Las PASO porteñas ponen la lupa en las elecciones nacionales
DestacadosBuenos Aires es la ciudad con más librerías del mundo, la tercera de América Latina en población, la segunda en cantidad de rascacielos y la primera que tuvo subtes, allá por 1913. Pero su principal atractivo, por lo menos para los que salen hoy al escenario electoral, es su presupuesto de 83.000 millones de pesos, obtenido casi en su totalidad con recursos propios, sin ayuda de la Nación, a pesar de que aporta el 23 por ciento al PBI.
​El producto per cápita de los porteños alcanza los 14.482 dólares anuales, un número que ya fue superado por nuestros vecinos uruguayos (pasaron de 10.000 a 17.000 dólares anuales en esta década, verdaderamente ganada para ellos), pero es sin duda el más alto de la Argentina. El empleo formal viene decreciendo desde el 2011 y en cambio crece la pobreza, pero la presión impositiva fue en aumento: para el 2015 está previsto contar con 78.000 millones de pesosprovenientes de impuestos a los ingresos brutos, inmuebles, vehículos, sellos, publicidad y grandes generadores de residuos. De coparticipación federal, la Ciudad sólo tiene previsto recibir 7.600 millones de pesos.
​Semejante independencia económica para gobernar una de las ciudades más lindas y rebeldes de la región hace comprensible la inédita batalla que se libró en las últimas semanas en el PRO, el partido que –según todas las encuestas– está en el tope de las preferencias electorales.
​Nadie estaba preparado para semejante disputa. Para electorado amarillo, la interna fue una inmersión despiadada en las entrañas de la política. Hasta entonces estaban convencidos de que el PRO era tan pero tan nuevo, que se trataba de un equipo que integraban tanto "Horacio" como "Gabriela". Los votantes PRO estaban encariñados con esa dupla de capacidades distintas pero complementarias (gestión más emoción, eficiencia más apertura), que viene acompañando a Mauricio Macri desde que salió electo por primera vez, en el 2007. Y estaban convencidos de que no se parecían en nada al peronismo ni al radicalismo, esos partidos de la vieja política que se trenzaban en discusiones de poder por los medios. Puaj.
​Pero lo cierto es que tampoco Macri estaba preparado. Concentrado por su escalada hacia la Presidencia, jamás imaginó que la discusión treparía al punto de hacerlo bajar varios puntos en su intención a presidente. Ni Rodríguez Larreta, que vivía preocupado por hacer de la Ciudad la plataforma de lanzamiento para el desembarco del PRO en el gobierno nacional, imaginó llegar al actual estado de cosas. Con sólo observar el despliegue de las obras en marcha, mayoritariamente dirigidas a tender lazos hacia el Conurbano, norte, sur y oeste, es fácil concluir que para el PRO las elecciones porteñas eran sólo un trámite a cumplir, una etapa menor, segura y de gran repercusión mediática, hacia el premio mayor.
​Suele suceder que los mejores planes sucumben ante la terca realidad. Michetti no entendió la estrategia o creyó que había llegado el tiempo de ganarse, con el respaldo electoral, lo que el PRO nunca aceptó darle: un lugar en la mesa de las decisiones. Logró convencer a un grupo chico pero aguerrido de la gestión que salió a defender por las calles de la Ciudad las banderas de la transparencia y las críticas al crecimiento del juego y el narcotráfico. Aunque tampoco imaginó lo que se venía, que se enfrentaría a otra batalla desigual, que Macri la despreciaría en público y mandaría en privado a elegir entre él (Mauricio) o Gabriela.
​Porque de eso se trata ahora la cosa, de si Macri tiene o no las credenciales para gobernar la Argentina, algo que bien entiende la oposición al PRO, la vieja política: un porcentaje de kirchneristas y de massistas tienen la orden de votar por Michetti. Y no por amor a la camiseta amarilla, precisamente.
​Esta inédita disputa interna concentró la atención de la opinión pública, hasta el punto que todavía hay quienes creen que se trató de una puesta en escena de Jaime Durán Barba, el gurú de la comunicación política macrista. Al respecto, un informe de la consultora Ejes de Comunicación realizado durante el mes de abril dio como resultado que Rodríguez Larreta y Michetti acapararon, entre ambos, 2.468 menciones en diarios, canales y radios. Mariano Recalde sólo llegó a 739, Martín Lousteau 457, Graciela Ocaña 241, Carlos Heller 219, Aníbal Ibarra 201, Gabriela Cerruti 179 y Claudio Lozano 173. Sumados todos los candidatos de oposición (incluyendo Guillermo Nielsen, Humberto Tumini y Myriam Bregman), las menciones llegan a 2.400, la misma cantidad que los dos candidatos del PRO.
​En efecto, el problema que tuvieron todos los demás fue llamar la atención en un escenario concentrado en la interna del PRO. La incógnita más grande es quién sale segundo. Para el FpV sería por demás interesante desplazar a la oposición de ese lugar, al que podrían llegar como fuerza sumando los votos de los siete candidatos. El kirchnerismo viviría el segundo lugar como una victoria. Así, Recalde lograría concretar el sueño de Cristina Fernández de Kirchner, que un líder de La Cámpora obtenga el respaldo electoral hasta ahora vedado, y justamente en Buenos Aires, donde la Presidenta tiene los peores índices de imagen.
​De todos modos, los líderes del frente ECO dicen que, aún en caso de que así fuera, nada le asegura a Recalde que en la primera vuelta el FpV quedará segundo. Más bien, lo previsible –dicen– es que resuelta la interna del PRO, un porcentaje de votantes vuelva a votar por la UCR y la Coalición Cívica, eligiendo por Martín Lousteau. O sea, dejando otra vez tercero al FpV.
​Aunque siempre puede haber sorpresas en Buenos Aires, la ciudad que tuvo dos fundaciones y puede elegir a su jefe de Gobierno sólo desde 1996, hace apenas 19 años. Hasta entonces, tal vez los jóvenes no lo sepan, era el presidente de la Nación el que nominaba al intendente porteño, con acuerdo del Senado. El primero fue Torcuato de Alvear, designado en 1883 por Julio A. Roca, luego de ganar la batalla por la federalización de la Ciudad contra la Provincia, que la seguía reclamando como propia, en contra de la opinión del resto del país.
​Desde 1996, los porteños eligieron una vez a Fernando De la Rúa, dos a Aníbal Ibarra y otras dos a Mauricio Macri. Hoy se inicia el proceso para que elijamos con nuestro voto por sexta vez al jefe de Gobierno de la Ciudad, la que Jorge Luis Borges juzgó tan eterna como el agua y como el aire.
Fuente: Infobae.-
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