La echaron del trabajo y aprendió a ser plomera y gasista por teléfono: “Me pude comprar un auto”

Daniela Vidal fue impulsada a dar un giro en su vida luego de perder un empleo formal y quedar sin ningún ingreso económico, sola y con una hija de 8 años. “Parece increíble, pero ahora amo lo que hago”, dijo.

Nacionales Diario Móvil Diario Móvil
Daniela Vidal
Daniela Vidal

Daniela Vidal, “Dana” para sus seres más íntimos, llevaba una vida cómoda y tradicional. Trabajaba en la Secretaría de Comercio de la Ciudad Buenos Aires, una ocupación que le permitía viajar por el país y capacitar a docentes en defensa del consumidor. Sin embargo, todo se derrumbó drásticamente en 2018.

El cambio de gobierno y la consecuente reducción del Estado ocasionó un estallido en la vida de Daniela: madre soltera, en aquel momento con su hija de ocho años, fue despedida de su puesto.

“Había entrado cuando estaba embarazada de mi hija en lo que ahora se llama Ministerio de Producción. El momento del despido fue terrible, porque aparte fue de un momento para el otro. De repente era un tema en los pasillos, hasta que pasó alguien y me dijo ‘te van a echar’. Y a las dos horas me echaron”, recordó Daniela a TN.

Su primer sentimiento fue el de desolación. Cobró unas vacaciones adeudadas y debió volver a su casa sin saber qué iba a hacer de su vida. “A plata de hoy ganaba cerca de $450.000. Fue una tristeza profunda lo que viví”, remarcó.

Una amiga suya, también docente, llevaba más de ocho años como suplente sin poder acceder a un cargo titular. Fue ella quien le sugirió ir a la ferretería de su papá, tomar algunas herramientas y ofrecer trabajos como plomeras y gasistas.

“Publicamos en un grupo de transfeministas, porque sabíamos que las primeras que nos iban a llamar eran las mujeres. Empezamos a tener nuestros primeros trabajos y mientras aprendía por teléfono con el marido de mi mamá, que me enseñaba e impulsaba a seguir adelante”, dijo Daniela.

La mujer de 44 años que actualmente vive en Caballito junto a su hija explicó que la experiencia es la mejor amiga del oficio y que la fórmula para aprender y trabajar con eficiencia es simple: “50% de materiales y 50% de ingenio. Todo se trata de la capacidad para resolver las cosas”.

Daniela contó que la incertidumbre fue tan fuerte como las ganas de salir adelante. Este último sentimiento, con el correr de las semanas, le fue ganando al primero a tal punto que un día se olvidó de lo pasado, de los temores y de todo lo que aún le faltaba aprender.

“Siempre me gustaron las manualidades, soy una persona muy dúctil. También trabajé 18 años como modista, así que sé coser, realizar moldes, corte y confección”.

De la incertidumbre al amor por su trabajo

“El mayor desafío que tuve que atravesar fue cuando me tocó arreglar un mingitorio. No había visto uno en mi vida. Tuve que mirar videos en YouTube porque no podía comunicarme con mi viejo. Como mujer fue una prueba de fuego enorme”, relató Daniela.

Reveló también que durante estos casi seis años en los que trabaja de manera independiente no tuvo que atravesar momentos desagradables por ser mujer. “Sí hay personas que piensan que es mentira. La mayoría de los lugares a los que voy a comprar materiales me ayudan, hasta les gusta que sea plomera”, sostuvo.

Daniela es parte de la Asociación Argentina Plomeros Sanitaristas y Afines (AAPSyA), un grupo del que también participan otras mujeres. “Esto es un oficio, se enseña de boca en boca. Aprendí tanto que doy clases en la facultad para estudiantes de la UTN (Universidad Tecnológica Nacional) que sueñan con ser ingenieros. Les enseño lo tangible, lo cotidiano”, indicó.

“Los clientes me llaman y saben cómo trabajo, por eso me recomiendan. El que vuelve a llamar sabe que voy a responder, por eso gracias a Dios tengo tantos clientes”, continuó.

Daniela trabaja con una compañera con la que hacen servicios a domicilio: una se encarga de los artefactos que requieren agua y la otra los que requieren gas. “Paralelamente, tenemos una empresita con la que hacemos remodelaciones, que van desde plomería hasta albañilería y revestimiento. Se llama Flapper”.

“Puedo llegar a ganar hasta $100.000 por día. No siempre, pero esa es la meta para poder cubrir el gasto de mi compañera, el auto y todo el resto que ocasiona ir a trabajar. La autogestión es hermosa y sacrificada. La contra es no tener un sueldo fijo y saber que si me enfermo o tengo algún problema no produzco”, precisó Daniela.

“Ahora, también tiene muchas cosas a favor: el trabajo es dinámico, el crecimiento es ilimitado y hasta me pude comprar un auto durante la pandemia. Le pude dar trabajo a otras personas, estar más tiempo con mi hija y disponer de horarios para mí. Me cuesta ahorrar, pero ya voy a ordenarme con eso”, agregó.

Daniela precisó que no hace destapaciones. “Porque no tengo la máquina y por lo asqueroso que es”, contó y que no existe un día en el que no se despierte con ganas de ir a trabajar: “Parece increíble, pero ahora amo lo que hago”.

“El cambio en mi vida fue terrible, pero también hoy me doy cuenta de que cuando tenía una necesidad debía esperar hasta fin de mes para cobrar. La autogestión me permite encontrar siempre una salida más cercana”, completó.

Te puede interesar
Lo más visto