta los 15 en guarda. Cuando iban a trasladarla a un instituto se escapó. Conoció a un hombre de 30, se enamoró. Los primeros años todo iba bien: ella era ama de casa y él decía que era albañil.

Un día él le dijo que no trabajaría más; que ella tenía que traer la plata: "Pensé que era una broma hasta que empezó a pegarme para que saliera a la calle. Ahí descubrí toda la mentira. Trabajaba con rufianes. Me hizo prostituirme embarazada, comencé a consumir cocaína para aguantarme el cuerpo de los hombres".

Se quiebra, toma un respiro y sigue. Atendía 10 o 12 por noche. "Si no había plata, había golpes, y si había golpes, mis hijos lloraban. Terminé haciendo de cuenta de que no pasaba nada; el horror termina por adormecer los sentidos." Hablaba cada tanto con su familia adoptiva, pero no les contaba nada. Tenía miedo por ellos y por sus hijos. También sentía que, pese a todo, seguía amando a su explotador. "Era raro", admite. Pensaba cómo escapar, pero no se animaba.

El quiebre llegó un día en que él empezó a pegarle y la ató. El nene de 4 años gritaba "yo voy a trabajar, te voy a traer la plata, dejala". Ella reaccionó, empezó a devolver golpes, zafó y agarró a sus hijos. En la puerta él la amenazó con un arma: a la nena se la podía llevar; al nene no.

A dedo llegó a Villa María y fue al hospital. Ahí la encontró el equipo provincial contra la trata. Y empezó la sanación. Vive en un refugio con su hija, cursa el secundario, hizo un taller de pastelería y sueña con recuperar a su varón y ser psicóloga. "Tengo que seguir para reencontrarme con mi hijo. Eso es lo que más quiero."

Fuente: La Nación
Te puede interesar
Lo más visto