Sus vecinos aseguran que, pese a ser de escasos recursos, era muy caritativo. Tenía 69 años.
Pinta murales en salitas de salud para alegrar a los chicos
C
Los murales van ganando terreno en los hospitales públicos y centros de salud. El arte amortigua el estado de salud de los pacientes, especialmente a los más pequeños, le dan otro ánimo a quienes esperan por ser atendidos. Por ello, muchos artistas ven como factor positivo expresar su arte para ayudar con la predisposición de quienes trabajan en el lugar y de quienes visitan al médico. Uno de ellos es el artista argentino Víctor Ibáñez, quien interviene espacios que suelen ser fríos y hostiles con colores brillantes y frases inspiradoras.
Víctor Ibáñez por su trabajo no gana dinero. Lo hace por el amor que siente por el arte, inspirado en los chicos y motivado por las sonrisas que le regalan. Esta actividad la comenzó a realizar desde hace más de seis años. Vttorio, como es conocido por su público y seguidores, primero se animó con pequeños cuadros, luego siguió con las paredes y después descubrió que con sus obras podía alegrar a mucha gente.
El artista nació en San Miguel de Tucumán, se crio en Villa Itatí, Don Bosco, y hace 19 años vive en Domínico, Avellaneda. Trabaja como guarda del Tren Roca, pero su tiempo libre lo dedica a alegrar las paredes de centros sanitarios de Quilmes y Avellaneda. Además, en sus intervenciones se suman comedores y centros educativos.
“En mis dibujos uso muchos colores y me inclino siempre a los chicos porque el futuro son ellos”, afirma el artista que suele hacer figuras de seres con rasgo únicos, escribe frases de aliento y dibuja flores. En todos ellos, el color es la base fundamental de sus obras. Así convierte espacios fríos y hostiles en ambientes acogedores para los niños.
El primer mural de Víctor fue en la sala de Pediatría del Hospital Presidente Perón. Allí el grupo Mimos de Colores lo invitó a colaborar en una pintura que transforme la sala de espera de pediatría en un lugar agradable. “Que ellos entren a una unidad sanitaria, vean algo lindo y se les quite el miedo o los dolores es lo que me motivó”, reconoce Víctor. Luego intervino con murales el Centro Educativo Abuela Eduarda en Villa Itatí, un comedor de Quilmes, ocho unidades sanitarias en Avellaneda y el centro de personas con discapacidad Cadedis en Villa Domínico.
En cada una de las paredes, sus pinturas brillan con colores rosados, violetas, mucho magenta y verdes claros. Dice que el secreto es que los tonos no saturen y afecten los ojos. También sus obras se distinguen por dibujos de trazos simples. “Me gusta dibujar como chico. Trato de hacerlo como uno de ellos cuando trabajo y no perder esa frescura”, cuenta.
Para realizar sus trabajos cuenta con la ayuda de su sobrino, Alan Fleitas. También le pide colaboración a otros familiares, amigos y, principalmente, a los mismos niños y vecinos del lugar donde quedará plasmado el mural. Si bien no cobra nada por el trabajo, muchas veces los realiza con materiales que donan empresas o particulares.
“Es una emoción muy grande lo que siento cuando hago esta tarea. Es algo que desde muy chico quise: ayudar a otras personas. Siempre me interesó transmitir que se puede salir adelante pese a todo. Cada día que me levanto, trato de pensar en positivo. Es lo que nos alimenta al alma y logro que mis hijos vean con obras”, concluye.
Fuente: Clarín.
Víctor Ibáñez por su trabajo no gana dinero. Lo hace por el amor que siente por el arte, inspirado en los chicos y motivado por las sonrisas que le regalan. Esta actividad la comenzó a realizar desde hace más de seis años. Vttorio, como es conocido por su público y seguidores, primero se animó con pequeños cuadros, luego siguió con las paredes y después descubrió que con sus obras podía alegrar a mucha gente.
El artista nació en San Miguel de Tucumán, se crio en Villa Itatí, Don Bosco, y hace 19 años vive en Domínico, Avellaneda. Trabaja como guarda del Tren Roca, pero su tiempo libre lo dedica a alegrar las paredes de centros sanitarios de Quilmes y Avellaneda. Además, en sus intervenciones se suman comedores y centros educativos.
“En mis dibujos uso muchos colores y me inclino siempre a los chicos porque el futuro son ellos”, afirma el artista que suele hacer figuras de seres con rasgo únicos, escribe frases de aliento y dibuja flores. En todos ellos, el color es la base fundamental de sus obras. Así convierte espacios fríos y hostiles en ambientes acogedores para los niños.
El primer mural de Víctor fue en la sala de Pediatría del Hospital Presidente Perón. Allí el grupo Mimos de Colores lo invitó a colaborar en una pintura que transforme la sala de espera de pediatría en un lugar agradable. “Que ellos entren a una unidad sanitaria, vean algo lindo y se les quite el miedo o los dolores es lo que me motivó”, reconoce Víctor. Luego intervino con murales el Centro Educativo Abuela Eduarda en Villa Itatí, un comedor de Quilmes, ocho unidades sanitarias en Avellaneda y el centro de personas con discapacidad Cadedis en Villa Domínico.
En cada una de las paredes, sus pinturas brillan con colores rosados, violetas, mucho magenta y verdes claros. Dice que el secreto es que los tonos no saturen y afecten los ojos. También sus obras se distinguen por dibujos de trazos simples. “Me gusta dibujar como chico. Trato de hacerlo como uno de ellos cuando trabajo y no perder esa frescura”, cuenta.
Para realizar sus trabajos cuenta con la ayuda de su sobrino, Alan Fleitas. También le pide colaboración a otros familiares, amigos y, principalmente, a los mismos niños y vecinos del lugar donde quedará plasmado el mural. Si bien no cobra nada por el trabajo, muchas veces los realiza con materiales que donan empresas o particulares.
“Es una emoción muy grande lo que siento cuando hago esta tarea. Es algo que desde muy chico quise: ayudar a otras personas. Siempre me interesó transmitir que se puede salir adelante pese a todo. Cada día que me levanto, trato de pensar en positivo. Es lo que nos alimenta al alma y logro que mis hijos vean con obras”, concluye.
Fuente: Clarín.
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