Patear para adelante, pero en contra
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El Gobierno dejó para 2016 subas de gas de hasta 676%. Se les aplicará a los usuarios que no mantengan un ahorro del 20% hasta este fin de año. La medida podría afectar a más de 3.000.000 de hogares.
Si todo sigue por los carriles actuales, quizá se convierta en una de las mayores ironías del kirchnerismo. El Gobierno, reacio durante la mayor parte de su gestión a aplicar ajustes en las tarifas de los servicios públicos, dejará preparados aumentos automáticos en el gas que podrían afectar a unos 3,2 millones de hogares el año próximo, cuando la presidenta Cristina Kirchner disfrute de su anunciado retiro en El Calafate. Así lo confirmaron empresarios del sector y especialistas en temas energéticos.
El origen del problema data de abril de 2014, cuando se puso en marcha un incremento masivo en las tarifas de gas después de más de una década. En aquella ocasión, los ministros Axel Kicillof y Julio De Vido (Economía y Planificación, respectivamente), reacios a la palabra "ajuste", ensayaron una receta de ese tipo y la enmascararon bajo la fachada de un plan de ahorro de energía. Así, establecieron nuevos valores para las tarifas, con subas cercanas al 700% a partir de agosto de ese año. Esos aumentos, sin embargo, no se aplicarían a quienes redujeran una porción importante de su consumo. Ése es el punto clave:
La norma original también contempla que quienes ahorren entre 5 y 20% de su consumo cada año tendrán un aumento menor. Ese grupo tendrá el mismo problema. Según los números de distribuidoras privadas, al menos un 40% de los consumidores está en esa situación. Es decir, registraron algún tipo de ahorro hasta octubre, de manera que entre abril y agosto del año próximo es muy probable que reciban facturas con un aumento sensible en el gas.
En otros términos: cada vez que un usuario ahorra, marca un nuevo piso para evaluar su consumo. Para los que registraron una merma de más del 20% este invierno y obtuvieron cuadros tarifarios sin aumentos, las posibilidades de lograr tarifas diferenciadas el invierno próximo serán sumamente complejas, ya que un nuevo ahorro del 20% implicaría una reducción del 40% de su consumo tradicional.
Una suerte similar tendrán aquellos usuarios que lograron reducir su demanda parcialmente y que por ello fueron reconocidos con valores tarifarios especiales. Es lo que les ocurrió a muchos usuarios este invierno, que habían ahorrado en 2014 pero recibieron una factura mucho más alta este año.
"Con el mecanismo propuesto de ir eximiendo de aumentos de entre 207 y 676% a los que consuman menos del 20% del año anterior llegamos al absurdo que, al cabo de unos años, para no tener aumento no hay que consumir gas. Si no consume, no paga la nueva tarifa", criticó el ex secretario de Energía Daniel Montamat.
Por su parte, Jorge Lapeña, también ex secretario de Energía, sostuvo que "el sistema tarifario del gas es absurdo desde hace años. Creo que hasta fin de año hay que tranquilizarse y no agredir más a los consumidores residenciales". Un usuario que el año pasado consumió 1000 metros cúbicos (m3) de gas en un período de facturación y no fue alcanzado por las nuevas tarifas, pagó por ese insumo $177,133 (sin contar cargos adicionales que vienen en la factura). Este año, con el mismo consumo, ese componente de la boleta se fue a $760. En el caso de un denominado R3-4, un cliente de alto consumo, pasó de pagar $224 hasta el 31 de marzo del año pasado a $1608, 08, de manera que su tarifa se multiplicó por siete.
"Habrá aumentos de gas para quien no vuelva a ahorrar. Basándome en la lógica ‘miniplacista' del Gobierno, con esos aumentos tarifarios sujetos a ahorro buscaba reducir la importación de LNG [gas licuado que llega por barco]. De lo contrario, no se explica que se haya complicado aún más el irracional cuadro tarifario actual", explicó el ex secretario de Energía Emilio Apud.
Sostener la tarifa sin aumentos se volvió cada vez más complejo para los usuarios este año. En el bimestre enero-febrero, por ejemplo, más de un 30% de la demanda se mantuvo dentro de los parámetros de ahorro. Pero en el período septiembre/octubre, esa cifra bajó al 26%. La explicación hay que buscarla en las temperaturas, ya que en los meses fríos es más difícil ahorrar.
La medida oficial buscó trasladar al usuario el costo de producir gas y reducir subsidios, una de las cuentas más onerosas del Estado, pero no llegó a las distribuidoras (las principales son Metrogras, Gas Natural Fenosa y Camuzzi).
Futuro inmediato
Aunque no lo expresan en voz alta, y en ocasiones contradicen la palabra de sus jefes políticos, los asesores económicos de Mauricio Macri y de Daniel Scioli creen que, más tarde o más temprano, deberán ajustar las tarifas de servicios públicos, no sólo del gas sino también de la electricidad, para moderar el gasto en subsidios.
Sólo hasta agosto de este año se fueron por esa vía $99.282,5 millones. La mayor parte se destina a la compra de gas de Bolivia, de LNG y a las importaciones de combustibles líquidos para las centrales térmicas.
Por todo eso, la boleta de gas de 2016 estará atada a dos factores: la voluntad del próximo Presidente de sostener un esquema de subsidios similar al actual y la crudeza del invierno, que puede marcar la diferencia entre pagar una factura plena o sostener alguna clase de subsidio.
