Corea del Norte recibió a un estudiante occidental

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La vigilancia, el sexo, las reverencias a las estatuas del líder y los campos de "reeducación" para prisioneros políticos, el impactante relato de Alessandro Ford.




 





Durante los cuatro meses que vivió como estudiante en Corea del Norte, el joven Alessandro Ford pasaba cada mañana por delante de una estatua de seis metros de alto de Kim Jong-Il, líder supremo del país hasta su fallecimiento en 2011. "Todos los estudiantes iban hablando, haciendo bromas, pero al pasar por delante había que callarse, ponerse en fila y hacer una reverencia", explicó el joven a la BBC. Fue una de las primeras experiencias que tuvo en este país aislado y gobernado por un líder despótico.

"Me sentí muy sorprendido y bastante intimidado la primera vez que vi esa forma de actuar", explicó Ford, hijo de un político laborista británico y educado en una escuela internacional en Bruselas. El joven de 18 años estuvo en Corea del Norte entre agosto y diciembre del año pasado, aprendiendo coreano en la Universidad de Kim Il-sung. Fue el primer estudiante occidental en poner pie en esa universidad, aunque Corea del Norte acepta a otros alumnos extranjeros.

Si bien con los que mejor pudo comunicarse el joven fue con los chinos porque "su inglés era mucho mejor que el del resto", con un poco de esfuerzo y lo que sabe de coreano, Alessandro pudo entablar amistad con algunos locales.

Dice que la mayoría de los estudiantes estaba "totalmente fascinado por conocer cómo es la vida fuera" del país. Algunos lo bombardearon con preguntas sobre cómo es vivir fuera del régimen más cerrado del planeta. "Un amigo que es soldado y fue enviado a estudiar a la universidad, me agarró, me sentó en la cama y me dijo: explícame todo sobre tu país", dijo Ford. Lo que más le sorprendió a este norcoreano fue que en Reino Unido el servicio militar no sea obligatorio. "¿La gente no quiere defender a su madre patria?", le preguntó.

También quiso saber cuánto gana un soldado inglés o uno estadounidense, y qué piensa la gente sobre los soldados. Otra de las cosas que sorprendieron realmente a los estudiantes norcoreanos que hablaron con Alessandro fue que en los países occidentales el Estado no facilite la vivienda a sus ciudadanos. "En Corea del Norte, no compras una casa sino que te la asigna el Estado. Les sorprendía que podamos elegir nuestra casa y que se compren con dinero", dijo el joven.

Alessandro dice que no sintió ninguna hostilidad por parte de los norcoreanos hacia él, pero sí mucha contra el gobierno de Estados Unidos. Para sus compañeros se trata de un gobierno "venenoso" que solo sirve a "malvados objetivos imperialistas", pero que le dijeron que "no tienen ningún problema con la gente de Estados Unidos porque están siendo engañados por su gobierno".

Ford casi no habló de política con sus compañeros aunque en una ocasión les preguntó qué pensaban sobre los campos de internamiento para prisioneros políticos. "No son campos como donde los japoneses solían meternos a nosotros, son campos de reeducación. Cuando alguien no entiende los pensamientos políticos de nuestro gran líder, necesitan ser instruidos", le respondió una amiga.


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DIFERENCIAS CULTURALES

De lo que sí pudo hablar el joven británico con sus amigos fue de la vida diaria y las distintas costumbres. Entonces descubrió las enormes diferencias que separan a los jóvenes occidentales de los de Corea del Norte. "Les sorprendió mucho la promiscuidad de los jóvenes occidentales", dijo Ford.

"Para ellos, tener sexo antes del matrimonio ya es promiscuidad". Al joven británico le pareció que, aunque Corea del Norte es una sociedad comunista, los valores imperantes son conservadores. "Son muy puritanos. En términos de moral, son de derechas, muy conservadores". Por ejemplo, es impensable que un joven en la calle se acerque a hablar con una chica que no conoce.

VIGILANCIA

Durante el tiempo que estuvo en Corea del Norte, Alessandro admite que estuvo vigilado, pero dice que no fue "tan siniestro como parece". Cuenta que los estudiantes que fueron puestos en el dormitorio universitario estaban ahí "para ayudarlos con la educación y para que tuvieran un ojo en ellos", explicó. En esas circunstancias, en un país tan lejano y cerrado, el joven se sintió aislado.

Pero esto le llevó a reflexionar sobre cómo viven los ciudadanos de un país con ese nivel de aislamiento. "Yo estuve aislado durante cuatro meses. Ellos llevan así más de 60 años", dijo el joven, que cuando dejó el país en un vuelo a Pekín, Ford se sintió abrumado. "Tuve que mirarme los pies durante tres horas porque no podía gestionar tantos estímulos", relató.

 

Fuente: La Nación.-
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