Bullying: ¿alcanza con los “acuerdos de convivencia” del Estado?
DestacadosPor Graciela Marcet
Un año después de que la sociedad sanjuanina se conmoviera por la aberrante agresión de un grupo de adolescentes del Colegio San Francisco a una compañera, la situación volvió a repetirse, con otros protagonistas. Esta vez fue en el Colegio Provincial de Concepción y nuevamente fue una quinceañera la víctima del acoso que, al igual que en el episodio anterior, fue difundido por las redes sociales. Además del sufrimiento que ambos casos ocasionaron en las respectivas familias, la reaparición de los mismos componentes mostró lo poco que aprendimos del caso anterior: medios de comunicación sumándose al círculo de violencia al compartir los videos del ataque, adultos pidiendo los castigos más crueles para los agresores y respuestas débiles por parte de las autoridades del Ministerio de Educación de la Provincia, que sacaron a relucir programas insuficientes para abordar uno de los fenómenos más críticos de en la sociedad actual.
“Vamos a trabajar con todo nuestro equipo y lo primero que haremos será investigar lo previo, porque siempre hay algo que genera estos casos de acoso escolar (…) mientras tanto también hay que pensar en una posible sanción a la estudiante agresora" expresó la directora de Gabinetes Técnicos Interdisciplinarios, Lita Bracco, quien esta semana aseguró no haber recibido ninguna denuncia, a pesar de que la madre de la adolescente aseverara haber pedido ayuda en el Ministerio.
Más allá de la controversia, Bracco indicó que en estos casos, lo fundamental es el trabajo del equipo del Gabinete Interdisciplinario, tanto con los alumnos involucrados, como con los padres y los docentes de la escuela. Así, el discurso oficial se basó en destacar los acuerdos de convivencia y las sanciones previstas para dar respuestas a las familias y a la sociedad.
Más allá de las promesas, la repetición de casos con las mismas características generó preocupación en gran parte de la sociedad, que no ve una política sistemática para atender el problema de la violencia. En este marco, Diario Móvil consultó a la docente y psicopedagoga Susana Maurin, autora del libro “Educación emocional y social en la escuela. Un nuevo paradigma, estrategias y experiencias”. Con experiencia en diferentes niveles educativos y en gabinetes en distintas zonas de la provincia, la licenciada evaluó la necesidad de realizar un cambio profundo en el sistema escolar. “Los acuerdos de convivencia son necesarios porque son el fruto del convenio entre los distintos actores del sistema educativo. Pero como pasa con toda ley, no resultan suficientes para solucionar los problemas de convivencia porque son acciones para intervenir en casos de emergencia”. En este sentido, explicó que el protocolo del Ministerio apunta a realizar charlas con los alumnos para hablar sobre la violencia “pero esto significa trabajar solo sobre el síntoma que es el bullying y no sobre su origen, que es un escaso desarrollo de las competencias emocionales y sociales para expresar los pensamientos y emociones, resolver los conflictos, sentir empatía por el otro y satisfacer la necesidad de sentirse valioso e importante”.
Desde esta línea de pensamiento, Maurin consideró que “no es suficiente con buscar las causas individuales de un hecho” sino que es necesario “desarrollar acciones de interacción grupal en las aulas para que los chicos adquieran esas competencias y aprendan a desarrollar su autoestima por medios sanos, sin dañar a otros”. “El chico que desarrolla una buena autoestima no necesita molestar a otro. Pero si cree que hacer sufrir a otros es el único camino para sentirse importante, no va a cambiar solo porque le digan que no tiene que ser violento. Puede hacerlo si se implementan técnicas grupales en las que cada uno descubra medios sanos para sentirse importante” expresó.