Fuente: La Nación.-
Si todo sigue por los carriles actuales, quizá se convierta en una de las mayores ironías del kirchnerismo. El Gobierno, reacio durante la mayor parte de su gestión a aplicar ajustes en las tarifas de los servicios públicos, dejará preparados aumentos automáticos en el gas que podrían afectar a unos 3,2 millones de hogares el año próximo, cuando la presidenta Cristina Kirchner disfrute de su anunciado retiro en El Calafate. Así lo confirmaron empresarios del sector y especialistas en temas energéticos.
El origen del problema data de abril de 2014, cuando se puso en marcha un incremento masivo en las tarifas de gas después de más de una década. En aquella ocasión, los ministros Axel Kicillof y Julio De Vido (Economía y Planificación, respectivamente), reacios a la palabra "ajuste", ensayaron una receta de ese tipo y la enmascararon bajo la fachada de un plan de ahorro de energía. Así, establecieron nuevos valores para las tarifas, con subas cercanas al 700% a partir de agosto de ese año. Esos aumentos, sin embargo, no se aplicarían a quienes redujeran una porción importante de su consumo. Ése es el punto clave:
La normativa exige un ahorro del 20% por período cada año para esquivar las subas, algo impracticable desde el punto de vista de los consumidores.
La norma original también contempla que quienes ahorren entre 5 y 20% de su consumo cada año tendrán un aumento menor. Ese grupo tendrá el mismo problema. Según los números de distribuidoras privadas, al menos un 40% de los consumidores está en esa situación. Es decir, registraron algún tipo de ahorro hasta octubre, de manera que entre abril y agosto del año próximo es muy probable que reciban facturas con un aumento sensible en el gas.
En otros términos: cada vez que un usuario ahorra, marca un nuevo piso para evaluar su consumo. Para los que registraron una merma de más del 20% este invierno y obtuvieron cuadros tarifarios sin aumentos, las posibilidades de lograr tarifas diferenciadas el invierno próximo serán sumamente complejas, ya que un nuevo ahorro del 20% implicaría una reducción del 40% de su consumo tradicional.
Una suerte similar tendrán aquellos usuarios que lograron reducir su demanda parcialmente y que por ello fueron reconocidos con valores tarifarios especiales. Es lo que les ocurrió a muchos usuarios este invierno, que habían ahorrado en 2014 pero recibieron una factura mucho más alta este año.
"Con el mecanismo propuesto de ir eximiendo de aumentos de entre 207 y 676% a los que consuman menos del 20% del año anterior llegamos al absurdo que, al cabo de unos años, para no tener aumento no hay que consumir gas. Si no consume, no paga la nueva tarifa", criticó el ex secretario de Energía Daniel Montamat.
Por su parte, Jorge Lapeña, también ex secretario de Energía, sostuvo que "el sistema tarifario del gas es absurdo desde hace años. Creo que hasta fin de año hay que tranquilizarse y no agredir más a los consumidores residenciales". Un usuario que el año pasado consumió 1000 metros cúbicos (m3) de gas en un período de facturación y no fue alcanzado por las nuevas tarifas, pagó por ese insumo $177,133 (sin contar cargos adicionales que vienen en la factura). Este año, con el mismo consumo, ese componente de la boleta se fue a $760. En el caso de un denominado R3-4, un cliente de alto consumo, pasó de pagar $224 hasta el 31 de marzo del año pasado a $1608, 08, de manera que su tarifa se multiplicó por siete.
"Para no tener aumento no hay que consumir gas. Si no consume, no paga la nueva tarifa".
"Habrá aumentos de gas para quien no vuelva a ahorrar. Basándome en la lógica ‘miniplacista' del Gobierno, con esos aumentos tarifarios sujetos a ahorro buscaba reducir la importación de LNG [gas licuado que llega por barco]. De lo contrario, no se explica que se haya complicado aún más el irracional cuadro tarifario actual", explicó el ex secretario de Energía Emilio Apud.
Sostener la tarifa sin aumentos se volvió cada vez más complejo para los usuarios este año. En el bimestre enero-febrero, por ejemplo, más de un 30% de la demanda se mantuvo dentro de los parámetros de ahorro. Pero en el período septiembre/octubre, esa cifra bajó al 26%. La explicación hay que buscarla en las temperaturas, ya que en los meses fríos es más difícil ahorrar.
La medida oficial buscó trasladar al usuario el costo de producir gas y reducir subsidios, una de las cuentas más onerosas del Estado, pero no llegó a las distribuidoras (las principales son Metrogras, Gas Natural Fenosa y Camuzzi).
Futuro inmediato
Aunque no lo expresan en voz alta, y en ocasiones contradicen la palabra de sus jefes políticos, los asesores económicos de Mauricio Macri y de Daniel Scioli creen que, más tarde o más temprano, deberán ajustar las tarifas de servicios públicos, no sólo del gas sino también de la electricidad, para moderar el gasto en subsidios.
Sólo hasta agosto de este año se fueron por esa vía $99.282,5 millones. La mayor parte se destina a la compra de gas de Bolivia, de LNG y a las importaciones de combustibles líquidos para las centrales térmicas.
El número es 14% mayor al gasto en ese rubro del mismo período del año pasado, pese a que la caída de los precios internacionales de la energía debería haber contenido el incremento en esa factura.
Por todo eso, la boleta de gas de 2016 estará atada a dos factores: la voluntad del próximo Presidente de sostener un esquema de subsidios similar al actual y la crudeza del invierno, que puede marcar la diferencia entre pagar una factura plena o sostener alguna clase de subsidio.
Fuente: La Nación.-
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