Esta gasolera se pasó a nafta hace rato

Cultura
Jimena Barón
Jimena Barón
Jimena Barón llegó al país de vacaciones y habló con la prensa local. Alejada del medio para dedicarse a su familia, afirmó: "Hay cosas de las botineras que me dan vergüenza".

No es Wanda. La mujer del futbolista Daniel Osvaldo no se reconoce como "botinera".

 

Fuente: La Nación

Le pasó todo muy rápido: enamorarse, irse del país, dejar su trabajo, ser madre... Jimena Barón tiene sólo 27 años, un hijo de dos meses y medio y un novio futbolista que la lleva por el mundo. Ahora, ella y su pareja, el jugador de la Juventus Daniel Osvaldo, están de vacaciones en Buenos Aires, con el pequeño Morrison, un regordete colorado que vive a pura teta. Jimena está flaca, divina, con ganas de ver a sus amigas. Para hacer esta entrevista, deja a su hijo con su novio, en el cuarto de al lado, en el departamento de Puerto Madero donde se instalaron. El bebé ni se escucha.

-¿Todo lo que te pasó fue buscado?

-Nos pasó así, de sopetón. Fue todo buscado. Estando afuera realmente se vive con otro ritmo. Yo me doy cuenta que acá empezás a ver unas velocidades a las que yo allá no estaba acostumbrada. Afuera sí pasó todo un poco más lento.

-Trabajás desde los 9 años, ¿cómo es ahora estar sin hacer nada?

-Me cuesta un montón y fue todo un tema con Dani al principio. Yo tenía un ritmo de trabajar mil horas, más los últimos años que hice "Bailando por un sueño", teatro, qué sé yo… Era una época en la que no iba a ningún cumpleaños, no veía a ninguna amiga, estaba perdida. Y pasé de eso a llegar a Roma y no tener nada para hacer. Dani al día siguiente que yo llegué tenía su vida normal. Y yo...

-¿Qué hiciste ese primer día?

-Estuvo bueno el desafío de "no tenés nada que hacer, a ver, hacé nada". Uno no sabe hacer nada. Dani me decía "laburaste toda tu vida, aprovechá, andá al super, cociná...". Todo estaba buenísimo, pero es difícil disfrutar y decir "no tengo un pedo que hacer".

-Ni siquiera tenías a tus amigas como para decir "nos tomamos un cafecito".

-Nada, cero. Y con el trabajo de Dani, la gente que tenía más cerca, no tenía mucho que ver conmigo. Cuando nos mudamos a Inglaterra, me llamaron las mujeres de los otros jugadores, me dijeron: "Te pasamos a buscar así nos conocés". Dije: "Bueno, no voy a ser tan cerrada siempre". Entonces accedí. Yo estaba esperando y veo un BMW todo blanco con una mina que se baja con unos jeans ajustados, tacos -eran las 11 de la mañana-, todo el pelo peinado, maquillaje, una producción total. Yo estaba embarazada, tenía un remerón con unas chatitas de Zara, y fue un segundo en que las dos nos miramos pensando "decime que no sos vos". Era, claro. Me subí, me llevaron al shopping. "Nosotras lo que hacemos es estar todo el tiempo juntas, hacer cosas para no estar en casa", me dijeron. Y yo soy todo lo contrario, intento estar sola dentro de mi casa.

-No sos la típica Wanda Nara.

-No, al contrario, hay cosas de las botineras que me dan vergüenza. Por suerte, Dani también es así y entonces los dos nos cagamos un poco de risa de la situación.

-Hay un patrón de la mujer del futbolista que pasa a tener mucho dinero y sale a ostentarlo.

-Sí, qué sé yo, es feo. Al principio yo las defendía, decía "no puede ser que metan a todas en la misma bolsa" y la verdad es que un ochenta por ciento es así. Dani es igual que yo por suerte, entonces hacemos nuestra vida.

-¿Qué es lo más difícil de vivir afuera?

-Uno extraña lo cotidiano. Allá no es que te embolás y viene tu amiga a tomar mate. Con el laburo de Dani podemos viajar, no es que estamos ahí remándola, es otra situación. Y si uno aprende a disfrutarlo, está buenísimo. Yo lo logré. Iba en bicicleta al supermercado… Y me divertía verlo a Dani como el famoso, disfrutaba de meterme en esas manadas que lo volvían loco mientras yo salía impune de la situación.

-¿Tuviste momentos de crisis, de decir "qué hago acá"?

-Cuando volví a la Argentina por primera vez. Me pasó que quería volver a Italia. Me pegó al revés. Me costó mucho estar de visita en la Argentina. Sentí que estaba en mi lugar pero de visita y eso me pegó rarísimo. De hecho, estuve llorando todo el tiempo, Daniel me decía "bueno, pero hay que pasarla bien, vinimos a comer asado", y yo estaba llorando como una boluda.

-¿Te conectas mucho con las noticias de Argentina?

-Mucho no. Miraba Guapas por la web, eso sí, a morir. Igual estoy mucho con Dani. El se va a la mañana y vuelve al mediodía. Y fin de semana por medio tiene que concentrar. Es mentira que no está nunca, al contrario.

-¿Qué relación tienen con Carlos Tévez, que juega en el mismo club?

-Los Tévez fueron nuestra base. Ellos son divinos. Nos vemos un montón.

-¿Hablan de fútbol?

-Yo de fútbol no entiendo nada. Es más: entiendo cada vez menos.

-Pero vas siempre a la cancha.

-Siempre. No me perdí ni un partido. Iba con Vane, la mujer de Tévez. Nos la pasábamos charlando, nunca miramos medio minuto.

-¿Gritaste un gol, al menos?

