Caída estrepitosa de los plazos fijos

Economía
Plazo fijo
Plazo fijo
Este mes se registró una importante caída de los plazos, incluso a valores inéditos de los últimos 20 años. La desconfianza y el temor a otra devaluación son las causas principales.

En baja. La colocación monetaria al corto plazo cae en valores preocupantes.

 

Fuente: Infobae

La prolongada saga de la crisis de la deuda pública con los holdouts, con un ministro que primero dice que no va a negociar pero a última hora de anoche decidió subirse al avión junto a su equipo de colaboradores para hablar con el enviado del juez Griesa, tuvo una de sus manifestaciones negativa en la creciente fuga de capitales a la liquidez. Así se define en el mercado al proceso de cancelaciones masivas de pesos que estaban a plazo fijo para volcarlos a opciones a la vista, como caja de ahorro e incluso en cuentas corrientes, y así poder estar listos para redireccionar los pesos hacia opciones más atractivas, como la compra de dólares, o bienes, en una economía con tensiones inflacionarias y posibilidades de que reaparezcan en la plaza cambiaria.

Y no se trata de un movimiento estacional derivado de las mayores necesidades de fondos de las empresas para hacer frente al pago del medio aguinaldo y las mayores cargas sociales sobre la nómina salarial que eso trae aparejado, como suele ocurrir en diciembre. Un repaso de las estadísticas del Banco Central desde enero de 2003 muestra que desde entonces, nunca en junio se anotó una disminución semejante, 3,4% de las colocaciones a plazo fijo en comparación con apenas 1,2% un año antes. Y si bien junio fue un mes donde el Banco Central se mostró más flexible con la emisión de dinero, tanto para financiar un desbordado déficit fiscal como para no agregar tensiones en las finanzas de las empresas con la suba del costo del dinero, y pudo acumular reservas, no ha logrado evitar que se alimentaran expectativas de devaluación creciente, como ocurrió en enero.

La razón fundamental es que el mensaje que ha comenzado a transmitir Economía de que no vería dificultades de caer en un nuevo default de la deuda, porque sería sólo por seis meses, cuando quede inactiva la denominada cláusula RUFO que determina que cualquier mejora de las condiciones de pago a los bonistas que no ingresaron al canje de deuda debería ser trasladada a quienes reestructuraron sus acreencias en los canjes de 2005 y 2010, no es compartida por los mercados, y en particular por los tenedores de pesos.

Después de la devaluación del 16% en un día dispuesta en enero, las tasas de interés de las colocaciones a plazo fijo en pesos subieron de 16% anual que pagaban en los últimos meses de 2013 a más de 25% anual, lo que posibilitó obtener rentas equivalentes en dólares a un ritmo de dos por ciento al mes. Pero, por el contrario, significaban una pérdida de compra de bienes y servicios en el mercado doméstico, porque se encarecen a un ritmo de 40% al año.

De ahí que al aparecer en escena la saga de la crisis de la deuda, quienes ahorraban pensando en acumular rentas en dólares comenzaron a temer que podrían llegar a perder rápidamente todo lo ganado, mientras que los que ahorraban en pesos con fines de reserva de valor, empezaron a observar un acelerado deterioro de su capacidad de ahorro, como de compra, y en el caso de las PyME sumaron las consecuencias de atrasos en las cobranzas que los llevaron a cancelar de depósitos a plazo para pagar las cuentas.

Ya la economía ha ingresado en un creciente estadio recesivo y un default lo agravaría porque se perdería el poco financiamiento que hasta ahora mantienen exportadores e importadores. Un default técnico recrearía por lo tanto tensiones cambiarias, justo en un semestre donde estacionalmente es mayor la demanda de divisas que la oferta, sea por la acumulación de vencimientos de deuda, como de importaciones de energía para pasar el invierno y la pérdida de vitalidad de las ventas de granos y oleaginosas.

Ese escenario explica que en los últimos doce meses se haya mantenido la fuga de dólares del circuito financiero, a un ritmo de 14.000 millones en un año, según informó el Indec a través del Balance de Pagos ampliado al primer trimestre de 2013.
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