El equipo de Avellaneda va en busca de la Copa Sudamericana ante el Cruzeiro de Brasil.
Fútbol femenino: "Hay que romper con el machismo"
Deportes
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En una charla Elisabeth Minnig, la arquera de la Selección Argentina de Fútbol, analizó el crecimiento del deporte entre las mujeres. El equipo participa en los Juegos Panamericanos de Toronto.
La primera vez que Elisabeth Minnig atajó en una cancha de 11 fue cuando se probó en la selección. Tenía 18 años. En Coronel Suárez, un pueblo al Sur de la provincia de Buenos Aires, lo hacía en cancha de 7. Con su metro setenta, saltó para chequear que alcanzara el travesaño y admite que en las primeras prácticas se quedaba debajo de los tres palos. En poco tiempo, se adaptó al cambio y dos meses después ya estaba disputando su primer sudamericano como arquera titular. Pasó una década y Elisabeth, jugadora de Boca, es una de las referentes ineludibles de la escena local.
-¿Qué creés que falta para que el fútbol crezca entre las mujeres?
-Todavía falta que se desarrolle más la liga. Es un trabajo de todos. De AFA y de las distintas asociaciones de los clubes. Es duro, pero estaría bueno que se hiciera.
-Ustedes llegan al seleccionado sin inferiores.
-Exactamente, porque no hay. Pensá que la Sub 17 y la Sub 20 tienen competencia en enero y la mayoría de las chicas vinieron con nosotras a la selección sin siquiera jugar fútbol 11. En la selección, ya debería llegar una jugadora "casi" formada. Y yo por ejemplo, arranqué a formarme ahí. Si bien tenía el conocimiento, no es lo mismo.
El camino es largo hacia la Universidad de Mc Master, donde se alojan los seleccionados de fútbol de los Juegos de Toronto. Está a 82 kilómetros del centro de la ciudad. Entre los seleccionados masculinos no juegan los mejores equipos del continente. Pero para los conjuntos femeninos es una buena prueba, y para otros como el seleccionado argentino significa sumar experiencia y roce internacional. Unos días antes del primer partido (empataron ante Trinidad y Tobago 2-2) se detuvieron a ver un partido fútbol americano en el estadio de la Universidad y notaron algo: en uno de los equipos jugaban dos mujeres mezcladas con los hombres. "Para ellos es normal", le cuenta Minnig a canchallena.com. "Nos decían que la mujer tiene que ser realmente muy talentosa para jugar al fútbol americano con los hombres", apunta la jugadora de 28 años, una de las más experimentadas del equipo.
-¿Por qué creés que en un país tan futbolero como en la Argentina donde el deporte llegó a fines del siglo XIX sólo ahora crece entre las mujeres?
-Porque se le da mucha importancia al fútbol masculino. Sabemos que es un país machista y que hay que cambiar la mentalidad. Que la mujer también puede jugar, y que no te manden a lavar los platos. Como le hacen a la árbitra Salomé [Di Iorio], a quien más de una vez le gritan eso y es una muy buena árbitra. Se puede incluir a la mujer al deporte, así como al hombre. Como en el hockey, que antes era de mujeres y ahora los tenés a los Leones que les va muy bien. Hay que romper con el machismo para tener las mismas posibilidades.
-¿Te sentiste discriminada por ser mujer y jugar al fútbol, como cuando eras más chica y jugabas con otros hombres?
-No, sabés que no. Éramos un grupo de tres o cuatro y jugábamos mezclados en las inferiores de Coronel Suárez. Nos pasaban la pelota. A partir de ahí en el club de Boca [Boca Juniors de Coronel Suárez, que no es una filial del club de La Ribera] empezaron a cambiar la mentalidad. Al año, cuando tenía 11, empezamos con el equipo femenino directamente.
-¿Te ves relacionada al fútbol en el futuro?
-Estoy pensando en hacer el curso de entrenadora de arquera, que en femenino no vi.
-¿Y entrenadora de un equipo?
-Y tengo un carácter medio medio. Si te tengo que gritar, te voy a gritar. Ese es otro paso todavía. Somos muy sensibles. No es como el hombre, que se pueden putear o trompear y queda ahí. Nosotras somos más rencorosas.
En la Argentina, un país cuasi monodeportivo, las mujeres aún están muy lejos de los abultados sueldos de sus colegas masculinos de primera división. El fútbol aún es amateur entre las mujeres. Elisabeth se levanta a las 7 de la mañana para ir a trabajar todos los días, es empleada administrativa, y agradece la flexibilidad que tiene en la obra social de la UBA (Dosuba) para entrenarse y concentrarse.
-¿Cómo es que te dirija un campeón del mundo como Olarticoechea?
-La primera pregunta que le hice fue '¿qué pensaste cuando estabas en la cancha y lo viste a Maradona hacer ese gol?'. Y me respondió: 'Sabés las cosas que le vi a Maradona'. Cada vez que veo ese gol se me pone la piel de gallina y que me conteste así es increíble. Y es una motivación también. No le gusta hablar tanto pero te da ejemplos que fueron vividos por él y te llega. O te cuenta de Bilardo, o Menotti.y te hacen agarran esas ganas de querer salir a matar.
