Papá por siempre: San Lorenzo se quedó con el clásico

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Pudo no haber ido a la Bombonera a buscar la punta con decisión, pero si se la ofrecen en bandeja a este San Lorenzo no le falta colmillo para dejar pasar semejante bocado.



Foto: Telam.-

Explicar su triunfo es un poco más complejo que si habría que haber dado las razones de un empate o una derrota, resultados que tranquilamente podrían haber ocurrido. Porque controló poco la pelota y, sin soportar un asedio, Boca estuvo más cerca del gol. Porque el Ciclón no se animó ni aunque Boca no tuviera a Tevez, Gago y Lodeiro. Entre medias palabras, en la semana varios jugadores habían dado a entender que el clásico no era tan decisivo como para afrontarlo a pecho descubierto, con una ambición excesiva. Esos dichos tuvieron correlación con los hechos, con un planteo cauteloso, con la mayoría de sus hombres en campo propio, más aplicado a protegerse que a pisar terreno rival.

El fútbol tiene una serie de tópicos para justificar triunfos como este de San Lorenzo: fue inteligente, pragmático, paciente, práctico. También se podría ser un poco más reduccionista y asignarle una influencia importante a la suerte. O a la injerencia del destino, ese que lo muestra con 11 triunfos (73 contra 62) sobre Boca en el historial.

No siempre hace falta un amplio catálogo de virtudes para imponerse. Muchas veces alcanza con no equivocarse. Y San Lorenzo no cometió ningún error, ni con los titulares ni con los cambios que fue introduciendo Bauza. Quizá la única factura que debió pagar se la condonó Echenique, muy indulgente con Yepes, que en dos foules debió irse expulsado.

Al contrario de San Lorenzo, Boca cayó en un par de desaciertos que le disolvieron los méritos que había acumulado, le costaron la derrota y lo empujaron a una crisis de nervios que tiene recetada una única cura: vencer el domingo a River en el Monumental. Bentancur, un volante de 18 años con muchos recursos técnicos y un promisorio futuro, fue el autor material de un error (el mal pase que interceptó Matos) cuya responsabilidad intelectual es de Arruabarrena. Porque el pibe ya había decaído mucho en el segundo tiempo y el ingreso de Chávez debió ser por él. Nunca por Palacios, el más punzante del ataque. Incluso, la duda del técnico en la semana había sido Bentancur o Chávez. ¿Por qué no ajustarse a ese variante?, que incluso hubiera reforzado la búsqueda de Boca al juntar tres delanteros.

San Lorenzo no se permitió ninguno de esos patinazos. Fue muy solidario en defensa, con Barrientos en retroceso constante para auxiliar a Arias (sustitudo de Mas), que sufrió por inexperiencia y porque Boca percutió por ese sector con Palacios, el acompañamiento de Meli y alguna proyección aislada de Peruzzi. Cuando Barrientos dejó una rodilla en tan sacrificada tarea, la misión de asistir a Arias fue de Blanco.
San Lorenzo le sacó rédito a su versión más aguantadora. ¿Es su estilo habitual? No.

Sería injusto encasillarlo como un amarrete consuetudinario, aunque en su mazo la carta conservadora es casi un comodín. Y ayer lo utilizó con convicción. Le pudo caber algún reproche estético (muchos pelotazos, varios sin destino), pero no se le puede achacar que no fuera consecuente con su plan de apretar líneas en su cancha, quitarle ritmo al partido y sorprender con alguna salida rápida vía Blanco o Villalba.

Cuando quedaban poco más de 15 minutos y Ortigoza reemplazó a Villalba pareció el último mensaje de Bauza de que el empate lo veía con muy buenos ojos. A esas alturas, Caruzzo había sacado todo lo que le pasó cerca; Torrico había aparecido para resolver las situaciones más sencillas y también un remate más comprometido de Meli, y Mercier era el técnico dentro de la cancha: ordenaba, cubría, leía el juego para anticiparse.

Nada más coherente que en este San Lorenzo de espíritu colectivo el gol lo hiciera Matos, un auténtico jugador de equipo: aguanta la pelota, baja a despejar de cabeza, tira desmarques. Le dieron 25 minutos y fue el hombre de la victoria. No hay un gramo de demagogia en su repertorio, todo es al servicio del conjunto. Un viejo zorro de 33 años que fue implacable con un pecado de juventud de Bentancur. E hizo puntero a este San Lorenzo que la va más de duro que de bueno.

 

Fuente: La Nación.-
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