
Roba en pleno centro de San Juan y difunden los videos de las cámaras: "Que le de vergüenza"
El hecho se registró en las primeras horas de la mañana de este martes en zonas de calle Pedro Echagüe, entre Santiago del Estero y Av. Alem.
Está integrada por padres e hijos, algunos con Síndrome de Down, otros con Trastornos del Espectro Autista. Recibieron asesoramiento, capacitación y libros contables de distintas dependencias del Ministerio de Familia y Desarrollo Humano
“Santa Josefina”, la panadería instalada en la calle Catamarca -479 sur- pasando Avenida Córdoba, es una cooperativa de trabajo. Pero no es cualquier cooperativa. Tiene la particularidad de ser la primera en San Juan integrada por personas con discapacidad y sus padres.
Abrir sus puertas -hace casi un mes, el 21 de marzo pasado- significó dar el puntapié inicial para que sus “socios” comiencen a transitar el camino del emprendedurismo y la inserción laboral, a las que llegaron en gran medida gracias a la suma de buenas voluntades y profesionalismo: por un lado desde el Arzobispados los incentivaron con apostar sus esfuerzos al rubro de la panadería, además la Universidad Católica de Cuyo les cedió en comodato el local en pleno centro de San Juan y, por otro, distintas direcciones del Ministerio de Familia y Desarrollo Humano acompañaron en el proceso de formación de la cooperativa, los capacitaron y les dieron todas las herramientas posibles para empezar a funcionar y así poder ejercer su derecho al trabajo como cualquier otra persona.
Esta iniciativa es llevada a cabo por seis jóvenes neurodivergentes, entre 20 y 25 años, para quienes es su primer trabajo formal. Santiago Aguilera, Santiago Molina, Santiago Mira, José Eduardo Tejada, Juan Diego Tejada y Martín Massi son los verdaderos protagonistas de esta historia de superación, equidad y empatía: ellos atienden a los clientes, secundados por una terapista ocupacional y una persona que permanentemente los acompaña. El local atiende de lunes a viernes de 7 a 13 y de 16 a 20 horas y los sábados solo en horario de mañana.
Panadería con presente y futuro
El negocio de la panadería nació como un sueño en el marco de la Comisión de Justicia y Paz del Arzobispado de San Juan. Entre el obispo Jorge Lozano y el padre José Juan, sugirieron el rubro pensando que era una alternativa válida y de la cual hay experiencias similares en otros lados, pero no en la provincia. De inmediato, se activaron todas las alternativas posibles: la Universidad Católica de Cuyo prestó un espacio que tenía inutilizado, lo acondicionaron con el equipamiento necesario y gestionaron las habilitaciones. A la par un grupo de padres –cuyos hijos habían coincidido en actividades recreativas, deportivas o educativas- se reunió y buscó darle forma a la inquietud de generar el emprendimiento.
“Trabajamos con algunas alternativas y llegamos a la conclusión que lo mejor sería convertirnos en una cooperativa que incluyera a los padres y a los chicos. Todo ese camino lo hicimos con la Dirección de Asociativismo que nos asesoraron en la estrategia de trabajo y el sistema de inclusión laboral, tuvimos charlas y talleres inclusive con el INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social), nos facilitaron las inscripciones y otros trámites claves. Además, nos entregaron los libros contables aforados (libros de actas, libro diario, otro de inventario y balance, un registro de asociados) para comenzar con la documentación exigida por la ley. También desde las direcciones de Personas con Discapacidad y Políticas para la Equidad, formaron a los futuros panaderos en un curso adaptado en Manipulación de Alimentos en la Escuela ASAL. Fue muy interesante porque el equipo preparó especialmente recursos materiales para facilitar este aprendizaje del que participamos las familias, estudiamos, rendimos y obtuvimos los carnets habilitantes. Como si fuera poco, una profesional del ministerio, nos dio charlas a los padres para que entendamos los alcances de las rutinas necesarias para que esto funcione. Sin esta ayuda hubiese sido imposible llegar donde hoy estamos”, explicó Cristina Casivar, una de las mamás de la cooperativa.
El emprendimiento se ha planteado por etapas. Por ahora, comercializan los productos que les suministre un proveedor: pan, medialunas, budines y facturas, pan rallado, tortitas, cremonas y semitas, también van a ofrecer sandwichs y tortas, por encargo. Para más adelante, sueñan con incorporar otros productos y la posibilidad de tener la maquinaria propia para poder elaborar toda la panificación y pastelería. El tercer paso sería concretar, el café-literario, atendido por personas con discapacidad.
“Es importante tener todo en regla porque esto nos va a permitir seguir creciendo, pedir subsidios para acceder a otras herramientas. Hay muchos proyectos asociados a este. Y quien dice incluir a todas las personas con discapacidad que quieran sumarse. Queremos que este sea un trabajo como cualquier otro para nuestros hijos y para todo aquel que lo necesite, pensando en que algún día los padres no vamos a estar para seguir sosteniéndolos”, agregó esta mamá.
Además de vender en el local, la iniciativa va a tener su propia entrega de pedidos a domicilio, al menos en la zona céntrica de Capital. Lo harán los jóvenes acompañados con sus padres o con voluntarios. Para eso, están pidiendo colaboración a estudiantes de la Universidad Católica de Cuyo o a toda persona que quiera sumarse en esta gran tarea.
El hecho se registró en las primeras horas de la mañana de este martes en zonas de calle Pedro Echagüe, entre Santiago del Estero y Av. Alem.
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El hecho sucedió en una vivienda de la zona sur de la Capital, mientras visitaba a su abuela junto a sus padres.
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n algunas carnicerías, las rebajas superan los $2.000 por kilo, lo que representa un alivio para muchas familias.