Navidad con esperanza: la historia de Micaela, la nena sanjuanina que venció un tumor cerebral

La pequeña volvió a su casa meses atrás, pero su recuperación sigue siendo un símbolo de fe y fortaleza en una fecha cargada de significado.

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En una Navidad marcada por los reencuentros y los deseos profundos, la historia de Micaela González vuelve a cobrar fuerza en San Juan. Tiene cinco años y, aunque su regreso a casa se concretó tiempo atrás, su recuperación sigue siendo una de esas noticias que encuentran en estas fechas un sentido especial. La nena sanjuanina logró superar un tumor en la base del tronco encefálico, una enfermedad poco frecuente y de altísima complejidad, y hoy transita una vida cotidiana que meses atrás parecía lejana.

El diagnóstico llegó a comienzos de este año y obligó a su familia a tomar una decisión urgente: viajar a Buenos Aires para iniciar tratamiento en el Hospital Garrahan. Allí, Micaela atravesó cuatro meses intensos de radioterapia y medicación, acompañada de controles permanentes y una enorme incertidumbre. El objetivo médico inicial era reducir el tumor y frenar su avance, pero la respuesta de la niña superó las expectativas.

“Cuando volvimos a San Juan, las noticias fueron excelentes. Gracias a Dios, el tumor prácticamente se eliminó por completo”, contó su mamá, Samantha Sánchez Hurtado, al recordar el momento en que recibieron los resultados de la última resonancia. Explicó que queda un remanente mínimo que continúa en observación, pero que la evolución fue mucho mejor de lo que se esperaba en un cuadro de estas características.

El tipo de tumor que padecía Micaela es considerado uno de los más raros dentro de la oncología infantil. Según explicó su familia, existen muy pocos casos registrados a nivel mundial y aún no hay una cura específica, lo que vuelve excepcional la respuesta que tuvo al tratamiento. “La oncóloga nos dijo que estaba todo perfecto. Queda apenas un poquito y hay que seguir controlando, pero verla así nos devuelve la tranquilidad”, relató su mamá.

Durante los meses más difíciles, la familia encontró contención en la solidaridad de la comunidad. Oraciones, mensajes y gestos de apoyo llegaron desde distintos puntos, incluso de personas que no los conocían. “Nos acompañó mucha gente, sentimos ese apoyo todo el tiempo”, recordó Samantha.

Hoy, Micaela ya volvió a su casa, a la escuela y a su rutina. Juega, sonríe y disfruta de su infancia, con algunas recomendaciones médicas como evitar deportes de contacto. El seguimiento continúa, pero el presente es alentador y la familia volvió a proyectar a futuro.

En una fecha como Navidad, su historia se resignifica. No como una noticia reciente, sino como un testimonio de lucha, fe y esperanza que sigue vigente. La sonrisa de Micaela, meses después de haber vuelto a casa, se transforma así en uno de esos milagros silenciosos que, en estas fiestas, cobran un valor todavía mayor.

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