“La causa no está en las redes sociales”
Aunque desde el Ministerio aseguraron que actualmente “muchas veces la violencia pasa por las redes sociales sin manifestarse en las aulas”, Susana Maurin señaló que “el ciberbullying, el grooming y las nuevas formas de violencia sí se manifiestan en la escuela con chicos que van angustiados a clase y actúan de manera disfuncional. Tal vez los docentes no sean testigos de un hecho de violencia física pero muchas veces los alumnos responden con inhibición, aislamiento, problemas de aprendizaje o transgresión de las normas”.
Por este motivo, la especialista aseguró que “aunque la violencia no se presente en la misma escuela, estos hechos son llamados de alerta para los educadores, que tenemos la responsabilidad de educar para que la convivencia dentro de la escuela y fuera de ella”. “Muchas veces esto no se advierte en la escuela hasta que explota, como pasó con Junior, el protagonista de la masacre de Carmen de Patagones” señaló.
En relación a la culpa que muchos atribuyen al rol que cumple la tecnología, la licenciada afirma que “la causa de la violencia no está en las redes sociales, que solo son un factor que potencia uno de los puntos de apoyo del bullying que son los espectadores. “La tecnología hace que en vez de someter a una víctima frente a 4 o 5 personas, tengamos a cientos de personas observando”.
De la violencia escolar al maltrato doméstico y laboral
Otra de las respuestas comunes para calmar los ánimos de la sociedad, suele ser asegurar que se trata de “casos aislados”. Sin embargo, Maurin considera que “los casos aislados pueden ser los más graves en el sentido de la agresión física explícita y brutal, pero hay otro tipo de bullying que está presente en casi todos los grupos humanos y es el de la agresión psicológica, que puede hacer sufrir tanto como la física”. Para la psicopedagoga, “el bullying de la murmuración, la ironía hiriente y la exclusión se traslada después a la vida adulta, en la que muchos siguen sintiéndose importantes al hablar mal del otro y humillar”. “Las exigencias que en la escuela comienzan con amenazar al compañero para que entregue la merienda o nos haga la tarea, se convierten luego en el bossing (el abuso del jefe a los subordinados), el mobbing (el maltrato laboral entre pares), la violencia doméstica y las distintas formas de agresión”.
“No hay que limitarse a bajar la fiebre”
Además de las sanciones y acuerdos de convivencia, el Ministerio de Educación presentó otra medida para combatir el bullying. Se trata de una línea telefónica gratuita para denunciar este tipo de casos y recibir asesoramiento por parte de los equipos del gobierno. Maurin evaluó positivamente estas estrategias pero advirtió que “si queremos producir una verdadera transformación en la educación y en la sociedad, no tenemos que limitarnos a poner el termómetro y bajar la fiebre, que es trabajar sobre el síntoma, sino que es necesario desarrollar el sistema inmunológico”. “Tenemos que educar para que aprendan a construir valores para la vida” dijo la licenciada, que también puso énfasis en la responsabilidad de los medios de comunicación en la reproducción de los hechos de violencia. “Los medios que comparten el video de una agresión forman parte del triángulo del bullying porque generan más espectadores y están potenciando ese círculo de violencia. Poner el video no hace tomar conciencia a la gente. Para eso basta con el relato de lo que sucedió, siempre que se respete la integridad de los chicos” explicó.
¿Existe una solución?
Aunque el incremento de los casos de violencia parece meter al sistema educativo en un callejón sin salida, son cada vez más los especialistas que aseguran que existen vías para lograr un cambio. “Es necesario realizar una verdadera transformación que empiece por implementar la educación emocional y social en todos los niveles educativos. Hoy los docentes tienen técnicas muy eficaces que producen cambios no solo en los chicos que agredieron sino en todos los alumnos. Hay experiencias que demuestran que avanzar en este camino no es una utopía sino una realidad posible” afirmó Maurin.
Al ser consultada sobre la implementación de estas estrategias en San Juan, la psicopedagoga explicó que “solo lo están haciendo algunos docentes de manera incipiente pero no está generalizado como práctica institucionalizada en el sistema escolar”, por lo cual consideró fundamental abordar el tema de manera profunda y “no solo cuando emerge el problema”.
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