Fuente: La Nación.-
La primera vez que Elisabeth Minnig atajó en una cancha de 11 fue cuando se probó en la selección. Tenía 18 años. En Coronel Suárez, un pueblo al Sur de la provincia de Buenos Aires, lo hacía en cancha de 7. Con su metro setenta, saltó para chequear que alcanzara el travesaño y admite que en las primeras prácticas se quedaba debajo de los tres palos. En poco tiempo, se adaptó al cambio y dos meses después ya estaba disputando su primer sudamericano como arquera titular. Pasó una década y Elisabeth, jugadora de Boca, es una de las referentes ineludibles de la escena local.
-¿Qué creés que falta para que el fútbol crezca entre las mujeres?
-Todavía falta que se desarrolle más la liga. Es un trabajo de todos. De AFA y de las distintas asociaciones de los clubes. Es duro, pero estaría bueno que se hiciera.
-Ustedes llegan al seleccionado sin inferiores.
-Exactamente, porque no hay. Pensá que la Sub 17 y la Sub 20 tienen competencia en enero y la mayoría de las chicas vinieron con nosotras a la selección sin siquiera jugar fútbol 11. En la selección, ya debería llegar una jugadora "casi" formada. Y yo por ejemplo, arranqué a formarme ahí. Si bien tenía el conocimiento, no es lo mismo.
La Argentina participa en el Grupo A, que comparte junto a México (perdió 3-1), Trinidad y Tobago (2-2) y Colombia (juegan pasado mañana a las 21.35). El Grupo B está integrado por Brasil, Canadá, Costa Rica y Ecuador. Los dos primeros de cada grupo se clasifican a semifinales.
El camino es largo hacia la Universidad de Mc Master, donde se alojan los seleccionados de fútbol de los Juegos de Toronto. Está a 82 kilómetros del centro de la ciudad. Entre los seleccionados masculinos no juegan los mejores equipos del continente. Pero para los conjuntos femeninos es una buena prueba, y para otros como el seleccionado argentino significa sumar experiencia y roce internacional. Unos días antes del primer partido (empataron ante Trinidad y Tobago 2-2) se detuvieron a ver un partido fútbol americano en el estadio de la Universidad y notaron algo: en uno de los equipos jugaban dos mujeres mezcladas con los hombres. "Para ellos es normal", le cuenta Minnig a canchallena.com. "Nos decían que la mujer tiene que ser realmente muy talentosa para jugar al fútbol americano con los hombres", apunta la jugadora de 28 años, una de las más experimentadas del equipo.
-¿Por qué creés que en un país tan futbolero como en la Argentina donde el deporte llegó a fines del siglo XIX sólo ahora crece entre las mujeres?
-Porque se le da mucha importancia al fútbol masculino. Sabemos que es un país machista y que hay que cambiar la mentalidad. Que la mujer también puede jugar, y que no te manden a lavar los platos. Como le hacen a la árbitra Salomé [Di Iorio], a quien más de una vez le gritan eso y es una muy buena árbitra. Se puede incluir a la mujer al deporte, así como al hombre. Como en el hockey, que antes era de mujeres y ahora los tenés a los Leones que les va muy bien. Hay que romper con el machismo para tener las mismas posibilidades.
-¿Te sentiste discriminada por ser mujer y jugar al fútbol, como cuando eras más chica y jugabas con otros hombres?
-No, sabés que no. Éramos un grupo de tres o cuatro y jugábamos mezclados en las inferiores de Coronel Suárez. Nos pasaban la pelota. A partir de ahí en el club de Boca [Boca Juniors de Coronel Suárez, que no es una filial del club de La Ribera] empezaron a cambiar la mentalidad. Al año, cuando tenía 11, empezamos con el equipo femenino directamente.
La liga femenina de fútbol está integrada por 16 equipos. Es una única división y todavía no se desarrollaron las inferiores.
-¿Te ves relacionada al fútbol en el futuro?
-Estoy pensando en hacer el curso de entrenadora de arquera, que en femenino no vi.
-¿Y entrenadora de un equipo?
-Y tengo un carácter medio medio. Si te tengo que gritar, te voy a gritar. Ese es otro paso todavía. Somos muy sensibles. No es como el hombre, que se pueden putear o trompear y queda ahí. Nosotras somos más rencorosas.
En la Argentina, un país cuasi monodeportivo, las mujeres aún están muy lejos de los abultados sueldos de sus colegas masculinos de primera división. El fútbol aún es amateur entre las mujeres. Elisabeth se levanta a las 7 de la mañana para ir a trabajar todos los días, es empleada administrativa, y agradece la flexibilidad que tiene en la obra social de la UBA (Dosuba) para entrenarse y concentrarse.
-¿Cómo es que te dirija un campeón del mundo como Olarticoechea?
-La primera pregunta que le hice fue '¿qué pensaste cuando estabas en la cancha y lo viste a Maradona hacer ese gol?'. Y me respondió: 'Sabés las cosas que le vi a Maradona'. Cada vez que veo ese gol se me pone la piel de gallina y que me conteste así es increíble. Y es una motivación también. No le gusta hablar tanto pero te da ejemplos que fueron vividos por él y te llega. O te cuenta de Bilardo, o Menotti.y te hacen agarran esas ganas de querer salir a matar.
Fuente: La Nación.-
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