Valeria y Gabriela, dos MAESTRAS sanjuaninas que entregan su vida por alumnos de un pueblo ABANDONADO

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Se trata de Valeria Salinas y Gabriela Milan, dos docentes sanjuaninas que pasan, literalmente, más tiempo con sus estudiantes, que con su familia. Su historia, conmueve. 








En el marco del Día del Maestro y Maestra, se conocen historias que transmiten mucho. En medio de luchas constantes por parte de los docentes, dos protagonistas hacen lo propio y en silencio. Ahora, esa historia trasciende por medio de DIARIO MÓVIL, gracias a otras colegas de ellas, que decidieron reconocerlas en su día.

Se trata de Valeria Salinas y Gabriela Milán, dos maestras que trabajan en el Anexo Casas Viejas, que pertenece a la Escuela Madres de la República Argentina, de Bermejo. El anexo está a 37km de la localidad y deben llegar por una huella en la que solo se puede transitar con rodados 4x4 o a caballo.

"Donde nosotros estamos es una zona rodeada por cerros y no tenemos almacén ni kiosco, lo que se tiene en una zona urbana. Tenemos solo ranchitos", contó Salinas. Y añadió que el régimen de trabajo de ella y su colega es de 5 x 2, es decir, "subimos el lunes y bajamos el viernes después de dar clases", describió.




En la escuela, cuentan con dos módulos habitacionales y dos de la escuela. Uno es el plurigrado, en el que la seño Gabriela Milan da clases desde primero a sexto grado, de manera agrupada. Y la plurisala de Valeria Salinas, donde tiene niños de 3, 4 y 5 años. En total, los chicos son 14 los que asisten a la institución.

Además, los directivos del establecimiento, trabajan desde Bermejo y suben algunos días al mes, para constatar el estado del anexo.

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"No disponemos de internet, conectividad. Solo tenemos mesa digital, que no se usa con internet. Los chicos pueden usarlas, al igual que las tablet que dio el Gobierno, pero no tienen acceso al internet, como tampoco tenemos acceso a líneas telefónicas", lamentó Salinas.

En la escuela le brindan a los chicos la merienda y, además, deben asistirlos por el frío, que se percibe con gran magnitud. Todo con recursos de ellas mismas.

"En la mañana, los chicos vienen y es difícil empezar la clase con los niños con frío. Entonces, nosotras les preparamos un tecito que llevamos y arrancamos calentitos", contó.

"Nosotras llevamos alimentos, porque allá no podemos comprar nada. Si nos olvidamos acá de algo, bueno, ya está", añadió.

"En pleno 2023, es un pueblito que no cuenta con luz, con gas natural, ni con agua potable. Parece imposible de creer que a esta altura exista un pueblo así, pero está ahí, en Casas Viejas", manifestó la docente.

Ambas tienen su familia y a sus alumnos ya los sienten como tal


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"Yo tengo a mi familia, mi esposo, mis 4 hijos y mi compañera a su esposo y a su único hijio", enfatizó.

Pero, además, añadió que a sus estudiantes, también, los sienten como parte de ellas. "A veces les digo a las chicas, compañeras y colegas, que a esta altura ya es difícil diferenciar de que son nuestros alumnos o que son nuestros hijos, porque pasamos más tiempo con ellos que con nuestras propias familias", contó emocionada.

"Ya no es un trabajo de maestras y alumnos, ya es algo más familiar", insistió.

"Es muy gratificante trabajar ahí, a pesar de todas las dificultades", aseguró Salinas. Y añadió que no solo son maestras, porque también "somos enfermeras, somos niñeras cuando los papás se vienen al pueblo a comprar, nos dicen 'les dejo a los niños seño, se los encargo' o por ahí llega algún niño que dice que la mamá está enferma, si la podemos ir a ver. Vamos siempre a ayudarles", sumó a su conmovedor relato.
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