-Sí. A veces me tenían que decir: "Tu marido hizo un gol". Y yo: "¡Bien!" Me cuesta mucho prestar atención a un partido, me parece eterno, no me gusta nada, lo detesto.

-¿Y cómo se conocieron?

-Por un amigo en común. No nos conocimos en realidad, nos hablamos por teléfono y por chat, porque él estaba en Europa. A los 10 días vino a conocerme. Pasamos juntos 48 horas, un fin de semana, me cagó la vida...

-O sea que la relación empezó a la distancia.

-Sí. Yo estaba grabando Sos mi hombre y apenas decían "corten" ya estaba con el celular como una imbécil. Meses estuvimos así, hubo un par de viajes de fin de semana y en diciembre él vino para Navidad, seis días. A mí me quedaba un año de contrato y a Dani cuatro. No había esperanza. Entonces él me dijo que dejaba la Roma, que se venía para acá conmigo... su decisión me hizo tomar a mí la decisión de irme. Pasaron dos días y le dije: "Me parece que es cualquiera. Yo estoy cansada, laburo hace 80 mil años. Me voy con vos".

-¿Dejaste todo por amor?

-Sí. Es horrible pero es la verdad. Dejé todo, literalmente y fue de un día para el otro. Yo pensé que Adrián Suar no me iba a dejar irme, lo llamé llorando: "Estoy enamorada, no la estoy pasando bien". Él me tenía que rescindir el contrato. Al final aceptó. "Bancame que veo cómo sacamos al personaje", me dijo. Así pasó un mes. Terminé abriendo mi departamento, diciéndoles a mis amigas y a mi familia "vengan y agarren todo".

-¿Te fuiste con una sola valija?

-No, me fui con ocho.

-Ahora que estás en Buenos Aires, ¿no te llamó alguien para proponerte un trabajo?

-Algunas cosas, sí, ¡qué difícil!

-¿Y en Italia?

-En Italia me pasaron unos contactos grosos. Pero yo prendo la televisión italiana y es una mierda. No voy a dejar a Morrison 10 horas por día para hacer cosas que veo y digo "ni en pedo". Las cosas que me tientan las veo acá, en la televisión argentina. Si tengo tiempo, me gustaría hacer algo, obvio. Pero siempre me llaman para hacer tiras y es imposible con un bebé. Dejé todo por amor, literalmente y fue de un día para el otro.

-¿Toma teta libre demanda?

-Yo con la libre demanda no puedo más, porque este pibe vive en la teta, una locura. A veces sólo quiero comer sushi porque es lo único que puedo agarrar con una mano, te lo juro por Dios. Ahora empecé a dejarlo llorar un poquito. Y no más colecho. Una siesta sí, me encanta. Pero a la noche no, es imposible. Me estoy poniendo más estricta con la criatura, pobre, soy brava. Quiero que entienda que en la cama de sus padres, no.

-¿Por qué le pusieron Morrison?

-Porque Daniel adivinó que yo estaba embarazada. Me dijo "estás embarazada, es varón y se va a llamar Morrison", porque a él le gusta mucho The Doors, Jim Morrison. Le empezó a poner The Doors a mi panza. Una semana después, me enojé, "cortala, porque no estoy embarazada y me hacés ilusionar al pedo y es una locura esto, no tiene sentido". Me hice un test, me dio negativo, me re calenté. Al día siguiente insistió: "¿cómo sabés que no? Te dio mal el test, estás embarazada". Una semana después, estábamos en Estados Unidos y me compré otro test y bueno, estaba embarazada. Era 4 de julio. Después vino la ecografía, supimos que era varón y quedó Morrison. No hubo debate.

-¿Nació en Italia?

-Iba a nacer en Inglaterra, porque Daniel estaba jugando en Southampton. Yo estaba con un bombo de siete meses y vino Daniel un día y me dijo: "Nos vamos". Habíamos comprado una casa de dos pisos, todos los muebles nuevos, habíamos empezado a armarle el cuarto a Morrison. Al día siguiente nos fuimos en un avión privado.

-¿Cómo vivieron esa etapa en queuna ex de Daniel salió a hablar en televisión?

-Lejos, por suerte. Tuve una sensación de una amenaza tácita. Entrás en el juego, explicás vos y te defendés y quedás bien, o te hacemos mierda. No me gusta que me hagan mierda.

-¿Lo sentiste de parte del periodismo?

-De parte de los programas de hoy día. "Este es nuestro laburo, contamos esto, querés decirnos vos cómo son las cosas, hablá". Yo no quiero hablar, no lo hice nunca. Entonces, ¿cuál es el precio? ¿Que me hagan mierda, que digan cosas feas, cosas que no son? Elegí que las digan, pero no es justo, es feo. Hay gente que no tiene idea de cómo son las cosas y por lo que escucha decide juzgar o creer. Esa gente a mí no me interesa. Sé que si no hablo hay una sola campana, pero nosotros sabemos cómo fue . Si tiene una duda mi vieja, si tiene una duda una amiga, obvio, le hablo durante tres horas. Pero fue un juego muy perverso y delicado. Uno se termina olvidando de las cosas que importan de verdad, y no está bueno.

-¿Cómo recuperaste la figura tan rápido?

-Dar la teta es impresionante, te ayuda un montón con el cuerpo. Y a mí siempre me gustó entrenar y comer bien. Hay una necesidad de verme bien, de ponerme unas calzas...

-Quiero recuperar a mi marido y que no se lo lleve otra...

-Sí, totalmente. Las chicas están tremendas. Imaginate con el trabajo que tienen ellos, es fatal. A veces yo voy a verlo a propósito para ver quién se le acerca y después aparezco. Lo tomamos con humor, nos reímos mucho.
Te puede interesar
Lo más visto