CONMOVEDORA devoción por el gaucho José Dolores en San Juan

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En la provincia de San Juan, muchas personas de todas las edades rinde fe a una hombre que fue cantor, guitarrero, muy buen domador, buen ojo para rastrear animales perdidos y sobre todo muy querido por los más pobres. Se trata del gaucho José Dolores, a cuyo santuario acuden durante el año miles de devotos no solo de la provincia sino del país. Su vida estuvo repleta de altruismo y de un romance prohibido que lo llevó hacia el trágico final.

A lo largo y a lo ancho de su geografía de la Argentina existe un sinfín de santuarios que  cada año, movilizados por la fe, miles de argentinos concurren en busca de retiros espirituales, peregrinaciones, cumplir promesas o expresar su agradecimiento. Estos santos, no reconocidos por la Iglesia, refieren a personas que vivieron en momentos dados y fueron elegidas como milagrosas por los mismos pobladores -generalmente- luego de una trágica muerte. Si bien algunos de estos ritos responden a viejas tradiciones de los pueblos originarios, como es el caso de los homenajes a la Pachamama, ymuchos otros fueron constituidos en un pasado no muy lejano. Este es el caso de la fe que se produce en la provincia de San Juan con el gaucho José Dolores.

El santuario al Santo Gaucho está ubicado en el departamento Rawson, precisamente en el lugar en donde el hombre murió. Este lugar es visitado por gran cantidad de turistas y devotos, quienes recorren la capilla, el salón de ofrendas y una sala acondicionada para colocarle velas al santo popular.

Según relatan los mismos fieles, José Dolores fue un hombre que dedicó su vida a ayudar a quienes lo necesitaban y por eso ganó grandes amigos como también enemigos muy poderosos. Fue especialmente querido por los más pobres, andaba por la vida sin poner precio a su trabajo al que se le pagaba con alguna mercadería o provisiones lo compartía con los más necesitados.

Aunque no hay descripciones oficiales, cuentan que era erguido, delgado, de tez blanca y cabello negro. Vestía a la época con bombacha gris ceñida en los tobillos, camisa abierta, pañuelo negro al cuello, faja, sombrero y facón atravesado a la cintura. Por sus habilidades de “manosanta” las madres lo buscaban para curar el mal de ojo, el empacho y otras cosas, y en sus bolsillos nunca faltaba una golosina para los chicos.

La historia del gaucho tiene como desenlace trágico producto de un romance prohibido. Precisamente José Dolores estaba enamorado de Lorenza Calazar, quien era la sobrina del comisario Eustaquio Calazar, que estaba en desacuerdo con la relación ya que no aceptaba a José Dolores, quien a pesar de todo siguió viendo a Lorenza sin hacer caso de las amenazas por parte de su familia.

La muerte lo sorprendió la noche del 14 de febrero de 1858. La madre de su amada en complicidad con el tío, lo invitaron a una fiesta a la cual asistiría Lorenza. Sin embargo, era una emboscada en donde agentes de la Policía, luego de perseguirlo, lo mataron por la espalda en la calle que hoy lleva su nombre.

Poco después de la muerte del gaucho, la gente comenzó a prender velas al costado del árbol donde fue muerto. La veneración continuó a través de los años al punto que el árbol debajo del cual murió, se conserva protegido por un muro de cemento y el lugar quedo convertido en santuario que es visitado diariamente- en especial los lunes- en que concurre gran cantidad de personas a rendirle homenaje al gaucho José Dolores a quien se le comenzaron a atribuir algunos milagro
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