San La Muerte: Una devoción que crece en San Juan

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Es una figura venerada en varias provincias de Argentina y su culto crece en San Juan. Pese a que muchos son conscientes de esta realidad, pocos conocen el origen del monje tras la retrato de San La Muerte. 






Además de la lista de santos que figuran en el clásico santoral católico, también existe una gran cantidad de santos y cultos paganos no reconocidos por la Iglesia Católica, pero que tienen muchos seguidores. Uno de ellos es San La Muerte. Esta figura es venerada, especialmente, en el Norte y Litoral argentino y en Paraguay. La veneración es, sin dudas, más fuerte en Corrientes, y también en el Chaco, Misiones y Formosa. Sin embargo está creciendo cada vez más en San Juan.

El mito nació a mediados del siglo XVIII, en tiempos de las misiones jesuíticas guaraníes, en la zona cercana a la provincia de Corrientes, donde la creencia se mezcló con elementos de la fe católica y también con la de los africanos esclavos. “Cuando los jesuitas instalados en el norte tuvieron que enfrentar a los españoles y portugueses en sangrientas batallas donde fueron derrotados. Los aborígenes huyeron a la selva quedando  librados a su suerte. Esto sucede durante el año 1767 y es allí donde surge esta creencia.”, según cuentan Jorge Coria y María Zelan, personas que se dedicaron al tema.

La leyenda relata a un monje que curaba a los aborígenes y humildes fue acusado de brujería y encerrado en una celda con puerta sellada donde murió y su cuerpo fue depositado en la selva.  Sin embargo, existen otras historias relacionadas. Algunos dicen que efectivamente se trataba de un monje, pero que el nombre "Señor de la Muerte" se le había otorgado por su preocupación de curar a los leprosos y sus restos consumidos encontrados en forma vertical, anormal en la muerte humana. También existen relatos sobre el origen de este personaje, que lo describen como a un monje que fue ejecutado en la hoguera pero está considerado un origen apócrifo.

“Después de pasar algún tiempo, los aborígenes encuentran en la selva a un monje en posición fetal con la vestimenta que usaban y un tapado con una capucha. Estaba como momificado, y en una mano sostenía una guadaña que se empleaba como herramienta de labranza  y en la otra mano una imagen de una Virgen, que después de muchos años se supo que fue Santa Catalina de Siena, persona de profunda caridad y amor al prójimo que atendía a los enfermos y a los prisioneros”, comenta Jorge Coria.  Sobre su nombre, el origen de este es un tanto peculiar. “Lo encuentran en su hábitat, como no tenía nombre lo llaman San Muerte”, expresa María Zalem.

Adorar a una figura que sintetiza la idea de la muerte genera algunas dudas. ¿Cómo pudo llegar a ser venerada y a ganar un lugar de privilegio en el altar de tantos hogares?  "Tanto la Difunta Correa Como San la Muerte, pasaron por una transformación”, explica Carina Jofré, antropóloga sanjuanina. "Ese cambio se genera de acuerdo a las memorias locales y por eso estas figuras tienen la dualidad propia de la religiosidad indígena. No hay una idea dicotómica del bien y del mal sino que lo bueno y lo malo forman parte de la esencia de una figura. Así como la Pachamama, San La Muerte protege y si se enoja, castiga”.

En el barrio Costa Canal, Chimbas, existe el único oratorio público de San la Muerte en la provincia. Fue construido en el 2004 en una plazoleta que hasta entonces era pura piedra y ahora es un espacio verde. Adrián Sosa vive a media cuadra y fue quien la construyó.  Este oratorio recibe todos los días recibe devotos que llegan de toda San Juan. "En el barrio todos son devotos. Todos colaboran limpiando el lugar. Yo al principio le tenía desconfianza pero es muy milagroso”, dice Adrián.

A San La Muerte se lo invoca igual que a cualquier otro santo. Según cuentan los fieles, se recurre a él para interceder ante Dios en medio de la adversidad para que les brinde la gracia que necesita en ese momento. Muchos usan las estatuillas a modo de colgantes, pero varios han optado por colocarse las pequeñas figuras debajo de su piel, y otros también se tatúan al santo.
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