"Los límites de los Gobiernos progresistas afloran con las tensiones sociales"

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Franck
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El Festival UNASUR Cine, que por tercera vez consecutiva se realizó en San Juan, año tras año atrae la atención de cada vez más directores, actores y realizadores dedicados al séptimo arte.

Uno de los documentales que se destacó en la edición 2014 entre las más de 210 proyecciones fue "Fisura del modelo chileno" del director francés Julién Terrié cuya temática central versa acerca de la educación paga en el vecino país y cómo este factor divide socialmente.

Diario Móvil entrevistó en exclusiva a Franck Gaudichaud, doctor en Ciencias Políticas y profesor titular en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Stendhal situada la ciudad francesa de Grenoble, que visitó la provincia para disfrutar del festival.

Gaudichaud es reconocido a nivel mundial como politólogo. Actualmente vive en Chile donde se encuentra realizando una investigación en la Facultad de Sociología de la Universidad de Chile sobre movimientos sociales y de composición sindical, y por ello representó a Terrié en la proyección de su documental.



Franck Gaudichaud.

 

Usted está en Chile realizando un estudio sobre movimientos sociales y sindicales. De hecho, ya publicó dos libros sobre esta temática. ¿Podría explicarnos a qué se refiere con este trabajo?

Para algunos investigadores, Chile es un país laboratorio porque es anticipo de varias tendencias mundiales. Por ejemplo, el giro neoliberal de Chile en 1975, casi 10 años antes que el resto de la región. Por cierto, durante una dictadura, lo que facilitó la instalación del modelo. Un modelo que se instaló de manera extrema y esa experiencia tiene un legado muy fuerte en la conformación-composición de la sociedad chilena actual. Entonces hubo transición democrática con una herencia autoritaria que pesa, en lo constitucional por ejemplo. La Constitución de 1980 todavía rige en Chile. También en lo económico con la privatización de todos los espacios sociales y las empresas.

Más de 20 años después de la transición este Chile actual es un mito, parafraseando al sociólogo chileno Tomás Moulián. El mito del milagro chileno, del país moderno, del país en pleno crecimiento. Pero detrás de la vidriera hay una vida desigual socialmente.

Después de dos años de estudio ¿cuáles son estas principales desigualdades que encontró en Chile?

Los tres pilares del modelo han sido las pensiones, la salud y la educación. En la educación el sistema universitario esta mercantilizado, entonces hay una visión que la educación es un bien de consumo. No lo digo yo, lo dijo el expresidente Piñera y agregó que en ese contexto hay que pensar en un mercado de la educación. Educarse es tener plata para pagarse un diploma. Y la relación del estudiante y la universidad es una relación de clientes.

En el año 2011, y de eso trata la película Fisura del Modelo Chileno, resurgió el movimiento social por la educación. También se mezcla con una acumulación de descontento y de rabia de una generación que no ha vivido la dictadura, y eso es muy importante, que ha perdido el miedo y que dice ‘ya basta, no puede ser que todavía no termino mi diploma y ya estoy endeudado hasta el final de mi vida profesional’. Entonces se movilizan por una educación gratuita, pública y de calidad. Y en el centro de la movilización aparece la figura del lucro y esa figura tuvo la fuerza de ser transversal a toda la sociedad, incluso a casi todas las clases sociales. Se moviliza la clase media consolidada como también las capas pobres en torno a decir no al lucro.

Entonces se puede afirmar que son los jóvenes los principales actores de esta fisura del modelo chileno. ¿Podría explicar por qué los estudiantes y no otro grupo social?

En Chile las condiciones sindicales son muy complejas. El Código Laboral es el de la dictadura y viene de privatizaciones tan fuertes y de represión sindical que es muy complicado ser sindicalista. La tasa de sindicalización bajó en comparación con la época anterior a la dictadura, pero lo interesante es que en el último tiempo no solamente los jóvenes desde la educación, sino también los trabajadores buscan caminos para expresar sus reivindicaciones laborales.

Pero en el último período los jóvenes fueron la gran masa y también los más críticos y más creativos en la calle, en la toma de liceos y universidades, en las reivindicaciones, en la manera de interpelar a políticos de forma radical y transversal.

Se dijo que la Primavera Chilena era un eco lejano del movimiento de los indignados del Mundo Árabe, de España, también Occupy Wall Street en Estados Unidos. El debate que tenemos que darnos es si realmente sucede primero en Chile. Yo creo que son raíces endógenas que generan la explosión. Por ejemplo si hablás con los jóvenes y les preguntás por el movimiento de los Indignados, no va a ser parte del corazón de su reivindicación ni movilización. Hay muchos estudios que hablan sobre el malestar ciudadano que se acumula y que en un momento dado estalla. Hay un hartazgo y condiciones concretas como el nivel de endeudamiento y precariedad que hacen que la gente no encuentre salida. Y cuando le proponen la calle, la toma como una alternativa posible.

¿Y cómo analiza usted los movimientos sociales en el plano de Latinoamérica? ¿También existe esta fisura de los modelos que se aplican en otros países?

A nivel regional creo que pasamos por cambios sociales importantes, como en Bolivia o en Ecuador, y de otra manera en Venezuela. Pero subyacente hay toda una discusión actual sobre qué son los Gobiernos progresistas o nacional-populares, a lo que algunos le dicen posneoliberales, y qué relación tienen con su sociedad civil y movimiento sociales.

Lo que vemos a nivel global es que los límites que tienen estos Gobiernos ya afloran cada vez más. Lograron crear una base electoral muy importante, eso hay que reconocerlo. En Brasil, en Argentina, en Bolivia, en Ecuador y en Venezuela tuvieron capacidad de crear fuertes raíces electorales en capas populares a través del sistema de política social, pero también los límites del modelo afloran y las tensiones sociales se acumulan sobre el modelo extractivista y sobre el modelo de desarrollo.

No queremos solamente asistencialismo, queremos realmente distribución de riqueza y participación. Ahí está la contradicción y los límites de estos Gobiernos.

Mencionó usted el extractivismo y los recursos naturales. ¿Cree que este será un factor de ruptura en la relación de los ciudadanos con los modelos aplicados actualmente en América Latina?

En particular el tema de recursos nacionales en relación al territorio, la comunidad y el megaextractivismo hacen que esto surja. Es un talón de Aquiles de toda la región, incluyendo a los Gobiernos de la región que por un lado tienen un discurso antiimperialista, pero al mismo tiempo abren la puerta a grandes empresas multinacionales.

El caso Barrick Gold y Pascua Lama es un símbolo de todo eso porque es tanto el nivel de poder que tiene la multinacional y tanta la experiencia que tiene en el mundo que logra crear una soberanía transnacional que controla el área misma sobre la frontera. Y los Estados ceden su soberanía, lo que nunca se había visto hasta el momento.

En el caso chileno lograron comprar lo parlamentario para lograr este tipo de medidas, y esto ya está demostrado. Pero hubo resistencias sociales, como las comunidades Diaguitas que lograron la paralización de las faenas del lado chileno. Es una gran victoria, es como David contra Goliat.
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