Las imágenes quedaron registradas y se viralizaron en las últimas horas.
OPINIÓN: "Las sin corona"
La periodista sanjuanina Graciela Marcet leyó lentamente la poderosa carta de María Emilia Correa, en la que la ex candidata a Reina del Sol suplica rapidez en el trámite para obtener una prótesis. A Graciela, como a miles de personas en San Juan y ya en todo el país, le costó contener el llanto ante la crudeza del relato. Pero con la emoción a flor de piel escribió esta reflexión sobre el caso.
En el año 2011, Emilia Correa fue precandidata a Reina del Sol. Pero no llegó. Otra fue elegida en su lugar. Si hubiera ganado, el Estado no habría tenido problema en darle una gran cantidad de dinero en premio a su belleza. Auto, premio en pesos, regalos, viajes y cursos durante todo el año, todo en calidad de "estímulo a la embajadora cultural". Pero no ganó. Con permitir su participación ese año -barniz de inclusión mediante- ya habíamos re evolucionado como sociedad.
Mientras siguen jugando con su ilusión, yo me pregunto: ¿dónde está el estímulo para las personas que trabajan con gran sacrificio pero no son elegidas por un jurado que no se sabe qué busca en una "embajadora" (o sí se sabe pero no se dice porque no da)? ¿Dónde está el incentivo para seguir poniéndole onda, como hace esta chica de 26 años, cuando las prioridades están tan invertidas? ¿Cómo puede ser que nos represente más una desconocida con corona (porque es joven, linda y a lo sumo habla bien) que una persona que es símbolo de fuerza, valentía y resiliencia?
Puede que no haya una conexión directa entre las dos cosas. "Los presupuestos son distintos", ya sé de memoria la respuesta. Pero la realidad es que el Estado decide dónde invierte el dinero de todos y cuáles son los modelos que elige para reproducir.
Yo la compré durante mucho tiempo, ya no la quiero. Me quedo con las de atrás de la fila, las sin corona, las que siguen caminando aunque no tengan con qué.
En el año 2011, Emilia Correa fue precandidata a Reina del Sol. Pero no llegó. Otra fue elegida en su lugar. Si hubiera ganado, el Estado no habría tenido problema en darle una gran cantidad de dinero en premio a su belleza. Auto, premio en pesos, regalos, viajes y cursos durante todo el año, todo en calidad de "estímulo a la embajadora cultural". Pero no ganó. Con permitir su participación ese año -barniz de inclusión mediante- ya habíamos re evolucionado como sociedad.
Hoy ella vuelve a buscar respuestas en el Estado para pedir que su obra social le dé la pierna ortopédica que necesita, con la que sueña desde los 11 años. Pero no. Para eso no hay. Es muy caro.
Mientras siguen jugando con su ilusión, yo me pregunto: ¿dónde está el estímulo para las personas que trabajan con gran sacrificio pero no son elegidas por un jurado que no se sabe qué busca en una "embajadora" (o sí se sabe pero no se dice porque no da)? ¿Dónde está el incentivo para seguir poniéndole onda, como hace esta chica de 26 años, cuando las prioridades están tan invertidas? ¿Cómo puede ser que nos represente más una desconocida con corona (porque es joven, linda y a lo sumo habla bien) que una persona que es símbolo de fuerza, valentía y resiliencia?
Puede que no haya una conexión directa entre las dos cosas. "Los presupuestos son distintos", ya sé de memoria la respuesta. Pero la realidad es que el Estado decide dónde invierte el dinero de todos y cuáles son los modelos que elige para reproducir.
¿Hasta cuándo vamos a aceptar que ESO sea nuestra cultura?
Yo la compré durante mucho tiempo, ya no la quiero. Me quedo con las de atrás de la fila, las sin corona, las que siguen caminando aunque no tengan con qué.
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