Catarsis del comunicador: Zapatero a sus zapatos... decían
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OSDE preparó una charla para representantes y personal de diferentes empresas, orientada a capacitar sobre comunicación y liderazgo. El ingeniero Pablo Heining fue el encargado de brindar estas “aproximaciones” al éxito en la comunicación, o algo por el estilo que sonaba muy interesante. ¿Ingeniero? ¿Comunicación? Sí. “Reniego del libro tres pautas para ser feliz en tu vida”, dijo. Como comunicadora, despertaron en mí sentimientos no recomendables.
Por Agostina Perosa.
Seguramente su charla fue mucho más interesante de lo que creo. Hace tiempo se estila entre el mundo del “éxito” currar con charlas que ofrecen un poquito de todo (liderazgo, antropología, democracia, coaching, histeria, psicología, política, sociología,…y cualquier ocurrencia) a las que se le suma algún trabajito capcioso, frases hechas y la promesa de felicidad. Todo esto, englobado en un solo término: COMUNICACIÓN.
Porque claro, la comunicación es todo lo que necesitamos en el mundo de hoy para lograr el éxito. Tanto así que hasta los ingenieros se apropian de esta disciplina, ciencia o “herramienta” para mejorar la vida de cientos de personas. Mientras tanto, los comunicadores nos partimos la cabeza tratando de encajar en algún lado en donde, se supone, debemos encajar porque para algo estudiamos 5, 6, 7 años, o toda la vida.
Las áreas de Comunicación Institucional, por ejemplo, están colmadas de administradores, psicólogos, Licenciados en Marketing o alguna profesión afín. Amén de sus carreras y el valor que tienen, no veo comunicadores atendiendo pacientes con inestabilidad emocional ni administrando una oficina. Porque el pilón es para el mortero y la bombilla para el mate, señores, y punto.
Entonces caemos en el periodismo con pasión. Y sí, nos llamamos comunicadores porque es lo que somos. Mal pagos, ilegales e inestables.
En ese afán de considerarnos progre, reee locos, y en la vorágine del fabuloso siglo XXI, todos somos dueños de todo, y de nada. Entonces, me pregunto, si Heining es más ingeniero que comunicador o más comunicador que ingeniero, o es que encontró la combinación perfecta y vino a “orientar” a un público en el que seguro, había comunicadores sociales.
Y claro que mis respuestas, más allá de mi ego herido, rozan el sentido común y digo: Bueno, no quiere decir que no sepa, no quiere decir que esté mal, no quiere decir que no sea genuino. Que siga su vida enseñando las claves para saber comunicar. El problema no lo tiene él. Como comunicadores hemos permitido esto y ahora todo un sistema que cuando respondemos que nos dedicamos a la Comunicación nos pregunta: “¿Y qué hace un Comunicador?”.
Ironías de la vida. ¿En qué estamos fallando, comunicadores?
Por Agostina Perosa.
Seguramente su charla fue mucho más interesante de lo que creo. Hace tiempo se estila entre el mundo del “éxito” currar con charlas que ofrecen un poquito de todo (liderazgo, antropología, democracia, coaching, histeria, psicología, política, sociología,…y cualquier ocurrencia) a las que se le suma algún trabajito capcioso, frases hechas y la promesa de felicidad. Todo esto, englobado en un solo término: COMUNICACIÓN.
Porque claro, la comunicación es todo lo que necesitamos en el mundo de hoy para lograr el éxito. Tanto así que hasta los ingenieros se apropian de esta disciplina, ciencia o “herramienta” para mejorar la vida de cientos de personas. Mientras tanto, los comunicadores nos partimos la cabeza tratando de encajar en algún lado en donde, se supone, debemos encajar porque para algo estudiamos 5, 6, 7 años, o toda la vida.
Las áreas de Comunicación Institucional, por ejemplo, están colmadas de administradores, psicólogos, Licenciados en Marketing o alguna profesión afín. Amén de sus carreras y el valor que tienen, no veo comunicadores atendiendo pacientes con inestabilidad emocional ni administrando una oficina. Porque el pilón es para el mortero y la bombilla para el mate, señores, y punto.
Entonces caemos en el periodismo con pasión. Y sí, nos llamamos comunicadores porque es lo que somos. Mal pagos, ilegales e inestables.
En ese afán de considerarnos progre, reee locos, y en la vorágine del fabuloso siglo XXI, todos somos dueños de todo, y de nada. Entonces, me pregunto, si Heining es más ingeniero que comunicador o más comunicador que ingeniero, o es que encontró la combinación perfecta y vino a “orientar” a un público en el que seguro, había comunicadores sociales.
Y claro que mis respuestas, más allá de mi ego herido, rozan el sentido común y digo: Bueno, no quiere decir que no sepa, no quiere decir que esté mal, no quiere decir que no sea genuino. Que siga su vida enseñando las claves para saber comunicar. El problema no lo tiene él. Como comunicadores hemos permitido esto y ahora todo un sistema que cuando respondemos que nos dedicamos a la Comunicación nos pregunta: “¿Y qué hace un Comunicador?”.
Ironías de la vida. ¿En qué estamos fallando, comunicadores?
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