El viernes 13 y la mala suerte: ¿mito o realidad?

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viernes 13
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Para algunos, es una combinación peligrosa. Para otros, no representa absolutamente nada

La razón por la cual el número 13 goza de tan mala fama la podemos encontrar ya en la Biblia: el fin del mundo comienza por el capítulo 13 del Apocalipsis. En la última Cena, por ejemplo, había 13 comensales (12 apóstoles y Jesús) y el resultado fue una traición, una tragedia. En confines totalmente distantes, en Escandinavia, también existe una tradición parecida ya que según la antigua mitología, el dios Baldur fue muerto de un flechazo mientras los 12 grandes Dioses se hallaban sentados a la mesa. Él estaba invitado a la cena y no pudo llegar.

Otros creen que la destrucción de la Torre de Babel se produjo un día martes 13 y, por eso, a esa combinación también se la asocia con todo tipo de destrucción.

Por otra parte, la mala fama del 13 también puede tener que ver con la carta del Tarot que lleva ese valor, la carta de la muerte, y corresponde al primer número después de la finalización de un ciclo (12) y se relaciona con un nuevo inicio pasando, previamente, por la disolución. Esa carta se refiere al primer período después de un deceso, del cese de las funciones cardíacas y de la separación del alma del cuerpo físico. Esta fase -de acuerdo a los ocultistas- es muy complicada y dolorosa porque al hombre lo envuelve la inconsciencia y un velo de vacío. Eso es lo que simbolizan la carta de la muerte y el número 13 para el Tarot.

En el calendario lunar anual, en el último mes, el treceavo, es en el que se produce la muerte del Sol, el solsticio de invierno. En culturas que defienden la idea de un proceso cíclico de vida en el que continuamente se nace y se muere no supone ningún problema que el sol muera, pues en los días subsiguientes volverá a renacer. Sin embargo, en las culturas patriarcales en las que se tiene un concepto lineal del tiempo, defendiendo la idea de que existen un principio y un final definitivo, ese final puede vivirse de una forma más terrible. Además, en esas culturas patriarcales que anteponen el principio de un Sol "constante” a la existencia de una Luna más variable, la "muerte” aparente del eje central de sus vidas supondría una catástrofe.

Con la introducción del calendario solar, el número doce se convierte en sagrado, mientras que el 13 es maldito, al igual que suele ocurrir con todos los valores religiosos de las culturas ancestrales puesto que la forma más eficaz de desprestigiar esos valores consiste en equipararlos a la desgracia. Desde entonces la Luna, la noche y el número 13 conforman un grupo marginado de símbolos excluidos -y a menudo inconsciente- mientras que la tríada masculina está formada por el Sol, el día y el número 12.

Fuente: El Intransigente.
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